Internacional - Política

Joe Biden se reivindica como el presidente que sacará a Estados Unidos de la “oscuridad” de la era Trump

2020-08-21

El vicepresidente de la era Obama apeló a la “esperanza” y prometió sacar...

Amanda Mars | El País

Wilmington (Delaware).- El exvicepresidente demócrata Joe Biden se reivindicó este jueves como el líder que unirá de nuevo al país y acabará con una “temporada de oscuridad” de la que responsabilizó a Donald Trump, el polémico empresario republicano que, contra pronóstico, llegó a la presidencia más poderosa del mundo hace casi cuatro años. “Acepto con humildad y una gran honor la nominación a presidente de Estados Unidos”, dijo al principio de su discurso, cerca de las 23.00 ―hora de la Costa Este― y culminó así una carrera de 30 años, los que han pasado desde la primera vez que este hijo de un vendedor de coches, nacido en el cinturón industrial de Pensilvania, se postuló para la Casa Blanca.

La historia ha querido hacerle candidato en unas elecciones extraordinarias, en medio de una pandemia que ha matado a 170,000 personas solo en EE UU y desatado una grave crisis mundial. “Aquí y ahora os doy mi palabra: si me confiáis la presidencia, sacaré lo mejor de nosotros mismos, no lo peor. Seré un aliado de la luz, no de la oscuridad. Es el momento de que nosotros, el pueblo, nos unamos. No os equivoquéis, unidos podemos superar y superaremos esta temporada de oscuridad. Elegiremos la esperanza frente al miedo”, clamó en la cuarta y última noche de convención demócrata.

Joseph Robinette Biden Júnior (Scranton, Pensilvania, 1942) ganó sus primeras elecciones al Senado a los 29 años, convirtiéndose en uno de los miembros más jóvenes de la historia en llegar a la Cámara alta. Si vence a Trump el 3 de noviembre, será ahora, a los 77, el mayor en llegar a la presidencia. Son extremos posibles en una larga vida política, que sirve tanto de aval como de losa en esta elección.

El vicepresidente de la era Obama apeló a la “esperanza” y prometió sacar a los ciudadanos de la cuádruple crisis que atraviesa el país: la peor pandemia en un siglo, el mayor declive económico desde la Gran Depresión, las manifestaciones contra el racismo más intensas en 50 años y la aceleración de la crisis climática. “Después de todo este tiempo”, denunció, “el presidente aún no tiene ningún plan. Yo lo tengo”.

Fue, con todo, un discurso de principios, más que de medidas; un mensaje sobre política, no sobre políticas. Siempre se refiere a esta elección, de hecho, como una batalla “por el alma de América”.

Biden hizo su intervención, probablemente la mejor desde que empezó la campaña, sin público, desde el Chase Center de Wilmington (Delaware), la ciudad en la que vive desde hace décadas, y de la que apenas ha salido desde que se declaró la pandemia. Un par de horas antes de que comenzase la velada, no se podía ver a ninguno de los invitados por los alrededores, ya que entraban al recinto en automóvil, pero sí a decenas y decenas de votantes de Donald Trump que acudieron al lugar a tratar de amargarle la fiesta al veterano político.

Antes de llegar a esa fiesta, había muerto y resucitado. Las primarias demócratas comenzaron con más de una veintena de candidatos en liza y un supuesto favorito, Biden, que despertaba un escaso entusiasmo en los sondeos y que, en las primeras votaciones ―Iowa, New Hampshire― se le llegó a dar casi por muerto. En unas primarias históricamente diversas, un varón blanco, septuagenario y de aire centrista era como un antihéroe. Lo atomizado del voto considerado moderado había aupado la candidatura izquierdista del senador Bernie Sanders, pero cuando empezaron a votar los Estados con peso de electores afroamericanos y se empezaron a retirar nombres como el de Mike Bloomberg, Pete Buttigieg o Amy Klobuchar, el antihéroe ganó.

Es un candidato de consenso, más que entusiasmo, pero quizá es lo que el electorado necesita en medio de una crisis tan extraordinaria, sin precedentes en un siglo. No se han escrito manuales políticos para el tiempo del coronavirus.

‘Dejar de flirtear con dictadores'

Esta noche ha criticado la desigualdad, las rebajas fiscales de Trump por haber “beneficiado a los ricos” y ha reclamado que las empresas y las grandes fortunas “paguen su parte” en los impuestos, pero evitó abordar medidas concretas de corte progresista. Por ejemplo, se comprometió a proteger Medicare, el programa público de sanidad para los jubilados, pero se cuidó de garantizar su universalidad, como proponían los más progresistas del partido.

Resaltó su mensaje de apoyo a la industria manufacturera estadounidense, único ámbito que, con diferentes estilos, comparte con el trumpismo. También lanzó un mensaje fuera de Estados Unidos. Aseguró que, bajo su presidencia, Estados Unidos “será una luz en el mundo de nuevo” y “dejará de flirtear con dictadores”.

Las convenciones sirven, sobre todo, para agitar al electorado. En la convención demócrata de 2016 muchos seguidores de Bernie Sanders abuchearon a la candidata y vencedora de las primarias, Hillary Clinton, durante la votación y los discursos. Aquellos días, eran quienes comentaban a la prensa que no pensaban acudir a votar. “Mejor cuatro años de Donald Trump que ocho de Clinton”, dijo alguno camino del pabellón de Filadelfia en el que se celebraba el gran cónclave demócrata.

Es imposible tomar ese pulso esta vez, no hay gradas repletas de gente procedente de todo el país, aplaudiendo, riendo, gritando ―o, en efecto, abucheando―. Lo unidas o no que están las bases demócratas en torno a Biden y la candidata a vicepresidente, Kamala Harris, se verá el 3 de noviembre, pero sus caras más visibles sí han hecho el esfuerzo de presentarse en bloque, incluida el ala más progresista, como el senador Sanders o la joven estrella del Congreso, Alexandria Ocasio-Cortez. También republicanos como John Kasich o Colin Powell le han respaldado.

Uno de los momentos cumbre de esta cuarta y última noche de convención, lo protagonizaron siete exrivales de las primarias en una distendida charla a través de Zoom sobre las anécdotas personales vividas con el ya candidato presidencial.

Como si la elección consistiese en escoger a buenos tipos, más allá de toda consideración, las palabras “decencia, bondad, alma” han pespunteado toda la convención. Biden se ha abonado a ellas. ”Estados Unidos no es solo una serie entre intereses opuestos de Estados azules y rojos [los colores con los que se identifica a demócratas y republicanos, respectivamente]”, defendió este jueves. Se reivindicó como un “demócrata orgulloso”, pero prometió que sería “un presidente de América”.



Jamileth
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