Testimonios

Joaquín Navarro-Valls, el portavoz

2020-05-28

Autor de un centenar de libros y publicaciones, queremos destacar que en 2010, publicó en...

Por: Luis Javier Moxó Soto 

Joaquín Navarro-Valls, nacido en Cartagena (Murcia, España) el 16 de noviembre de 1936, inició sus estudios en el colegio alemán ('Deutsche Schule') de su ciudad natal y realizó los estudios superiores en las facultades de Medicina de las Universidades de Granada y Barcelona. Fue ayudante en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona y encargado del Servicio Policlínico en el departamento de Patología Médica.

Entró en relación con el Opus Dei cuando, siendo estudiante de Medicina en Granada, pidió plaza en el Colegio Mayor Albayzín. En aquellos años universitarios, se dedicó bastante al teatro, no solo como espectador, sino sobre todo como actor.

Después de terminar la carrera en Barcelona, regresó a Granada. Entre tanto había pedido la admisión en el Opus Dei, y al volver a la ciudad andaluza se le encomendó precisamente la dirección de aquel mismo Colegio Mayor en que había sido residente.

Tras terminar la carrera de Medicina, hizo la especialización en Psiquiatría con doctorado. Para no abandonar sus inquietudes literarias, en 1968 se graduó como Licenciado en Periodismo en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Navarra en Pamplona. Algunos años más tarde, su actividad como periodista le dará acceso al trabajo por el que llegaría a ser más conocido.

En los años sesenta, fue secretario de la Delegación del Opus Dei en Barcelona y colaboró en la puesta en marcha de diversas iniciativas apostólicas, sociales y educativas, en Cataluña y Aragón.

A comienzos de los años 70 se trasladó a Roma, y colaboró con San Josemaría Escrivá en las tareas de comunicación del Opus Dei, donde le tocó informar del fallecimiento del fundador (26 de junio de 1975) y de la elección del sucesor, el ahora beato Álvaro del Portillo.

En Roma, también trabajó como corresponsal del diario ABC. Ese cargo comprendía los países del Mediterráneo oriental, lo que le obligó a viajar con frecuencia a los países de Oriente Medio. En 1983, fue elegido presidente de la Stampa Estera, la asociación de corresponsales extranjeros en la Ciudad Eterna.

En 1984, san Juan Pablo II le nombró director de la Oficina de prensa del Vaticano. Desde entonces, su figura ha estado asociada a la del Papa Wojtyla hasta su muerte en 2005, y después también a la de Benedicto XVI, con quien siguió desempeñando el mismo cargo durante los quince primeros meses de su pontificado.

Su relación con san Juan Pablo II fue muy estrecha: el Papa le encargó misiones delicadas ante figuras como Gorbachov o Fidel Castro, así como para representarlo en las importantes Conferencias Internacionales de la ONU en el Cairo (1984), Cophenhague (1995), Pekín (1995) y Estambul (1996). Dijo: "Soy consciente de que tendré que rendir cuentas a Dios -decía en 1993, todavía en vida del pontífice polaco-, por la inmensa suerte de haber podido trabajar cerca de un hombre, en cuyo entorno se palpa la existencia de la gracia". Les unía una gran amistad, pues lo mismo jugaban al tenis que se iban, junto con otras pocas personas, durante muchos años en algunos periodos veraniegos de reposo y excursión a la montaña

En 2006, al cumplir setenta años, y a petición suya, a los quince meses del pontificado de Benedicto XVI, fue relevado en la Oficina de prensa de la Santa Sede por el padre Federico Lombardi. Después, colaboró por algún tiempo como columnista del diario La Repubblica y en varias televisiones italianas e internacionales.

Recibió cinco doctorados Honoris Causa, entre ellos el de la Universidad CEU Cardenal Herrera en junio de 2005,  el de la Universidad Católica San Antonio de Murcia y el de la Universitat Internacional de Catalunya, en mayo de 2010, además del Premio Luka Brajnovic de 2005 por la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra).

En los últimos años de su vida, este brillante médico y periodista español, desde enero de 2007, fue además presidente del Consejo Asesor (Advisory Board) de la Universidad Campus Bio-Médico de Roma y presidente de la Fundación Telekom Italia.

Autor de un centenar de libros y publicaciones, queremos destacar que en 2010, publicó en Plaza & Janés el libro “Recuerdos y reflexiones”.

El que fuera director de la Sala de prensa de la Santa Sede durante 22 años (1984-2006), el primer laico en esta función, falleció el 5 de julio de 2017, a sus 80 años, en su residencia romana, acompañado por los fieles de la prelatura del Opus Dei con quienes vivía.

