Salud

Las mascarillas podrían ser la "nueva normalidad" en Estados Unidos tras los confinamientos

2020-04-16

Los gobernadores de Connecticut, Maryland, Nueva York y Pensilvania emitieron órdenes o...

Por Maria Caspani y Jessica Resnick-Ault

NUEVA YORK, (Reuters) - La cifra de muertos por la pandemia de coronavirus en Estados Unidos se situó cerca de los 31,000 el miércoles, mientras los gobernadores locales comienzan a preparar cautelosamente a los estadounidenses para una vida postconfinamiento que probablemente incluirá llevar mascarilla como “la nueva normalidad”.

Los gobernadores de Connecticut, Maryland, Nueva York y Pensilvania emitieron órdenes o recomendaciones para que sus residentes usen mascarillas cuando salgan de la cuarentena en las próximas semanas.

“Si vas a estar en público y no puedes mantener el distanciamiento social, entonces hay que llevar una mascarilla y ponérsela”, dijo el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, del Partido Demócrata.

Órdenes similares se impusieron en Nueva Jersey y Los Ángeles la semana pasada, mientras que el martes la gobernadora de Kansas, Laura Kelly, recomendó a la población que se tape la cara.

El gobernador de California, Gavin Newsom, ha dicho que los residentes del estado más poblado de la nación probablemente usarán mascarillas en público durante algún tiempo.

“Vamos a volver a la normalidad. Será una nueva normalidad”, dijo el gobernador de Connecticut Ned Lamont, repitiendo una frase usada por al menos dos de sus compañeros gobernadores en los últimos días.

Los gobernadores del Medio Oeste de Estados Unidos también están elaborando planes conjuntos para reactivar sus economías, según dijo Jordan Abudayyeh, portavoz del gobernador de Illinois J.B. Pritzker.

En Michigan, cientos de coches inundaban el miércoles las calles alrededor del Capitolio del estado en Lansing para protestar contra las órdenes de la gobernadora demócrata Gretchen Whitmer de quedarse en casa, que son de las más estrictas del país.

Algunos manifestantes, en una convocatoria organizada por grupos conservadores y partidarios del presidente Donald Trump, salieron de sus coches para reunirse en el césped frente al edificio del Capitolio, muchos de ellos sin llevar mascarillas ni practicar el distanciamiento social.

EL COSTE PARA EL PERSONAL DE SALUD

Hasta el miércoles por la noche, 30.885 personas en los Estados Unidos habían muerto de COVID-19, la enfermedad respiratoria causada por el nuevo coronavirus, según un recuento de Reuters.

Esta cifra incluye más de 4,000 muertes recientemente atribuidas a la enfermedad en la ciudad de Nueva York, después de que las autoridades sanitarias revisaran su metodología para incluir casos “probables” pero no confirmados.

Los trabajadores sanitarios han sufrido una mayor exposición a riesgos para su salud al enfrentarse a la pandemia.

Reuters ha identificado a más de 50 enfermeras, médicos y técnicos sanitarios que han muerto después de ser diagnosticados con COVID-19 o con síntomas de la enfermedad. Al menos 16 murieron en el estado de Nueva York.

“La sala de emergencias es como una zona de guerra”, dijo Raj Aya, cuya esposa, Madhvi Aya, una auxiliar de enfermería de Brooklyn, fue una de las trabajadoras sanitarias que murió en Nueva York.

A medida que el brote comienza a tocar su pico, los líderes políticos han comenzado a debatir cómo y cuándo comenzar el proceso de reversión de unos cierres sin precedentes que han dañado la economía y han confinado a un gran número de estadounidenses.

El gobernador del estado de Washington, Jay Inslee, dijo en una conferencia de prensa vespertina que el mayor obstáculo para el retorno a la normalidad es la escasez de test de coronavirus.

“Sencillamente no hemos tenido suficientes equipos de diagnóstico, no existen en ninguna parte de Estados Unidos en este momento”, dijo Inslee, quien añadió que el Estado había comprado alrededor de un millón de bastoncillos, junto con frascos y otros medios para hacer pruebas, pero que apenas estaban empezando a llegar.

En su conferencia de prensa diaria en la Casa Blanca horas más tarde, Trump se jactó de que Estados Unidos tiene “el sistema de pruebas más amplio del mundo”. Sin embargo, añadió que las pruebas son un problema de los estados y no del Gobierno federal.



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