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El río Ganges rebosa de bacterias peligrosas

2019-12-27

El Ganges es la prueba viviente de que los patógenos resistentes a los antibióticos...

 

En lo alto de los Himalayas resulta fácil entender por qué el río Ganges es considerado sagrado.

Según una leyenda hindú, la Vía Láctea se convirtió en este cuerpo terrenal de agua para lavar los pecados de la humanidad. Aunque el torrente helado del río es de un gris oscuro —por su origen: un glaciar que se derrite y mientras lo hace el limo de las rocas se desprende—, las aguas son biológicamente prístinas, libres de bacterias.

Luego, mucho antes de que su cauce atraviese cualquier gran ciudad, hospital, fábrica o granja, su pureza se degrada porque se llena de un tipo agresivo de bacterias que son resistentes a los antibióticos habituales.

El Ganges es la prueba viviente de que los patógenos resistentes a los antibióticos se encuentran en casi todos lados. El río ofrece una poderosa mirada a la prevalencia y la propagación de infecciones resistentes a los medicamentos, uno de los problemas de salud pública más urgentes del mundo. Sus aguas dan pistas sobre cómo estos patógenos encuentran la forma de entrar en nuestro ecosistema.

Ma Ganga —Madre Ganges— se extiende, zigzagueante, a lo largo de 2500 kilómetros hasta la bahía de Bengala y con el tiempo se ha convertido en uno de los ríos más contaminados del planeta: la conforma una mezcla de drenaje urbano, desechos animales, pesticidas, fertilizantes, metales industriales y riachuelos de cenizas de cuerpos cremados.

Sin embargo, las pruebas que realizan anualmente los científicos del Instituto Indio de Tecnología demuestran que las bacterias resistentes a los antibióticos aparecen mientras el río todavía fluye por los angostos desfiladeros de las faldas del Himalaya, cientos de kilómetros antes de encontrarse con cualquiera de los sospechosos usuales de contaminar sus aguas con patógenos resistentes.

Los niveles de bacterias son “exageradamente altos”, dijo Shaikh Ziauddin Ahammad, profesor de ingeniería bioquímica en el Instituto Indio de Tecnología. Y la única fuente posible son los humanos. En específico, las multitudes de bañistas rituales que vienen a lavar sus pecados y a sumergirse en las aguas.

El origen de los patógenos resistentes a los medicamentos

Los genes resistentes a los antibióticos no son nuevos. Son casi tan antiguos como la vida misma.

En un planeta que tiene aproximadamente 4500 millones de antigüedad, las bacterias aparecieron hace unos 3800 millones de años. Conforme se alimentaban unas de otras (y después del moho, los hongos, las plantas y los animales), sus víctimas desarrollaron genes para producir proteínas o toxinas que mataran a esos patógenos, es decir, produjeron los antibióticos de la naturaleza (por ejemplo, la penicilina se descubrió mientras crecía en el moho).

Las bacterias a su vez desarrollaron defensas para combatir esos antibióticos. De acuerdo con los investigadores, la medicina moderna ha ejercido una constante presión darwiniana en las bacterias.

Afuera del cuerpo, se enfrentan a la luz solar, el jabón, el calor, el cloro, el alcohol y el yodo. Adentro se enfrentan a rondas múltiples de antibióticos. Solo sobreviven las que logran desarrollar genes resistentes a los medicamentos (o tomarlos de una especie cercana, una capacidad de algunas bacterias).

El resultado es un ataque global de eliminación por muerte súbita a nivel microscópico. Los patógenos que alguna vez fueron susceptibles a todas las familias de antibióticos se han vuelto resistentes a las penicilinas, después a las tetraciclinas, luego a las cefalosporinas, a las fluoroquinolonas y así sucesivamente, hasta que prácticamente nada funciona para combatirlos.

“Cuando las bacterias están estresadas, encienden su sistema de emergencia”, dijo David W. Graham, profesor de ingeniería de ecosistemas en la Universidad de Newcastle, en el Reino Unido, y pionero en pruebas de resistencia a los antibióticos. “Este sistema acelera la velocidad a la que reacomodan sus genes y adquieren nuevos”, añadió.

Hace ocho años, Ahammad, exestudiante de Graham, sugirió hacer pruebas en las aguas de India.

Peregrinos saludables, gérmenes peligrosos

Aunque es un río oficialmente sagrado, el Ganges también es un cuerpo de agua fundamental y funcional. Sus numerosas cuencas en las montañas, a través de la meseta del Decán y su extenso delta, son —para 400 millones de personas, una tercera parte de la población de India— una fuente de agua potable para humanos y animales, además de ser esenciales para el riego de cultivos, la pesca y como medio para desplazarse.

Dos veces al año, dos de los estudiantes de doctorado de Ahammad, Deepak K. Prasad y Rishabh Shukla, toman muestras a lo largo de todo el río, desde Gangotri hasta el mar, y les hacen pruebas buscando organismos que tengan genes resistentes a los medicamentos.

Los altos niveles descubiertos en los tramos más bajos del río no fueron ninguna sorpresa, pero los investigadores descubrieron bacterias con genes resistentes incluso en los primeros 160 kilómetros del río, después de salir de Gangotri y pasar por las siguientes ciudades ubicadas río abajo: Uttarkashi, Rishikesh y Haridwar.

Más importante aún: los investigadores descubrieron que los niveles eran sistemáticamente bajos en invierno y luego aumentaban durante la temporada de peregrinajes, en mayo y junio.

La pequeña ciudad de Gangotri está ubicada en un lugar tan alto de las montañas que se cierra en invierno, pues se vuelve imposible pasar a consecuencia de la nieve; sin embargo, en verano, la población de la zona aumenta con cientos de miles de peregrinos.