El funeral fue celebrado dos días después, por el vicario general de la prelatura del Opus Dei, Mons. Mariano Fazio, en la iglesia de san Eugenio en Roma, donde dijo que «Joaquín era un hombre muy agradecido, aunque tenía un cierto pudor en manifestarlo», y le destacó como «un hombre de fe, y durante toda su vida procuró ser consecuente con lo que creía». Reflexionó Mons. Fazio en torno a «tres ideas que pueden resumir una vida plena, lograda, llena de amor a Dios y de servicio a los demás». Las tres ideas fueron: lealtad, profesionalidad y entrega o don de sí.

Hubo clima de familia y alegría en sus exequias. Lágrimas, pero ninguna cara triste. Las lecturas y oraciones de los fieles corrieron a cargo de su hermano el catedrático español Rafael Navarro Valls, su secretaria, los médicos que le cuidaban y un antiguo empleado de la oficina de prensa de la Santa Sede.

D. Rafael Navarro-Valls, catedrático emérito de la Universidad Complutense, jurista y vicepresidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España, presentaba hace unos meses en la sala de Prensa del Vaticano un libro que lleva el nombre de su hermano y que ha coordinado, “El portavoz” (Editorial Rialp), que recoge veinte testimonios sobre la época que estuvo al frente de la Oficina de Prensa vaticana, antes de que se publiquen en próximas fechas las memorias. Acompañaron al autor: el P. Federico Lombardi S.I. ex director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el  ex-vicedirector Padre Ciro Benedettini C.P. y la periodista mexicana Valentina Alazraki. Moderó Alessandro Gisotti, director “ad interim” de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

En Madrid, tuvo lugar la presentación en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España, interviniendo el presidente de dicha institución, Manuel Pizarro; Bieito Rubido, director del diario ABC; y Cristina López-Schlichting, directora del Programa ‘Fin de Semana’, de la Cadena COPE.

Se presentó en Murcia, en el aula de Cultura de la Fundación Cajamurcia, acompañaron al autor, su hermano Javier Navarro-Valls, ex-subdirector general de Cajamurcia; Carlos Egea Krauel, presidente de la Fundación Cajamurcia; y Alberto Aguirre de Cárcer, director de “La Verdad”.

D. Rafael, ¿cuál es el recuerdo más imborrable, la vivencia más entrañable, que tiene usted de su hermano Joaquín, aparte de su faceta profesional y mediática, a distancia o lejos de los focos? ¿se le llegó a conocer verdaderamente, por lo que ha podido recibir y percibir de testimonios de amigos, compañeros de profesión y demás?

Joaquín era una persona audaz y valiente. Ambos éramos aficionados a la pesca submarina. En una ocasión íbamos ambos en zonas de profundidades entre 10/15 metros. Yo atisbé un gran pulpo (pesó 11 kilos) y me lancé tras él. Lo atravesé con el arpón, pero se introdujo bajo una piedra. Yo lo seguí, pero con tan mala fortuna que me atrapó el brazo, dejándome inmovilizado a unos 12 metros. Joaquín se percató y bajó rápidamente con el cuchillo que solemos llevar atado a la pierna y cortó de un tajo el tentáculo que me mantenía atrapado. Puede decirse que me salvó la vida. No sé si es un recuerdo “entrañable”, pero desde luego es imborrable.

En una entrevista que le hicieron a usted en el diario "La Razón" en mayo de 2019, decía que la publicación de las memorias de su hermano estaban previstas para ser publicadas en octubre del pasado año y que, por eso antes, era el momento adecuado para publicar "Navarro-Valls. El portavoz". ¿Se tiene alguna previsión de esa esperada fecha, habida cuenta que su hermano ya dijera a la agencia Europa Press en el 2007: "A nivel personal, como proyecto, me estoy planteando el hecho de escribir mis memorias de estos veinte años vividos con Don Juan Pablo II y Benedicto XVI, pero esperaré algún año más hasta poder ver los temas con más perspectiva." ¿Tenemos ya esa perspectiva de él y suya cumplidas? ¿qué espera podrían aportar de nuevo? ¿nos puede adelantar de las mismas algo que no sepamos aún y que sea interesante para ahondar más en la personalidad y profesionalidad de su hermano?

Joaquín al morir dejó unos 500 folios de recuerdos personales que abarcan el casi cuarto de siglo que pasó con san Juan Pablo II y Benedicto XVI. De los textos, había seleccionado y reelaborado más de 300 páginas. Se está haciendo un trabajo de aclaración con notas de nombres, situaciones etc.

