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20 años del error informático que en el año 2000 mantuvo al mundo expectante ante un posible colapso

2019-12-31

El llamado efecto 2000 bloquearía millones de máquinas en todo el mundo por un error...

Isabel Rubio | El País

Hace 20 años el mundo entero se preparaba para hacer frente a un caos tecnológico. Los expertos esperaban que el 1 de enero del año 2000 los cajeros dejarían de dar dinero, los aviones no podrían volar, los semáforos se apagarían y los ascensores se detendrían. El llamado efecto 2000 bloquearía millones de máquinas en todo el mundo por un error informático. Hasta la CIA advirtió del peligro.

Pero el día llegó y no se produjo ningún percance importante. ¿En qué consistió exactamente este efecto? ¿Mereció la pena la inversión millonaria de gobiernos y empresas para actualizar equipos y evitarlo? ¿Se trataba de un mito o la amenaza fue real?

Para entender el origen del efecto 2000, también conocido como Y2K o error del milenio, hay que remontarse a los años 60. Por aquel entonces, tanto la memoria como el almacenamiento de los ordenadores eran muy limitados y caros. Los programadores trataban de optimizar todo lo posible el espacio del que se disponía para guardar la información. “Uno de los trucos que utilizaban era el guardar las fechas como dd/mm/aa en lugar de dd/mm/aaaa”. Es decir, 01/01/99 en lugar de 01/01/1999, ahorrando dos dígitos, explica a Verne Julián del Valle, colegiado del Colegio Oficial de Ingenieros en Informática de la Comunidad Valenciana y especialista en dirección informática.

Se temía que esta pauta de programación pudiera provocar un caos mundial cuando se pasase del 31/12/1999 al 01/01/2000, ya que para el software existente sería el 01/01/00, es decir, del año 1900. De esta forma, tanto ordenadores como otros dispositivos no sabrían en qué año estaban realmente y empezarían a fallar.

Desde los 70 se confeccionaron millones de programas con este formato de fechas ignorando el problema. Las alertas no saltaron hasta principios de los años 90. Los informáticos comenzaron entonces a advertir de los fallos que aparecerían con la llegada del nuevo siglo en todos los sectores. Se temía que se vieran afectados los sistemas de instalaciones críticas como centrales nucleares, aviones, equipos de hospitales, sistemas de defensa y de comunicaciones, barcos o proveedores de energía. Del Valle, que fue jefe de informática en una entidad financiera en la época del efecto 2000, confirma que “el alcance iba a llegar a todos los sistemas de gestión esenciales en las empresas como los sistemas de cobros y pagos, los de nómina o los de venta de billetes”.

Una actualización millonaria

Los temores cada vez eran mayores. Solo había una forma de evitar las consecuencias catastróficas: las instituciones y empresas debían revisar los programas, bases de datos, procedimientos y archivos que incluyesen este formato de fechas. Bancos, compañías de seguros, administraciones, constructoras, fabricantes, operadoras de comunicaciones, productoras y distribuidoras de energía se pusieron manos a la obra. “El lado bueno del efecto 2000 fue que las alertas sobre las posibles consecuencias llegaron con tiempo suficiente para poder aplicar las medidas oportunas”, explica Del Valle. Además, según subraya, en muchas organizaciones se aprovechó la situación y que había que revisar muchos sistemas para incluir modificaciones en el software tendentes a soportar la moneda euro —que entraría en vigor en España un par de años después—.

La inversión para prevenir el efecto 2000 fue millonaria. Solo el estado español gastó unos 420 millones de euros en actualizar software y equipos. A nivel mundial, se invirtieron cerca de 214,000 millones de euros. La consultora IDC afirma que tanto el gasto que se hizo a nivel mundial como en Estados Unidos fue superior a los daños que hubiesen supuesto las consecuencias del cambio de milenio.

“Se diseñaron herramientas software para inventariar todos los programas, bases de datos y archivos de la institución, localizar los programas que trataban fechas y modificarlos. Posteriormente se diseñaron procedimientos de pruebas para comprobar que las aplicaciones funcionaban correctamente”, recuerda el ingeniero en informática Javier García Tobío, que por aquel entonces era director del Centro de Supercomputación de Galicia (CESGA).