La ciudad más famosa de la parte superior del Ganges para el peregrinaje es Rishikesh. Sus calles están flanqueadas por hoteles con nombres como Holy River y Aloha on the Ganges. Además de los peregrinos, los occidentales viajan a este lugar para el festival anual de yoga o para estudiar en sus numerosos ashrams e institutos de medicina ayurvédica.

Allí, los Beatles estudiaron meditación trascendental con Maharishi Mahesh Yogi en 1968. En sus días previos a la fundación de Apple, Steve Jobs intentó llegar a la iluminación en ese lugar y el príncipe Carlos y Camilla Parker-Bowles han visitado.

También es un lugar concurrido por turistas de aventura. Rishikesh ofrece balsismo, travesías de montaña, tirolesas y torneos de paintball.

La población es de aproximadamente 100,000 habitantes en invierno, pero en la temporada de peregrinación o vacaciones puede aumentar a 500,000 personas. Pero, según Ahammad, la planta de tratamiento de aguas residuales de la ciudad puede gestionar los desechos de solo 78,000 personas. El gobierno ha instalado numerosos baños portátiles, pero incluso las tormentas más pequeñas pueden enviar aguas residuales al río.

En 2014, Graham y Ahammad descubrieron que la división de limpieza y suciedad en el Ganges estaba en su punto más severo en Rishikesh.

Río arriba, el agua estaba bastante limpia tanto en verano como en invierno, pero río abajo, en verano, los niveles de patógenos con genes resistentes a los medicamentos eran asombrosos. Los niveles de NDM-1 —un gen resistente a medicamentos que se descubrió en India y cuyas primeras iniciales se refieren a Nueva Delhi— eran veinte veces mayores.

El descubrimiento ha provocado diversas conclusiones entre los investigadores. Las bacterias resistentes en el agua tenían que provenir de las personas, específicamente de sus intestinos.

Tal vez lo más intrigante era que esas personas estaban bastante saludables, la mayoría lo suficientemente fuertes y sanas para peregrinar, ser estudiantes de yoga o navegar en rápidos.

De acuerdo con lo que explicaron Ahammad y Graham, se cree que la flora intestinal “mala” de los viajeros sanos se mantenía bajo control gracias a su flora intestinal “buena”.

Se ha descubierto que al menos mil especies de patógenos colonizan los intestinos humanos. Un individuo sano tiene al menos 150 especies y todas compiten entre sí para tener espacio y alimento.

La investigación de Ahammad y Graham comprueba que las personas pueden arrojar en el Ganges sus bacterias. Luego, si alguien más las recoge, enferma y recibe antibióticos, las bacterias buenas de esa persona pueden morir y las malas tendrán la oportunidad de relevarlas.

Las zonas de peregrinaje, escribieron Ahammad y Graham, son “posibles puntos críticos de transmisión de la resistencia a los antibióticos a gran escala”.

“No le estamos diciendo a la gente que deje de hacer los rituales que han hecho durante miles de años”, dijo Ahammad. “Pero el gobierno debería implementar más medidas para controlar la contaminación y proteger a las personas”.

Lo que se requerirá en India, dijo, es algo similar a la Ley de Agua Limpia estadounidense, que dio miles de millones de dólares federales a la construcción de centenares de plantas de tratamiento de aguas residuales en todo Estados Unidos.

E incluso eso, explicó, no sería suficiente. Aunque el tratamiento de aguas residuales terciarias puede matar o eliminar bacterias resistentes, no destruye el ADN que flota libremente.

“Esa tecnología aún no se ha inventado”, dijo Shukla, quien está enfocando sus esfuerzos para inventarla.

Un riesgo continuo

Mientras tanto, los peregrinos seguirán en riesgo, confiando en que los dioses los protejan.

“Ganga es nuestra madre, beber de sus aguas es nuestro destino”, dijo Jairam Bhai, un corpulento y jovial vendedor de alimentos de 65 años que sostenía dos jarras pequeñas mientras esperaba bajar al agua en Gangotri. “Si tienes fe, estás seguro”.

“Nosotros no seguimos a las bacterias, no pensamos en eso”, añadió Jagdish Vaishnav, un profesor de inglés de 30 años, quien afirmó haber nadado y bebido el agua en Rishikesh, Haridwar e incluso en Varanasi, donde se pueden ver los torrentes de aguas negras que fluyen hacia el río.

Los hindúes devotos van al río a morir para que su cuerpo sea cremado en las escaleras de acceso al río o en balsas flotantes y que sus cenizas sean esparcidas en el agua para liberarlas del ciclo de la muerte y la reencarnación.

Río arriba, en Gangotri, los sacerdotes en los bancos del río afirman que están muy conscientes de los peligros que se encuentran río abajo.

“Creo que pasando la ciudad de Haridwar hay posibilidades de enfermar”, comentó Basudev Semwal, de 50 años. “Por eso promocionamos que la gente venga para acá, porque está más limpio”.

Su compañero, Suraj Semwal, de 44 años, comentó que el gobierno debería hacer más. Si todos los líderes religiosos hindúes pudieran unirse, podrían exigir una limpieza, afirmó, pero las órdenes religiosas hindúes no son jerárquicas como las del catolicismo romano, que tiene un papa.

“Todos tienen voz propia, así que no pueden hablar al unísono”, dijo.

Semwal contó algo que había escuchado en Canadá: “Hay un río en donde pueden multarte por el simple hecho de tocarlo, y solo es un río, no es sagrado en absoluto. Aquí tenemos un río sagrado que está muy sucio y no se hace nada al respecto”.



Jamileth
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