Terminado este trabajo, pienso que una buena fecha de publicación podría ser en torno al 15 de mayo de este año, en el que se cumple el centenario del nacimiento de Juan Pablo II. Desde luego, serán unas Memorias muy interesantes en las que vuelca sus vivencias en torno a los importantes acontecimientos de los que fue testigo privilegiado durante los pontificados de san Juan Pablo II y Benedicto XVI. Describe muchos hechos inéditos que interesarán a todos, creyentes o no.

¿En qué sentido su hermano revolucionó la comunicación de la Iglesia en sus 22 años de portavoz de la Santa Sede, de 1984 a 2006? ¿Cuáles son las valoraciones más coincidentes de los veinte testimonios de los profesionales, y amigos al mismo tiempo, que le conocieron más de cerca durante esa actividad, y que usted ha recogido en su libro?

Hace unos meses, el libro coordinado por mí (El portavoz, 4ª edición) fue presentado en el Vaticano. Los muchos periodistas asistentes de todo el mundo y los distintos portavoces que continuaron su labor, coincidieron en su mención como “revolucionario de la comunicación”.

Y, ahora, la sala de corresponsales acreditados en el Vaticano ha pasado a denominarse “Sala de Joaquín Navarro- Valls, director de Prensa de la Santa Sede”. Estoy persuadido de que la “revolución de la comunicación” que le pidió Juan Pablo II no se quedó en él, sino que ha creado escuela en el vaticano y en la Iglesia. El verdadero legado de Joaquín pienso que es haber contribuido a que un portador de la Verdad (el Papa) comunicara mejor y llegara con mayor eficacia a más personas.

¿Cuáles fueron los momentos más gratificantes y los más duros, de su hermano, a nivel profesional, como presidente de la Asociación de la Prensa Extranjera en Italia en 1983 y 1984, y como portavoz de la Santa Sede después?

De su época de presidente de la Sala de prensa Extranjera en Roma, recuerdo su reacción cuando dos de sus colegas fueron detenidos en una base militar italiana, al intentar hacer un reportaje. El gobierno italiano reaccionó con la amenaza de un juicio por espionaje. Joaquín se plantó en el Ministerio competente haciendo notar lo desmesurado de la medida. El tema se diluyó cuando Joaquín amenazó con movilizar a la prensa mundial contra la reacción anómala con relación a dos excelentes profesionales, si no los liberaban. Al día siguiente los periodistas estaban en la calle.

Con relación a su tarea como portavoz de la Santa Sede pienso que el momento más amargo fue cuando tuvo que anunciar - con lágrimas en los ojos- la muerte de san Juan Pablo II.

Otro momento duro fue levantar los cadáveres de dos guardias suizos, uno asesinado, junto con su mujer, y el asesino suicidado. Un hecho inédito en los pasillos vaticanos. En otro orden de cosas, un momento duro fue también su directo enfrentamiento con el vicepresidente norteamericano Al Gore en la Conferencia de El Cairo. Joaquín directamente le acusó de manipular el debate y promover decisiones equivocadas en materia de población de manera turbia. Por si hubieran quedado dudas, cuando un periodista norteamericano le preguntó después de su intervención: “¿Afirma usted que el vicepresidente de Estados Unidos miente? “Joaquín contestó, sin inmutarse: “Sí, eso es lo que digo”.

Muchas gracias, D. Rafael. Por último, queremos preguntarle: ¿qué razón más importante, para usted, ha sido tan clave de la contribución de su hermano en la comunicación de la Iglesia y la diplomacia vaticana? ¿Qué ejemplos o lecciones dio su hermano que aún debemos tener hoy más presentes los periodistas y comunicadores, sobre todo de información y difusión de la actualidad y cultura católicas?

Su independencia y estrecho contacto, primero con san Juan Pablo II, después con Benedicto XVI se vieron facilitados por su nulo deseo de hacer carrera en la curia. Algo que suele ser raro en los medios vaticanos y que fue una lección de libertad profesional.

De hecho, cuando dejó el cargo, eludió cualquier cargo en la Santa Sede, para dedicarse a la promoción de la medicina en una universidad romana especializada en ciencias de la salud.

Unía una probada capacidad de conversador profundo y brillante, con el dominio de idiomas y una lealtad a prueba de bomba a los papas que sirvió. Tal vez esto le llevó a tener una profunda amistad y confianza con san Juan Pablo II. Este le contaba todo: coloquios con jefes de estado como Reagan, Gorbachov o Fidel Castro. El papa polaco le dejaba total libertad para transmitir sus mensajes. No recordaba ninguna ocasión en que le hubiera dado indicaciones precisas sobre qué decir y cómo hacerlo. Eso era tarea de Joaquín, en el que tenía una gran confianza.


 



regina

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