El momento decisivo

El 31 de diciembre de 1999, minutos antes de entrar en el año nuevo, el mundo entero estaba expectante, tal y como afirma García: “Los informáticos de entonces teníamos claro cómo solucionar el problema en nuestras instalaciones, pero teníamos cierto temor a fallos procedentes de otras empresas que repercutiesen en nuestra institución. Por ejemplo, cortes de energía eléctrica o de redes de comunicaciones”.

García tuvo que pasar la entrada en el año nuevo en el Centro de Supercomputación de Galicia junto con la dirección técnica. Estaban allí para comprobar el buen funcionamiento de los servicios y, en caso de que fuera necesario, actuar en consecuencia. “Estábamos atentos a las noticias procedentes del este, de países como Nueva Zelanda, Australia y Japón”, recuerda.

Nueva Zelanda, que fue el primer país industrializado en alcanzar el nuevo milenio, reportó que allí reinaba la más absoluta paz. El apocalipsis informático tampoco se produjo en el resto de países que fueron entrando en el año 2000: “A medida que fue pasando el tiempo, comprobamos que todo iba bien. Ya desde la tranquilidad, celebramos el año nuevo en el centro”.

Con la misma felicidad se celebraba la entrada en el 2000 sin incidentes en diferentes partes del mundo. "Como pueden ver, las luces están encendidas en Moscú. El efecto 2000 no es un problema", declaraba el coronel ruso Sergey Kaplin pocos minutos después de que sonaran las campanadas en la plaza Roja moscovita. Denis Chagnon, portavoz de la Organización Internacional de Aviación Civil, lo celebraba también en Montreal (Canadá): "¡Hurra! Estoy mirando la pantalla y todos los indicadores están en verde (normalidad en las operaciones)".

Al final el temido efecto 2000 no fue para tanto. Solo se produjeron incidentes menores, que en ningún caso alteraron los servicios públicos. En España se detectaron problemas leves en dos centrales nucleares, en alguna gasolinera y en el sistema de recogida de datos de tráfico. En el resto del mundo, también se reportaron incidentes sin mucha repercusión en centrales nucleares; algunos cajeros, máquinas expendedoras o parquímetros quedaron fuera de servicio; y algunas empresas vieron cómo sus facturas se emitían con fechas erróneas.

Pese a que las consecuencias fueron menores, ambos expertos coinciden en que el efecto 2000 no fue un mito. “Fue una amenaza muy seria”, afirma contundente García. El informático considera que apenas hubo problemas por dos razones: “Se tomaron las medidas pertinentes con antelación y se había magnificado el problema”. “Si no se hubiesen tomado esas medidas correctivas, con toda seguridad que la situación sería de paro o mal funcionamiento de empresas e instituciones y, como consecuencia, de riesgo en la seguridad ciudadana”, concluye.

Efecto 2038: ¿otro posible apagón cibernético?

El 19 de enero del 2038 un error informático hará que algunos ordenadores, programas o servidores que no hayan sido actualizados fallen al entender que vuelve a ser el año 1901. Al igual que el efecto 2000, esta situación está relacionada con cómo se almacena la información de la fecha en los ordenadores y demás dispositivos electrónicos con software instalado. El reloj que tienen muchos de estos aparatos no es más que un contador de segundos que toma una fecha como referencia. Los dispositivos que podrán presentar errores en 2038 si no se toman medidas serán aquellos que utilicen un sistema de 32 bits, debido a que su capacidad de almacenamiento solo les permite acumular segundos hasta ese año.

Pero los expertos no creen que el efecto 2038 vaya a tener graves consecuencias, ya que aún queda mucho tiempo para actualizar los sistemas. Para Del Valle, “en una sociedad tan globalizada y por lo tanto informada es muy difícil, casi imposible, que situaciones como la del efecto 2000 vuelvan a repetirse”. Y añade: “Ni el tiempo de que se dispone ni las condiciones son ni de lejos parecidas a la situación que se presentó a finales de los 90”.



Jamileth