Valores Morales

Semana Santa a puerta cerrada

2020-04-07

Será tal vez la oportunidad de que algunos sacerdotes expliquen bien en la trasmisión...

Por Antonio Borda

Por televisión o por internet podremos participar de las ceremonias del jueves y viernes santos, y del domingo de resurrección, simplemente sentados frente a una pantalla y en alguna sala o habitación de casa, como lo han venido haciendo de tiempo atrás algunos ancianos y enfermos que todavía tienen fe, y agradecen a Dios poder asistir a misa diaria o dominicalmente frente al televisor.

Pero esta vez será una buena parte del pueblo católico el que estará obligado a no poder ir al templo no solamente por prevención para no contagiarse del misterioso virus, sino por obediencia a las autoridades religiosas que así lo han dispuesto.

Según algunos cálculos estadísticos, en América Latina todavía un poco más del sesenta por ciento se dice católico. Lo que puede ser un tanto deprimente para la conciencia de algunos de nuestros pastores, ya que hace cincuenta años atrás se calculaba poco algo más del ochenta por ciento. Ha decaído no solamente la práctica religiosa sino la propia fe pues aunque el número de evangélicos se mantiene estable sobre un veinte por ciento aproximadamente, el de agnósticos y ateos ha aumentado más o menos un diez por ciento, es decir pasó de un siete a un dieciocho en el mismo lapso de tiempo.

Hoy se dice que estadísticas y encuestas no son del todo confiables, pero algún incipiente indicativo puede significar, sobre todo cuando se verifica la realidad que dominicalmente vemos en las iglesias: el promedio de edad que asiste a los oficios religiosos está entre los cincuenta y sesenta años, lo cual no deja de ser poco tranquilizador, pues cada vez es más rara la gente joven que se ve en misa.

A veces una pareja de adultos mayores comparte banca en el templo con un par de jóvenes que acompaña a sus padres, pero notoriamente no están participando de nada. A la salida del templo se le puede preguntar de qué trató el Evangelio y no van a saber responder.

Pero lo interesante de la actual situación es que si los párrocos a puerta cerrada organizan el ceremonial santo y los trasmiten por internet, muy probablemente será grande el número de los que escucharán con atención las lecturas, verán el lavatorio de los pies, la bendición de fuego, el solemne traslado del Santísimo Sacramento a la urna del monumento y otros detalles que a veces se pierden la mayoría de los asistentes al templo.

Será tal vez la oportunidad de que algunos sacerdotes expliquen bien en la trasmisión lo que se está haciendo y el excelso significado de todo ello. A puerta cerrada, como en la catacumbas y a la sombra de algo que algunos piensan pareciera una discreta persecución religiosa en la temporada de mayor significado para toda la cristiandad y el mundo entero, cuando la historia quedó dividida en un antes y un después a la vista de la mayor injusticia que se le ha cometido a un joven predicador inocente que demostró plenamente ser Hijo de Dios. ¿Será la ocasión de una gran catequesis mundial?

Pero ciertamente no se cae la hoja de un árbol sin el consentimiento de Él, que ahora permite esta difícil situación y que será una prueba para nuestra fe. Los padres de familia no tendrán disculpa y delante de las pantallas podrán explicarle a sus hijos las ceremonias, mamá organizará el ayuno y la abstinencia en casa, se rezará el rosario, el viacrucis y finalmente el domingo de Resurrección un suculento y alegre desayuno pascual podrá compensar todo, y tal vez así vuelvan muchos a la fe especialmente en el bloque de nuestras naciones iberoamericanas, esperanza de la Cristiandad.


 



regina

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