Internacional - Política

El Senado rechaza la declaración de nuevos testigos y se acerca al final del ‘impeachment’ a Trump

2020-01-31

La destitución de un presidente requiere el apoyo de dos tercios, 67 de los 100...

Por AMANDA MARS | El País

Washington 31 ENE 2020 - 23:50 CET El Senado ha rechazado con 51 votos frente a 49 la moción para llamar a declarar a nuevos testigos y pedir más documentos en juicio contra Donald Trump, lo que precipita el tercer impeachment en la historia de Estados Unidos hacia su final. Los demócratas necesitaban el apoyo de cuatro republicanos para lograr esta ampliación del proceso, pero solo lograron el apoyo de dos, Mitt Romney, de Utah, y Susan Collins, de Maine. Una senadora sobre la que los demócratas tenían esperanzas, Lisa Murkowski, de Alaska, anunció al mediodía que votará que no.

Murkowski emitió un comunicado justo cuando arrancó el debate, en el que culpó a la Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, de enviar al Senado los cargos contra Trump -los llamados artículos del impeachment- de forma "apresurada y defectuosa". Lamentó que no se va a llevar a cabo "un juicio justo", pero que no cree que extenderlo vaya a cambiar nada. Lamar Alexander, de Tennessee, que también había expresado dudas, concluyó que "no hay necesidad de más pruebas para demostrar algo que ya se ha demostrado pero [que es una acción] que no llega al elevado umbral que fija la Constitución estadounidense para que una falta suponga la destitución [del presidente]".

Los demócratas, que impulsan la causa contra el presidente, solo ocupan 47 de los 100 escaños y necesitaban convencer a cuatro republicanos para lograr una mayoría simple que extienda el juicio durante varios días. Aunque sumasen tres y el voto quede en un igualado 50-50, la moción fracasa, según el reglamento del Senado para este procedimiento. Las normas, además, no contemplan que el juez que preside este proceso, John Roberts —presidente a su vez del Supremo—, ejerza el poder de desempate. La historia recoge que en el primero de los tres impeachments que ha vivido Estados Unidos, el de 1868 contra Andrew Johnson, el presidente de aquel tribunal sí se arrogó el derecho, pero fue muy discutido, y nunca se ha regulado.

El presidente estadounidense está acusado de abuso de poder por sus supuestas coacciones a Ucrania, con el fin de que la justicia de este país anunciase unas investigaciones criminales que perjudicaban a sus rivales políticos demócratas, en especial el precandidato presidencial Joe Biden, llegando a usar la entrega de casi 400 millones de dólares (363 millones de euros) en ayudas militares como moneda de cambio. También pesa sobre Trump el cargo de obstrucción al Congreso por haber boicoteado toda la fase de investigación previa en la Cámara de Representantes, negando la declaración de altos cargos de la Administración y la entrega de documentos.

Las últimas revelaciones de John Bolton, exconsejero de Seguridad, que en el manuscrito de un libro incrimina directamente a Trump por la congelación de ayudas, agitó la polémica de los testigos y encendió las demandas de llamarlo a declarar, pero no han ganado suficientes voluntades.

Si, como parece, la mayoría republicana que arropa a Trump evita la declaración de nuevos testigos, la votación sobre los cargos, es decir, sobre los llamados artículos del impeachment, sería técnicamente posible durante la misma jornada. Sin embargo, buena parte del guion de este viernes está aún por escribir. La sesión comenzará con cuatro horas en las que se debatirá sobre la posible declaración de testigos, repartidas a partes iguales entre acusación y defensa, pero después puede desatarse una batalla procedimental: los senadores demócratas pueden lanzarse a introducir una cascada de mociones que alarguen la jornada; el líder de los republicanos puede impulsar una nueva resolución que rediseñe lo que queda de juicio.

Este jueves, sobre las once de la noche (hora de Washington), terminó la segunda de las dos largas jornadas en las que los senadores han podido formular preguntas por escrito tanto a los abogados de Trump como a los gestores del impeachment, es decir, el equipo de seis congresistas —todos demócratas— que ejercen de fiscales en la Cámara alta. Los miembros del Senado desempeñan el papel de jurado, pero las deliberaciones guardan pocas sorpresas. La destitución de un presidente requiere el apoyo de dos tercios, 67 de los 100 escaños, y la mayoría republicana sí ha dejado claro que se lanzará en masa a absolver al mandatario.



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