Automotriz

Coche volador: objetivo, despegue en cinco años

2020-01-27

En lo que más se parecen a un coche es en el tamaño. El resto se toma prestado del...

Por PABLO G. BEJERANO | El País

26 ENE 2020 - 12:51 CST Ver coches voladores parece cada vez una realidad más cercana, aunque esta es una promesa que lleva haciéndose desde hace ya años por innumerables empresas de todo tipo. La apuesta, sin embargo, parece acelerarse: muchas compañías dedicadas a desarrollar este ingenio han recibido fuertes inversiones y aspiran a comercializarlo en los próximos cinco años. El último gran pelotazo lo ha protagonizado Toyota, que ha invertido 394 millones de dólares en la startup Joby Aviation en una ronda de financiación total que alcanzó los 590 millones de dólares. Antes que la compañía nipona, con una capitalización bursátil de 232,000 milllones hubo otras: La china Geely (con un valor de 14,400 millones en la Bolsa de Hong Kong) invirtió 55 millones de dólares en septiembre en Volocopter. Durante el pasado CES 2020 en Las Vegas, Hyundai presentó los frutos de su colaboración con Uber en el prototipo Elevate.

En lo que más se parecen a un coche es en el tamaño. El resto se toma prestado del helicóptero o del avión. El resultado son vehículos que parecen importados de cualquier tecnoutopía. Pero quizá no haya que esperar tanto, porque las empresas que trabajan en el coche volador barajan lanzamientos comerciales entre el 2022 y el 2025. Alguna incluso aspira a hacerlo este mismo año. Los ingenieros han realizado con éxito vuelos de prueba en Singapur y San Francisco. "Sus defensores dicen que, en comparación con el helicóptero, los coches voladores son más fáciles de controlar, además de ser más limpios y silenciosos, cualidades que aprecian los reguladores de la aviación", asegura Katrina Hamlin, analista de Reuters.

A finales de 2018, el Gobierno de Japón y varias empresas tecnológicas y automovilísticas acordaron una hoja de ruta que situaba en 2023 el punto de partida para la comercialización de vehículos voladores y su uso extendido en el ámbito urbano. Esta fecha se fijó tras medio año de reuniones, un comité público-privado formado por unas veinte compañías y los ministerios de Economía, Comercio e Industria y Tierra, Infraestructura, Transporte y Turismo terminó de definir un plan de negocio que contempla normalizar la circulación por el aire en un plazo de cinco años.

La inversión de Toyota en Joby indica la confianza del país en unos vehículos que pocos esperan ver pronto en el cielo. “A medida que nos estamos transformando para pasar de ser una empresa automovilística a una empresa de movilidad, nuestro objetivo es proporcionar soluciones de transporte para todas las personas, ya sea por tierra, mar y, ahora, por el aire”, explica Rebeca Guillén, directora de comunicación en España.

Los progresos de Joby hasta ahora se llevaban con bastante secretismo. Esta política se rompió el pasado diciembre, cuando la empresa anunció un acuerdo con Uber. Ambas compañías se comprometían a introducir taxis aéreos en al menos dos ciudades para 2023. Joby pondría los vehículos y los vuelos se reservarían a través de la aplicación de Uber.

La startup aún tiene que obtener la certificación correspondiente de la Federal Aviation Administration, el regulador estadounidense en aviación civil. Inició el proceso en 2018 y espera recibir la aprobación una vez transcurridos entre tres y cinco años. 

La posición de Uber en el sector naciente del coche volador es central. La compañía no fabrica, pero colabora con varias empresas a quienes ha encargado vehículos para lanzar su servicio de taxis aéreos urbanos. Hyundai ofrecerá coches voladores a Uber. Y también lo harán Aurora Flight Sciences (subsidiaria de Boeing), así como una ristra de startups: Bell Nexus, Pipistrel o Embracer X.

El apoyo de Toyota, cuyo fondo de inversión ya había financiado previamente a Joby, trae la cafeína para industrializar la producción de coches voladores de la startup. Para el grupo de automoción se trata de un complemento al transporte urbano por tierra. “El objetivo es explorar nuevas formas de movilidad que permitan solucionar los problemas actuales, como las congestiones de tráfico, la falta de alternativas de transporte en las zonas más alejadas del centro de la ciudad o la contaminación.”, apunta Guillén.

Joby no es la única que ha reunido fondos últimamente. La china Ehang, pionera en estas lides al lanzar su vehículo volador en 2016, salió a Bolsa a finales de 2019 para obtener capital. Su Ehang 184 ha realizado ya más de 1,000 pruebas de vuelo llevando a personas. La compañía ha firmado un acuerdo con las autoridades de Dubái para introducir su modelo en la ciudad, aunque aún no se han dado detalles sobre la ejecución del proyecto.

