Calamidades

Brasil enfrenta la pandemia a varias velocidades y en ningún lugar está contenida

2020-07-27

La curva de fallecimientos parece estable, pero cada día mueren oficialmente más de...

Beatriz Jucá | El País

No hay un retrato único de la pandemia de coronavirus en Brasil. Avanza a diferentes velocidades en las regiones de un país tan grande y diverso, y los datos generales no reflejan la gravedad de la situación. Hace semanas que los datos brasileños se han estacionado a un nivel preocupante. La curva de fallecimientos parece estable, pero cada día mueren oficialmente más de mil personas de covid-19. Para hacerse una idea, es como si cada día murieran los pasajeros de tres aviones. Hay que observar más de cerca los escenarios heterogéneos de las diferentes regiones para entender por qué Brasil mantiene una meseta tan alta, mientras que otros países tuvieron un pico de muertes y luego una disminución de la curva. Si bien el virus parece estar remitiendo en algunos Estados del norte y el nordeste (los primeros en colapsar sus sistemas sanitarios con la epidemia, como Ceará y Amazonas), está aumentando en los Estados menos afectados al comienzo de la crisis. El número de contagios ahora crece especialmente en parte del sudeste, el sur y el centro occidente, en Estados como Mato Grosso y Río Grande del Sur. Ante esta situación, la gestión del Ministerio de Sanidad, con un comando interino desde mayo, está siendo muy criticada y faltan medicamentos básicos en los hospitales.

En Brasil hoy hay un sistema de varias epidemias, con brotes, olas y variaciones muy diferentes dependiendo de la región, el Estado e incluso el municipio. Para demostrar cómo avanza la epidemia, EL PAÍS ha analizado el promedio móvil de muertes notificadas diariamente por los Estados, un recurso considerado más apropiado por los especialistas consultados para ofrecer un retrato más preciso de la intensidad de la pandemia en las últimas semanas. Para ello, se ha utilizado el monitoreo del Laboratorio de Inteligencia de Salud (LIS) de la Facultad de Medicina del campus de la Universidad de São Paulo en Ribeirão Preto, que suma los resultados de los últimos siete días y los divide por siete, un recurso para mitigar las diferencias diarias en los registros de muertes, que generalmente disminuyen los fines de semana, cuando los profesionales de los laboratorios trabajan de turnos de guardia.

El Brasil de la curva empinada

En las últimas semanas, la velocidad de contagio se ha acelerado en el sur, el centro occidente y parte de los Estados del sudeste. Estos sitios parecían haberse salvado al principio de la pandemia, pero la gestión de los gerentes locales y el aumento característico de las enfermedades respiratorias durante el invierno —comenzó a finales de junio— en estas regiones son algunas variables que impulsan el crecimiento. “Las velocidades en esta parte del país están aumentando muy rápidamente”, señala el investigador Domingos Alves, responsable del LIS. El aumento del contagio en estas regiones ha generado nuevos récords de infecciones a nivel nacional en la última semana.

Un ejemplo del Brasil de la curva empinada es el Estado de Minas Gerais, que durante los primeros meses de la crisis sanitaria presentó una curva relativamente plana. Las autoridades se jactaban de mantener la epidemia bajo control, apostando por las UCI y no haciendo muchas pruebas de detección del virus. Los datos chocaban con el volumen de hospitalizaciones por síndrome respiratorio agudo grave, una complicación de la covid-19 y otras enfermedades. Sin embargo, a partir de junio, el número de muertos por covid-19 en el Estado se disparó. En el último mes, se ha duplicado: hasta el 1 de julio, se registraron 1.007 muertes y, el 23, este total acumulado alcanzó los 2.238 fallecimientos. La curva de muertes en Minas Gerais sigue siendo ascendente, reflejando cómo se ha complicado la epidemia en el Estado.

La situación también ha empeorado en los Estados de Santa Catarina, Mato Grosso, Paraná y Río Grande del Sur. La ciudad de Porto Alegre, por ejemplo, las UCI están colapsadas: el pasado jueves había por lo menos diez personas con coronavirus en urgencias esperando una cama.

El Brasil que ha superado el colapso sanitario

El colapso del sistema sanitario se ha sentido en los Estados del norte y nordeste durante meses. Estas regiones sufrieron los impactos de la epidemia con mayor severidad entre abril y mayo. Y presentan curvas muy diferentes. El ejemplo más claro de esta etapa es el Estado de Amazonas, que en abril sufrió un fuerte aumento del número de hospitalizaciones: el sistema sanitario local se colapsó, faltaban camas en cuidados intensivos y algunos vídeos que mostraban cuerpos en los pasillos de los hospitales se volvieron virales. La curva de muertes por covid-19 alcanzó su punto máximo a finales de mayo y, en junio, comenzó a bajar. En las últimas semanas, el registro se ha mantenido estable, con un promedio de entre 15 y 20 muertes por día. Esta tendencia a la baja también se puede ver en Estados como Ceará y Río de Janeiro. “Pero la epidemia no está controlada. Desde el comienzo de la crisis, han faltado políticas para romper la cadena de transmisión. Creo que la disminución es el resultado de un cierto agotamiento de esta red de contagio del virus y de las camas de la UCI que suministraron”, analiza Domingos Alves.

