Vuelta al Mundo

China, de culpable a benefactor

2020-03-30

La ética comunitaria de su sociedad y la capacidad del Estado para imponer el aislamiento de...

Política Exterior

La pandemia del coronavirus, en principio una crisis sanitaria global, no ha tardado en convertirse en una disputa geopolítica entre una superpotencia en horas bajas y otra emergente que rivalizan por la influencia mundial de sus sistemas políticos y económicos. Y, por ahora, China va ganando.

La ética comunitaria de su sociedad y la capacidad del Estado para imponer el aislamiento de la población en peligro de contagio permitieron a China tomar medidas rápidas y efectivas contra la epidemia. Justo cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) advertía que Estados Unidos se estaba convirtiendo en el nuevo epicentro de la expansión global del Covid-19, el gobierno chino anunciaba que el 9 de abril, Wuhan, foco original del brote, levantará las restricciones a los movimientos de sus ciudadanos y comenzará un gradual regreso a la normalidad.

Algo más de dos meses de una cuarentena draconiana, que encerró en sus casas a unos 100 millones de personas en la provincia de Hubei y restringió los movimientos de otros 760 millones en el conjunto del país, han corregido los errores iniciales del régimen. Cuando se cerró Wuhan, el 23 de enero, cinco millones de sus vecinos ya habían salido de la ciudad, llevándose consigo el virus. Según un estudio de la Universidad de Southampton y del Wuhan Center for Disease Control (Centro para el Control y Prevención de Enfermedades), un 95% de los casos se habría evitado si las medidas de contención se hubiesen tomado tres semanas antes.

Bruce Aylward, jefe de la misión de expertos enviada a China por la OMS, ha dicho que nunca antes había visto una aplicación tan rigurosa de normas de salud pública. La crisis ha dado un giro de 180 grados, inimaginable hasta hace muy poco y que ha cambiado de golpe su narrativa.

China ha anunciado envíos masivos de medicinas y equipos médicos (respiradores, fármacos antivíricos, máscaras protectoras…) a Italia, España, Filipinas, Irán, Irak, entre otros países europeos y asiáticos, y 54 africanos. El multimillonario chino Jack Ma ha enviado incluso un millón de máscaras y medio millón de kit de pruebas de detección a Estados Unidos.

Donald Trump, en cambio, no informó con antelación a los aliados europeos de su decisión de interrumpir los vuelos transatlánticos y tampoco ha hecho el menor intento por emular el liderazgo mundial de George W. Bush en la crisis financiera de 2008 o el de Barack Obama en la epidemia de ébola en 2014.

Si China se consolida como líder mundial de la lucha contra la pandemia y su economía recupera el pulso, como anticipa Oxford Economics, su victoria será indiscutible. Según datos oficiales, en tasas interanuales entre enero y febrero, la producción industrial cayó un 13,5% y las ventas minoristas un 20,5%, cifras sin precedentes desde 1976. Una recuperación económica china en “V” ayudaría al resto del mundo a recuperar su comercio exterior y a China a ganar mercados en sectores estratégicos como la tecnología 5G, trenes de alta velocidad y la inteligencia artificial, aprovechando la debilidad de sus competidores extranjeros.

Según Bruno Maçães, exdirector de asuntos europeos de la cancillería portuguesa y hoy investigador en el Hudson Institute, China va a aprovechar la crisis como una oportunidad para demostrar la superioridad de su modelo y llenar el vacío de liderazgo mundial, al que ha renunciado Washington por primera vez desde 1945, en una derrota diplomática autoinfligida.

De hecho, fue Emmanuel Macron quien organizó una videoconferencia de los líderes del G7 después de que Trump, presidente rotatorio del grupo, declinara tomar la iniciativa pese a las dos llamadas del presidente francés a la Casa Blanca. Todos los países desarrollados occidentales están pasando su prueba de fuego al tener que compatibilizar la protección de sus ciudadanos con el respeto a sus libertades y derechos, apelando a su sentido de la responsabilidad colectiva.

Estados Unidos ya se ha convertido en el país con mayor número de personas infectadas. Según el Banco Mundial, Estados Unidos tiene 2,5 camas de hospital por 1,000 habitantes, frente a las 8,3 de Alemania. Xinhua, la agencia oficial china de noticias, ha advertido a Washington que si no tiene cuidado –refiriéndose probablemente a la afición de Trump de llamar “el virus chino” al Covid-19–, China podría prohibir la exportación a Estados Unidos de antibióticos, lo que lo conduciría al “infierno de una nueva epidemia de neumonías”.

Estados Unidos importa de China los componentes básicos del 90% de los antibióticos que consume. Antes de la crisis, el gigante asiático fabricaba la mitad de los respiradores del mundo y desde entonces ha multiplicado por 12 su producción. “Todas las opciones están sobre la mesa”, ha declarado Geng Shuang, portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores chino.



JMRS