Internacional - Política

El fracaso ante la covid-19 es de los republicanos, no de Estados Unidos

2020-06-26

Bueno, yo sigo viendo declaraciones de que los estadounidenses han sido demasiado impacientes para...

Por PAUL KRUGMAN | El País

26 JUN 2020 - 17:30 CDT Hace unos meses, buena parte de Estados Unidos soportaba el infierno de luchar contra la covid-19. A estas alturas han muerto más de 120,000 estadounidenses; más de 20 millones han perdido su empleo.

Pero parece que todos esos sacrificios han sido en vano. Nunca hemos tenido realmente el coronavirus bajo control, y ahora, los contagios, aunque han caído a un nivel bastante bajo en la zona de Nueva York, el epicentro original de la pandemia, están aumentando en buena parte del país.

Y la mala noticia no se debe solo al aumento de las pruebas de detección. En los nuevos lugares más afectados, como Arizona —donde la capacidad de hacer pruebas se está viendo superada— y Houston, el porcentaje de pruebas que sale positivo se está disparando, lo que demuestra que la enfermedad se expande con rapidez.

No tenía por qué ser así. La Unión Europea, una zona enormemente diversa y con más población que Estados Unidos, ha tenido mucho más éxito a la hora de limitar la propagación de la covid-19 que nosotros. ¿Qué ha ido mal?

La respuesta inmediata es que muchos Estados hicieron caso omiso de las advertencias de los expertos sanitarios y se apresuraron a reabrir su economía, y demasiada gente incumplió las reglas de precaución básicas, como llevar mascarillas y evitar las aglomeraciones. ¿Pero a qué se debe tamaña insensatez?

Bueno, yo sigo viendo declaraciones de que los estadounidenses han sido demasiado impacientes para mantener el rumbo, demasiado reacios a actuar con responsabilidad. Pero son declaraciones sumamente engañosas, porque evitan afrontar la esencia del problema. No son los estadounidenses los que han suspendido la prueba de la covid-19, sino los republicanos.

Después de todo, el noreste del país, con una mayoría de gobernadores demócratas ha sido debidamente cauto con la reapertura, y sus cifras se parecen a las de Europa. California y Washington son estados demócratas que están experimentando un aumento de casos, pero partían de una base relativamente baja, y sus gobernadores demócratas están tomando medidas como exigir el uso de mascarillas y parecen dispuestos a dar marcha atrás a la desescalada.

De modo que las malas noticias proceden de los Estados controlados por los republicanos, en especial Arizona, Florida y Texas, que se apresuraron a desescalar y, aunque algunos están ahora aminorando el ritmo, no han dado marcha atrás. Si el noreste se parece a Europa, el sur empieza a parecerse a Brasil.

Y no son solo los gobernadores y las legislaturas estatales republicanos. Según el sondeo llevado a cabo conjuntamente por The New York Times y el Siena College, los votantes en general están a favor de dar prioridad al control de la pandemia sobre la reapertura de la economía, pero los votantes republicanos, presumiblemente siguiendo el ejemplo de la Casa Blanca y Fox News, adoptan la posición contraria.

Y no se trata solo de decisiones políticas. El partidismo parece estar guiando también la conducta individual, de modo que es significativamente más probable que los que se declaran demócratas lleven mascarilla y practiquen el distanciamiento social que los que se declaran republicanos. Por tanto, la cuestión no es por qué “Estados Unidos” no ha logrado enfrentarse con eficacia a la pandemia, sino por qué el Partido Republicano se ha aliado de hecho con el coronavirus.

Parte de la respuesta es la política a corto plazo. A principios de este año, el mensaje para la reelección de Donald Trump se basaba en el triunfalismo económico: el desempleo se mantenía bajo, las Bolsas subían, y el presidente contaba con que las buenas cifras lo auparan en noviembre. Trump y sus funcionarios perdieron semanas cruciales negándose a reconocer la amenaza viral porque no querían oír ninguna noticia mala. Y presionaron para que se produjera una apertura prematura, porque querían que las cosas volvieran a verse como en febrero. De hecho, hace solo unos días los mismos funcionarios de Trump salieron a descartar los riesgos de que se produzca una segunda oleada.

Me atrevería a insinuar que la negación del coronavirus por parte de los republicanos va más allá de Trump y sus perspectivas electorales. El aspecto clave, diría yo, es que la covid-19 es como el cambio climático: no es un tipo de amenaza que el partido quiera reconocer.

No es que la derecha sea reacia al alarmismo. Pero no quiere que le tengamos miedo a amenazas impersonales que requieren una respuesta política efectiva, por no hablar de incomodidades como llevar mascarilla; quiere que tengamos miedo de personas a las que podamos odiar, personas de una raza distinta o arrogantes progresistas.

De modo que en lugar de afrontar la covid-19, los líderes republicanos y los medios de derechas han intentado convertir la pandemia en el tipo de amenaza del que quieren hablar. Es la “kung flu” [juego de palabras entre Kung Fu y “flu”, gripe en inglés] que nos han endilgado los malignos chinos. O una farsa perpetrada por el “Estado Profundo médico” contra Trump.

La buena noticia es que la política de negación del virus no parece funcionar. Esto se debe, en parte, a que el racismo no está cumpliendo su papel como antes: los manifestantes del movimiento Black Lives Matter [Las vidas negras importan] han recibido un amplio respaldo por parte de los ciudadanos, a pesar de los esfuerzos de los sospechosos de rigor por presentarlos como hordas furiosas. Y también se debe, en parte, a que el aumento de los contagios se está volviendo demasiado evidente como para negarlo. La mala noticia es que ese partidismo ha paralizado nuestra respuesta a la covid-19. El virus está ganando, y todo indica que los próximos meses serán una aterradora pesadilla de enfermedad y turbulencia económica rampantes.
 



regina