Los expertos subrayan que aún no se puede afirmar que la crisis sanitaria está bajo control, ni siquiera en Estados que han comenzado a mostrar signos de estabilidad o incluso una reducción en el número de muertes por covid-19. Principalmente porque, por un lado, el avance gradual de la desescalada puede propiciar un aumento de los contagios y, por otro, porque, desde julio, se ha detectado un cambio en el patrón de contagios: hay menos casos en las capitales y más en las ciudades del interior, que históricamente dependen de la estructura hospitalaria metropolitana. Este cambio debe impactar las estadísticas estatales y la capacidad asistencial, a pesar de que la situación general parezca estable.

La ilusión de estabilidad en São Paulo

São Paulo presenta una curva similar a la tendencia nacional. El Estado fue la puerta de entrada del nuevo coronavirus en Brasil en febrero y, desde entonces, es donde se han registrado la mayor cantidad de casos y muertes en números absolutos. Pero, al analizar el promedio móvil de nuevas muertes, es posible identificar una cierta estabilidad a partir de finales de junio. A diferencia del Estado de Amazonas, por ejemplo, São Paulo no tuvo un pico seguido de una reducción considerable de muertes. Al igual que el país, el promedio de muertes notificadas cada día es alto: más de 200 en el Estado, que ve cómo la pandemia avanza con fuerza en las ciudades del interior. En la capital, un cambio en el sistema de notificación de los datos ha abierto un limbo en el análisis local. “La estabilidad que presenta el Estado no es necesariamente buena. Si se hace un corte aún mayor y se analiza de manera aislada la epidemia en las ciudades de Ribeirão Preto, Campinas, Barretos y São José do Rio Preto, podrá observarse que el coronavirus allí está en pleno auge”, dice Domingos Alves.

Brasil se enfrenta a toda esta situación sin un ministro titular de Sanidad desde el 15 de mayo y con un Ministerio —que teóricamente debería coordinar la acción nacional y aprovechar el potencial de la sanidad pública— que es objeto de críticas por la gran cantidad de militares que hay en puestos clave. La semana pasada, el ministro interino, el general Eduardo Pazuello, visitó algunos de los Estados donde la epidemia está creciendo, como Paraná y Río Grande del Sur. En Porto Alegre, se reunió incluso con el gobernador, Eduardo Leite, que dio positivo en coronavirus y ahora toda la comitiva tendrá que hacerse la prueba. En las ruedas de prensa, Pazuello afirmó que ve una tendencia a la baja en la parte superior del país y una estabilidad en las regiones del sur de Brasil. Atribuyó el aumento de casos al invierno, cuando la temperatura baja en estas regiones y aumenta la propagación de enfermedades respiratorias, como la covid-19. “Me parece que la situación está bajo control. La curva de contagios está subiendo, pero el esfuerzo para tratar la enfermedad al inicio para que no se necesite ingresar en una UCI hace que esté bajo control”, afirmó.

El riesgo de una segunda ola

Los especialistas, sin embargo, ven ese control con desconfianza. Un estudio realizado por el Imperial College de Londres muestra que la propagación de la covid-19 en Brasil está descontrolada desde hace más de diez semanas, con una tasa de contagio superior a 1. La Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) advierte sobre la posibilidad de una segunda ola de contagios precoz en Estados que aparentemente ya habían logrado reducir considerablemente la incidencia de la enfermedad. Y eso estaría fuera de la estacionalidad de la enfermedad argumentada por el ministro. Investigadores del InfoGripe —una iniciativa de Fiocruz para monitorear semanalmente los casos notificados de síndrome respiratorio agudo grave— han observado que las hospitalizaciones han vuelto a aumentar en los Estados de Ceará, Maranhão, Río de Janeiro y Amapá, donde se habían reducido tras alcanzar un pico.

“Es una tendencia para una segunda ola precoz, porque estos Estados no han llegado a alcanzar valores de hospitalizaciones suficientemente bajos para decir que la primera estaba controlada. Pero hubo una reducción significativa, de hasta el 60% de los casos en relación con el pico. Y eso es lo que caracteriza una primera ola”, explica Marcelo Gomes. El investigador cree que el aumento de las hospitalizaciones puede estar relacionado con dos factores: el avance de la desescalada y el aumento de los contagios en las ciudades del interior.

Este fenómeno es más evidente en Amapá, que ya tiene una curva más pronunciada de nuevos ingresos, mientras que los otros tres Estados aún muestran una tendencia inicial a reanudar el crecimiento. “Esta tendencia de crecimiento es muy preocupante. Porque los hospitales pueden volver a llenarse en el futuro, y porque hemos observado que la hospitalización en estos casos es larga, por lo que la tasa de ocupación de camas puede dispararse”, concluye Marcelo Gomes.



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