Internacional - Seguridad y Justicia

Trump enarbola la bandera de la ley y el orden ante la ola de violencia

2020-06-02

Desde que estalló el conflicto, Trump pasa de puntillas sobre este problema de fondo y se...

Amanda Mars, El País

Donald Trump se ha topado con un estallido social a cinco meses de las elecciones presidenciales y ha decidido jugar la baza de la mano dura, enarbolar la bandera de la ley y el orden, ante la escalada violenta de las protestas por la brutalidad policial contra los afroamericanos. Más allá de condenar los saqueos y los ataques a los bienes, algo que han compartido todos los líderes políticos, el presidente ha decidido ir más allá al calificar los hechos de “terrorismo nacional”, lo que le sitúa ante un relato muy distinto del de la ira contra el racismo. El lunes planteó que recurriría al Ejército si la espiral seguía.

En paralelo a las protestas pacíficas de miles de estadounidenses, una ola de vandalismo ha provocado grandes destrozos en todo el país, saqueando establecimientos, prendiendo fuego edificios en las grandes ciudades y sembrando el pánico en un sector comercial que precisamente acaba de pasar un cierre de dos meses a raíz de la pandemia. Donald Trump se dirigió el lunes a la nación desde los jardines de la Casa Blanca, tras una semana de terremoto social, pero lo hizo sobre todo hacia el enfado de los ciudadanos ante semejantes imágenes de violencia.

“Estos no son actos de protesta pacífica, son actos de terrorismo nacional”, dijo. Faltaban unos minutos antes de que entrara en vigor el toque de queda en la capital de Estados Unidos, ante una nueva noche de protestas por todo el país en repulsa por la muerte en Minneapolis del afroamericano George Floyd a manos de la policía, que dos autopsias calificaron el lunes de homicidio. Y, de nuevo, acusó de orquestar los disturbios a “anarquistas profesionales” y al movimiento Antifa, una difusa red de grupúsculos de militancia antifascista, al que este fin de semana amenazó con ponerle el sello de organización terrorista.

“Soy vuestro presidente de la ley y el orden”, dijo Donald Trump a los estadounidenses, en un discurso que recordaba mucho al que pronunció en la convención republicana de 2016, cuando fue formalmente coronado candidato a la Casa Blanca.

La referencia a la “ley y orden” se pierde en la historia americana, pero es a Richard Nixon a quien se le atribuye más a menudo esa expresión, que utilizó precisamente durante su discurso de la Convención Republicana de 1968, marcada por los graves disturbios raciales en Los Ángeles, los asesinatos de Bob Kennedy y Martin Luther King y las protestas por la guerra de Vietnam. En extensión geográfica y duración, esta es la mayor oleada de protestas desde entonces.

En la convención de Trump en 2016, la primera jornada se dedicó precisamente a la seguridad e intervino como estrella el alcalde de Nueva York en el 11-S, Rudy Giuliani, conocido como “el alcalde de América” por su gestión de la crisis de los atentados, pero también por la mano de hierro que aplicó contra la delincuencia, que acabó despertando muchas críticas por el sesgo contra los afroamericanos. Los casos de abusos policiales contra los negros, más visibles con los años gracias a las grabaciones con teléfono móvil y las cámaras adosadas a los coches patrulla, son precisamente la espita que ha encendido esta hoguera.

Desde que estalló el conflicto, Trump pasa de puntillas sobre este problema de fondo y se centra en la urgencia por restablecer el orden. La estrategia puede darle votos de cara a noviembre, cuando se juega la reelección frente al demócrata Joe Biden.

El exvicepresidente de la era Obama aventaja en seis puntos a Trump en las encuestas nacionales, según la media de sondeos elaborada por Real Clear Politics (con un 48,6% de votos populares frente al 42,6% del republicano), pero la presidencia de Estados Unidos se juega en los Estados bisagra y el magnate neoyorquino juega la baza del brazo de hierro. No le preocupa perder esos votos afroamericanos que nunca tuvo —una encuesta de Ipsos para el diario The Washington Post señalaba en enero que ocho de cada 10 negros le considera racista— y, en cambio, puede agitar a sus bases.

Policía militar

“Movilizo todos los recursos federales disponibles, civiles y militares”, dijo, y añadió que prepara un despliegue de fuerza que “dominará las calles” hasta que “la violencia sea sofocada”. Mientras la policía rociaba con gas lacrimógeno a los cientos de manifestantes que se concentraban en el exterior de la Casa Blanca, advirtió de que desplegará al Ejército para terminar con la “rebelión”. Si los gobernadores de los Estados, que son competentes en el uso de la fuerza para atajar los altercados, no terminan ya con la violencia, el mandatario apuntó al despliegue del Ejército “para resolver el problema por ellos [los gobernadores]”. La semana pasada, la red social Twitter señaló un mensaje del mandatario por “ensalzar la violencia”.

El presidente criticó este martes la gestión del gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, del Partido Demócrata, por no desplegar a la Guardia Nacional en la Gran Manzana, que el lunes vivió una noche aciaga por los saqueos. También criticó que el alcalde, Bill de Blasio, no decretara el toque de queda hasta las 11 de la noche. Cuomo también responsabilizó a De Blasio, también demócrata. “El cuerpo de policía de Nueva York no hizo su trabajo anoche, creo que subestima el problema”.

En la ciudad de Washington, el único territorio del país en el que puede hacerlo, el presidente ha ordenado el despliegue de un batallón de la Policía Militar, según el Departamento de Defensa. Se trata de una unidad de entre 200 y 500 soldados procedentes de Fort Bragg, en Carolina del Norte. En Minnesota, epicentro de las protestas, y en otros Estados, los gobernadores han declinado la oferta del presidente, y han decidido recurrir a sus propias tropas de la Guardia Nacional.



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