Salud

López Obrador niega la eficacia “científica” de usar el cubrebocas

2020-07-24

“A mí, tanto el doctor Alcocer [secretario de Salud], como el [subsecretario], doctor...

Carmen Morán Breña | El País

México.- El presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha negado este viernes la necesidad de usar cubrebocas siempre que se observe la distancia física con el interlocutor, rechazando así las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y la de muchos de los dirigentes mexicanos que no dejan de repetir a la población la necesidad de cubrirse par evitar más contagios por coronavirus: “A mí, tanto el doctor Alcocer [Jorge, secretario de Salud], como el [subsecretario], doctor Hugo López-Gatell, me han dicho que no necesito el cubrebocas si mantengo la sana distancia y en los lugares donde sí es necesario o es una norma, por no decir obligatoria, pues ahí me lo pongo. En el avión lo piden y me lo pongo, en la oficina recibo constantemente a ciudadanos, a dirigentes de todas las organizaciones y lo que hacemos es también mantener la sana distancia”. “La pandemia está perdiendo fuerza poco a poco”, ha asegurado.

Ahora que el presidente Trump hace ostentación de su mascarilla como un elemento patriótico y que el brasileño Bolsonaro no abandona el palacio porque se contagió y ya se ha tapado la boca, quizá solo López Obrador se haya quedado como guardián de afrontar la pandemia de forma temeraria.

En toda la pandemia, el presidente ha sido refractario a la autoridad que emana legítimamente de su Gobierno. Se han dictado normas, pero no se ha vigilado su cumplimiento ni sancionado a los infractores. De ese modo, las cifras indican ahora, por ejemplo, que un 41% de las empresas no esenciales han mantenido sus puertas abiertas durante estos últimos meses de confinamiento sin que nadie les haya reconvenido. “Nada por la fuerza, todo por la razón”, es uno de los mantras del mandatario, y este viernes lo ha vuelto a repetir. Pero muchos ciudadanos están obligados a ponerse el cubrebocas para hacer las compras o para acceder a determinados establecimientos. Si el presidente no lo hiciera así estaría fallándole a otro de sus mantras favoritos: “Al margen de la ley, nada, por debajo de la ley, nadie”.

El tapabocas ha sido uno de los elementos centrales en esta pandemia en todo el mundo y uno de los grandes patinazos de la OMS, que al principio no recomendó su uso, porque solo era útil en la boca de los enfermos, y recientemente rectificó su posición, porque muchos de los que tienen covid-19 son asintomáticos y transmiten la enfermedad sin darse cuenta. Los asintomáticos se han revelado como una de las desagradables sorpresas de esta pandemia por esa razón. Este virus tiene parecido con otros, y a simple vista sus síntomas en la fase leve podrían pasar por una gripe, pero científicos de todo el mundo han informado de que sus características de contagio le convierten en uno de los grandes matarifes de la historia, como ya dejan entrever unos datos de letalidad que se multiplicarán cuando las cuentas sean más exhaustivas.

“No quiero yo entrar en polémica sobre este tema. Si se considerara que con esto se ayuda, entonces lo haría, desde luego, pero no es un asunto que esté ahora sí que científicamente demostrado”, ha insistido el presidente, quien ha abogado por la sana distancia, “eje de toda la campaña”.

Científicos son también quienes, finalmente, han determinado, no sin su previo tira y afloja con la OMS, que la trasmisión del virus mediante aerosoles era cierta, es decir, mientras uno habla, grita, tose, canta. Y eso, en espacios cerrados, sin ventilación, puede ocasionar numerosos contagios. Por ejemplo, un autobús, el metro, una oficina o el despacho donde el presidente recibe a sus visitas de trabajo. Una de las últimas fotos que se hizo, con representantes de la Iglesia, para agradecerles el envió de unos respiradores desde el Vaticano, no parecía que su distancia de ellos fuera muy eficaz contra el coronavirus flotando en aerosoles. Pero López-Gatell, el asesor científico del presidente en esta pandemia, se ha resistido con uñas y dientes al uso de la mascarilla, y solo a veces se la ha puesto, ante la insistencia de los periodistas, que se preguntaba cómo una recomendación científica en todo el mundo tenía tan poco eco entre aquellos que velan por la salud de los ciudadanos. Una cuestión de ejemplo.

Por eso los medios de comunicación le preguntan a menudo al presidente por esa cuestión. Todo el mundo la lleva o recibe machaconas recomendaciones para que lo hagan. ¿Por qué el presidente no? Después de todo, sus funciones como mandatario, viajes, reuniones, discursos, no se verán estorbados por un cubrebocas, y, sin embargo, los ciudadanos tendrían un modelo a seguir, en un país, México, que el jueves informó de un nuevo récord, 8.438 nuevos casos de contagios, que suman 370,000 en total y más de 41,000 fallecimientos. Algunos de los Estados están enfrentando estos días brotes pandémicos de importancia mucho antes de que la enfermedad haya dado signos de remitir. Y Estados como la Ciudad de México se han visto obligados a dar marcha atrás en la tímida apertura emprendida. El presidente, sin embargo, ha apelado en su discurso esta mañana en Oaxaca, al nacionalismo: “El pueblo de México es de los pueblos con más consciencia cívica en el mundo […] ya nos pusimos a la vanguardia, México es un ejemplo mundial en varios campos”. La responsabilidad de México, como la de otros países del mundo se ha manifestado en la calle, donde los ciudadanos llevan mascarillas. Pero López Obrador prefiere seguir la línea de resistencia que en otros momentos lideraron Trump o Bolsonaro, por poner dos buenos ejemplos.



Jamileth