Internacional - Política

Republicanos y demócratas libran un pulso agónico por el rescate en el Congreso mientras tiembla la economía

2020-03-23

Republicanos y Demócratas discrepan de varios puntos del programa con el que contener los...

Amanda Mars. El País

El plan de salvamento económico de Estados Unidos ante la crisis mundial del coronavirus, un paquete sin precedentes que puede alcanzar los dos billones de dólares, siguen negociándose contrarreloj en el Congreso en un escenario de cada vez mayor zozobra en los mercados financieros y en la llamada economía real. Republicanos y Demócratas discrepan de varios puntos del programa con el que contener los estragos por el autoimpuesto parón económico, con ya uno de cada cien ciudadanos estadounidenses sometido a la orden de quedarse en casa. Sobre las dos de la tarde (hora local), un segundo voto procedimental fracasó por el rechazo demócrata.

La pandemia avanza en Estados Unidos a un ritmo que parece tan imparable como lo ha sido en los otros países más afectados, China, Italia, o España. Con más de 35,000 infectados, el doble que el fin de semana, y cerca de 500 muertos, las órdenes de confinamiento, más o menos duras, se han ido imponiendo ya en una decena de estados, lo más poblados. El cese de la actividad económica asociada, del consumo, de la vida, en resumen, resulta tan abrupto, tan incomparable con las recesiones previas, que la nación ha entrado en pánico por la debacle también económica que se avecina.

El líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, señaló que continuaría las negociaciones y que esperaba alcanzar un acuerdo a lo largo del lunes, dejando claro que el voto procedimental que estaba a punto de llevarse a cabo estaba destinado al fracaso, igual que fracasó el del domingo por la noche. El plan requiere el apoyo de 60 de los 100 senadores, y el resultado quedó en 47-47 por el rechazo demócrata. El proyecto de ley diseñado por los republicanos, admitió Schumer, había incorporado ya algunas mejoras propuestas por la oposición, pero aún no ofrecía suficientes garantías para la protección de los empleados de las empresas rescatadas. “Los trabajadores, primero”, recalcó, es la filosofía del modelo de rescate que defienden.

El programa contempla el envío masivo de cheques a una gran número de hogares, 1,200 dólares por adulto y 500 por menor de edad, así como 350,000 millones en avales para las pequeñas y medianas empresas con el fin de ayudarles a minimizar los despidos. Además de la expansión de la cobertura sanitaria, uno de los elementos que más inquietan a los republicanos en la bolsa de 500,000 millones de dólares en préstamos para la empresas y Estados, pues deja de su distribución en manos del Departamento del Tesoro, de forma discrecional y con escasa transparencia. En palabras de la senadora Elizabeth Warren, ex precandidata presidencial y muy crítica con los excesos de Wall Street, esa medida se convertiría, de facto, en un “fondo ilegal” para empresas.

El líder de la mayoría republicana, Mitch McConnell, se expresó con dureza contra la oposición por sus recelos contra el programa y les acusó de tratar de avanzar en sus políticas progresistas usándolo como vehículo. “¿Están ustedes de broma?”, espetó durante su discurso previo al voto. “Los demócratas no nos van a dejar inyectar fondos en los hospitales o en los negocios pequeños salvo que consigan desempolvar su Green New Deal.”

Esta brutal crisis mundial desatada por el virus ha llegado en un momento de gran polarización política en Estados Unidos, a menos de un año de las elecciones presidenciales. Esta misma Cámara en la que este lunes se discute el mayor programa de auxilio económico de la historia moderna es la misma en la que hace solo un mes y media se estaba juzgando -y absolviendo- a Trump en el tercer impeachment de la historia del país. De todo lo que encarnaba la vida normal, por turbulenta que fuera, parece que ha pasado una eternidad.

El acuerdo entre demócratas, que controlan la Cámara de Representantes, y republicanos, mayoritarios en el Senado, se da por descontado en última instancia, pero esta es una carrera contrarreloj, en lo sanitario y en lo financiero. Este lunes, antes de abrirse los mercados, la Reserva Federal comunicó que comprará activos de forma ilimitada y durante el tiempo que sea necesario hasta que se estabilicen los mercados. Es decir, barra libre de crédito con el fin de que la economía no colapse, pero Wall Street parece imperturbable ante semejante anuncio. Con la actividad parada, las acciones de las compañías queman en las manos de los inversores y los título bajan en Bolsa. El bloqueo del plan de salvamento y el aumento de las restricciones de movimiento pesaron más en el ánimo de los que compran y venden en las Bolsas.

Ansiedad

La ansiedad que genera este parón resultaba obvia en el mensaje que Donald Trump escribió en su cuenta de Twitter el pasado domingo, cerca de la medianoche. "No podemos permitir que la cura sea peor que el problema, al final del periodo de 15 días, tomaremos una decisión sobre a dónde debemos ir”, escribió el presidente estadounidenses. Un mero repaso a las últimas previsiones de los gabinetes de análisis ayudan a entender el miedo: Morgan Stanley ve similitudes con la Gran Depresión de hace 80 años y ha calculado que en el segundo trimestre la economía puede caer un 30% , Goldman Sachs lo deja en el 24% y JP Morgan parece incluso optimista, a este tenor, estimando una contracción del 14%.

Mientras, las dificultades, continúan. Un senador de Kentucky, Rand Paul, ha dado positivo en la prueba del coronavirus y otro que estuvo en contacto con Paul, Mitt Romney y Mike Lee, ambos de Utah, se hallan en cuarentena por precaución.



Jamileth
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