Vox Dei

¿Acaso no tendrán en cuenta mis consejos y se burlarán de mis advertencias?

2020-05-15

Estos son Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel, para que con ellos adquieran...

Proverbios

"Escucha, hijo mío, los consejos de tu padre,
no rechaces las advertencias de tu madre"

Introducción

El libro de los Proverbios es, junto con el de Qohelet, el testimonio más característico de la “sabiduría” hebrea. Es uno de los que mejor encarna un espíritu opuesto o complementario al que inspiró los libros de los profetas o de los sacerdotes. Puede causar admiración o indiferencia; pero ha gozado siempre de una popularidad excepcional tanto en el mundo monástico como en el pueblo cristiano más sencillo.

Los Proverbios no son extraños a la literatura profética; en Jeremías especialmente, pero también en Isaías y Amós, muchos pasajes son del mismo tenor: véase Jer 17,1-18. Los Salmos, a su vez, se alimentan tanto de la corriente profética como de la tradición de los sabios. No obstante, uno se siente aquí en otro mundo y la oposición de esas dos corrientes nos ayuda a captar mejor aspectos esenciales de la Biblia.

En primer lugar hay que recordar que la cultura hebrea era esencialmente oral, y así fue hasta la época del Evangelio, aun cuando fueran incontables los documentos escritos. Para nosotros lo oral es algo frágil y deformable; decir que la tradición se transmitió oralmente antes de la redacción de lo escrito, es como poner en duda su veracidad. No pasaba lo mismo en la cultura hebrea en la que las formas de la poesía, de la declamación, o de la memorización permitían fiarse de lo oral.

En tales condiciones, si bien el estudio de los proverbios de la Biblia pone de manifiesto puntos de contacto con tal o cual escrito de sabiduría de los pueblos vecinos, especialmente de Egipto, no llega sin embargo a lo esencial. La base de los proverbios es una sabiduría popular en la que desaparecen los autores. Sirac lo recalca: “El hombre instruido entiende una palabra sabia, la aprecia y le agrega otra” (Si 21, 15).

El pueblo tiene su propia experiencia de Dios y de la vida, que no es la de los sacerdotes ni la de los profetas. Aquí no hay necesidad de ellos, y aun cuando se crea en su inspiración, se ve la vida y la relación con Dios sin depender siempre de la alianza de Dios y sus oráculos. Estamos en un mundo laico en el que se sabe que la piedad no basta, que la estupidez es una gran miseria, que en la vida hay que saber defenderse, que el hombre es reconocido por sus cualidades humanas, y que la nobleza del alma vale más que todos los discursos.

No hay que extrañarse, pues, si los libros de sabiduría de la Biblia coinciden a menudo con la sabiduría de otros pueblos de todos los tiempos y parece que no se elevan mucho, religiosamente hablando. Esto no impide que expresen las certidumbres fundamentales de la fe judía y cristiana: el hombre es responsable de sus actos; la experiencia es la que nos lleva a la verdad y es la piedra de toque de lo que afirman los sabios; Dios ha ordenado el mundo y se revela en la creación; nuestra sabiduría tiene límites y más allá de su dominio sólo podemos confiar en la justicia y en la providencia de Dios.

Proverbios 1

Estos son Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel, para que con ellos adquieran sabiduría y educación, y entiendan las palabras que abren la inteligencia, para darles lecciones de buen juicio y así lleguen a ser justos, honrados y leales.

La gente sencilla aprenderá a juzgar bien, los jóvenes se instruirán, su espíritu se abrirá.

Comprenderán los proverbios y refranes, las palabras de los sabios y sus enigmas.

Que el sabio escuche, y ganará en saber; el hombre inteligente sabrá dirigir a los demás.

El comienzo del saber es el temor de Yavé, únicamente los tontos desprecian la sabiduría y la disciplina.

INVITACIÓN A LA SABIDURÍA

Evitar las malas compañías

Escucha, hijo mío, los consejos de tu padre, no rechaces las advertencias de tu madre:

Serán una hermosa corona para tu cabeza, un collar para tu cuello.

¡Hijo mío, si los pecadores quieren arrastrarte al mal, no los sigas! Tal vez te dirán: “Ven con nosotros, aguardaremos el buen momento” —¡y es para matar!

“Tenderemos una trampa”— ¡una trampa al inocente que no la merece! Como la muerte nos lo tragaremos, y entero, como los que van a la fosa. Apiñaremos las cosas de valor, y nuestras casas se llenarán con el botín. Todo lo pondremos en común y tendrás también tu parte”.

Hijo, no sigas sus pasos, aléjate de sus caminos: sus pies corren hacia el mal, y dentro de poco derramarán sangre!

El pájaro que advierte la trampa no cae en ella, pero ellos, acechan su propia vida y trabajan contra sí mismos. Así acabará cualquier hombre que vive de rapiñas: un día cualquiera la rapiña le cobrará la vida.

Escúchame hoy

La sabiduría grita por las calles, levanta su voz en las plazas. Presenta su llamado en las encrucijadas, pronuncia su mensaje en las puertas de la ciudad:

¿Por cuánto tiempo más, gente insignificante, preferirán sus estupideces? ¿Hasta cuándo los burlones se entretendrán con sus mofas y la gente estúpida se negará a saber?

Oigan pues mis advertencias y derramaré sobre ustedes mi espíritu.

Si los llamo, ¿se alejarán? Si les tiendo la mano, ¿me rechazarán?

¿Acaso no tendrán en cuenta mis consejos y se burlarán de mis advertencias? Entonces yo también me reiré de su miseria, me burlaré cuando sean presa del miedo, cuando les alcance el huracán del terror y se los lleve el torbellino de las desdichas, cuando queden bajo el peso de la miseria y de la angustia.

Entonces me llamarán pero no responderé, me buscarán pero no me hallarán. Porque no quisieron el saber, no eligieron el temor de Yavé. La gente que no buscó mis consejos y despreció mis advertencias comerá los frutos de sus errores y de su propio parecer hasta que no pueda más.

A los tontos los perderá su porfía, y a los irresponsables su propia dejación, pero el que me escucha dormirá en paz, no tendrá que temer la desgracia.



JMRS