Calamidades

Tormenta perfecta en Japón

2020-03-04

La epidemia del coronavirus no podía haber llegado en peor momento para el país...

Política Exterior

La convergencia de la epidemia del coronavirus Covid-19, que ha paralizado sectores claves de la economía china, y un aumento de la presión fiscal que ha elevado el IVA al 10%, amenazan Japón con la recesión.

En el último trimestre de 2019 el PIB japonés se contrajo a una tasa anualizada del 6,3%, la mayor desde mediados de 2014, cuando un aumento del IVA del 5% al 8% provocó una fuerte caída del consumo privado.

El primer ministro, Shinzo Abe, alega que la subida era necesaria para reducir el déficit, pagar la deuda pública (240% del PIB) y financiar el sistema de pensiones. El problema es que la economía no ha despegado desde que Abe llegó al poder, en 2012. La inflación (0,8%) no se acerca ni de lejos al 2%, objetivo fijado por el Banco de Japón (BoJ).

La epidemia del coronavirus no podía haber llegado en peor momento para el país nipón, a pocos meses de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Tokio y cuando sus vínculos económicos con China, su mayor socio comercial y principal país de origen de los turistas que visitan las islas, son más estrechos que nunca.

Al cierre de esta edición, en el archipiélago japonés se habían confirmado 847 casos de contagio y seis muertos en 16 prefecturas. La primera infección se registró el 28 de enero, aunque las autoridades sanitarias comenzaron a informar sobre medidas de precaución el 17 de febrero.

Pero solo en el crucero Diamond Princess, acoderado y en cuarentena en Yokohama, se han detectado 634 casos de contagio entre 3.645 pasajeros examinados, dos de los cuales murieron. Dado que las autoridades sanitarias japonesas creen que no se puede frenar el virus, sus esfuerzos se concentran en reducir el ritmo de transmisión y la tasa de mortalidad.

En el terreno económico, la prohibición china de viajes en grupo al exterior ha vaciado los distritos turísticos y comerciales de Osaka y Tokio, habitualmente repletos de turistas chinos, infectados por otro virus: el bakugai, como denominan los japoneses a las compras compulsivas. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) estima que unos 150 millones de turistas chinos gastan en sus viajes al exterior alrededor de 279,000 millones de dólares anuales.

Según la asociación japonesa de agencias de viaje, en marzo el país recibirá 400,000 turistas chinos menos. Desde 2010, la llegada de turistas a Japón se ha triplicado, hasta los 31 millones, un 30% de ellos chinos que gastan el 40% del total. La última vez que Japón experimentó una caída tan severa del turismo fue en 2011, cuando un tsunami devastó la central nuclear de Fukushima.

Muchos economistas creen que, en el mejor de los casos, se requerirán meses para que la economía china, que representa el 30% de las exportaciones y el 11% de las importaciones globales, recupere cierta normalidad. Según el Deutsche Bank, la economía china aumentará un 1,5% menos en el primer trimestre, lo que hará que el PIB global crezca este año solo un 2,3%, la peor tasa desde 2009. El Bank of America prevé que el PIB chino crecerá a una tasa del 5% en los próximos tres años. Corea del Sur, Tailandia, Malasia y Singapur también han recortado sus previsiones de crecimiento para este año.

En 2019 las exportaciones japonesas a China cayeron un 7,6%. Abe había estructurado su estrategia económica sobre políticas monetarias y fiscales flexibles para estimular la inversión privada. Sin embargo, siete años después, los resultados son decepcionantes. Un problema adicional es que esta vez el último paquete de estímulos fiscales, por valor de 120,000 millones de dólares (2,4% del PIB), fue aprobado por la Dieta en diciembre. Haruhiko Kuroda, gobernador del BoJ, ya ha recortado los tipos hasta el -0,1% y teme que si sigue haciéndolo, el sistema financiero sea el principal perjudicado. Hace tiempo que Japón está en una terra incognita económica. Ninguna medida fiscal o monetaria estimula el consumo de una de las sociedades más envejecidas del mundo.

Según proyecciones oficiales, la población japonesa disminuirá de los 127 millones actuales a 88 millones en 2065. Los mayores de 65 años ya son el 28% de la población. Cada año se clausuran 500 escuelas por falta de alumnos. Hasta ahora, los esfuerzos por elevar la tasa de natalidad y que más mujeres accedan al mercado laboral han sido infructuosos.

Japón alberga solo 2,6 millones de extranjeros, un 2% de la población, frente al 12% de Alemania. El gobierno quiere dejar entrar en el país a unos 345,000 inmigrantes semicualificados por un periodo de cinco años para que trabajen en sectores como la agricultura y la construcción. Sin embargo, según un profesor de la Universidad Seikei de Tokio, en una de las sociedades étnicamente más homogéneas del mundo, sus miembros consideran la xenofobia como una expresión legítima de su voluntad para preservar su identidad, historia y cultura.



Jamileth