El Ehang 184 es un vehículo VTOL (de despegue y aterrizaje vertical) semejante a un dron con hipertrofia. Tiene cuatro brazos que soportan dos rotores cada uno. Con ellos vuela a una velocidad máxima de 100 km/h y sus baterías aguantan 23 minutos. Pesa 260 kg y, en cuanto a sus dimensiones, mide cuatro metros de largo con las hélices y 1,4 metros de alto.

Los modelos mostrados por Joby Aviation están a medio camino del helicóptero y del avión. Pero aún no se conocen los prototipos finales. En general las empresas que han diseñado coches voladores han optado por vehículos VTOL, con motores eléctricos y preparados para trayectos cortos. Su conducción es autónoma, con rutas programadas, o dirigida por radiofrecuencia. Solo montan los pasajeros.

En busca de los inversores

Durante los últimos años las empresas de coches voladores han recibido cada vez más atención del capital riesgo. El informe 2020 Emerging Technology Outlook, de la firma de inversión PitchBook, concluye que estos proyectos apresarán este año una parte de la inversión que de otra forma estaría dedicada a servicios de transporte terrestre.

La empresa alemana Lilium, que espera tener su servicio de taxis aéreos en varias ciudades en 2025, ha reunido ya más de 100 millones de dólares. No están solos en su ambición. “Ha habido mucho progreso real en el sector recientemente, desde la presentación de nuevos modelos de aeronaves a la consecución de algunos avances legislativos”, afirma un portavoz de Lilium.

La compañía ya ha hecho pruebas con su prototipo, con capacidad para cinco personas. También ha terminado de construir su primera planta de producción. “Hay una creciente confianza del resto del mundo en que esta es una forma de tecnología que puede tener un impacto genuinamente positivo”, añaden desde Lilium en un discurso que encaja con el optimismo tecnológico de Silicon Valley.

Otra alemana es la citada Volocopter, que hará pruebas en los próximos meses en Singapur y Dubái. Su objetivo es lanzar un servicio de vuelos comerciales en 2022, para lo cual ya tienen construido un puerto en Singapur. Han recibido 50 millones de dólares en una ronda liderada por el fabricante de coches chino Geely. En total, llevan reunidos unos 100 millones, igual que sus compatriotas.

La eslovaca Aeromobil tiene la intención de adelantarse a los planes de sus rivales. Su AeroMobil 4.0 estará disponible este año para desplazamientos comerciales, según la empresa. Con el foco puesto en dar servicio a un público de alto standing, la startup lleva 24 millones reunidos.

Los obstáculos

No todo es dinero y voluntad, sin embargo. Desde Lilium afirman que las mayores dificultades técnicas se encuentran en la gestión de la batería. José Antonio Álvarez, secretario general de la asociación de empresas de drones Droneiberia, confirma que la cuestión técnica parece resuelta aún con algunos flecos. “Tienen un problema real de autonomía. Un helicóptero ya tiene problemas, pero menos que estos vehículos. Aunque tienen un problema técnico mucho menor en lo que respecta al mantenimiento. Un helicóptero necesita un mantenimiento mucho más caro”.

Pero para Álvarez el principal escollo se encuentra en la regulación. “La legislación está muy lejos de permitir estos vuelos. Y la vocación de la legislación, creo que también”. En España los drones tienen prohibido llevar carga sobre suelo urbano, así que resulta difícil imaginar que se regule el sobrevuelo de vehículos de cientos de kilos. “En España yo lo veo imposible en 15 años al menos”, continúa Álvarez. “Igual que no se pueden volar helicópteros en Madrid. Solo vuela la policía, el rey y el presidente de Gobierno. El dueño de una gran compañía no va desde la Torre Picasso al aeropuerto en helicóptero”.

Desde Lilium se muestran optimistas. “Continuamos trabajando estrechamente con los cuerpos reguladores para llevar a cabo los cambios requeridos. También, por supuesto, tenemos que generar una aceptación pública en los próximos meses y años”.

Álvarez opina que estos vehículos no volarán en ciudades, al menos en España. “Fuera de las aglomeraciones creo que sí. Acabaremos viéndolos como una aeronave más o como un helicóptero evolucionado”.

Desde Toyota no se arriesgan con plazos ni detallan su visión del panorama, pero defienden su inversión como un movimiento estratégico. “En Toyota creemos que los eVTOL (VTOL eléctricos) tienen el potencial de evolucionar como un nuevo tipo de movilidad que mantiene sinergias reales con la automoción”, indica Guillén.



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