Internacional - Política

Melania Trump hizo un aporte poco común a la campaña: expresó solidaridad ante la pandemia

2020-08-26

La primera dama, tomó la oportunidad para reconocer las vidas que se han perdido debido al...

Por Annie Karni, Katie Rogers y Maggie Haberman | The New York Times

“Sus palabras”.

Ese fue el mensaje que los colaboradores de Melania Trump, la primera dama de Estados Unidos, enfatizaron previo a su discurso la noche del martes en la Convención Nacional Republicana. El discurso de Trump, desde el recién renovado Jardín de las Rosas de la Casa Blanca sería “auténtico” y preparado sin la ayuda de escritores profesionales de discursos.

“Cada palabra” del discurso, dijo Stephanie Grisham, la jefa de personal de Melania Trump, “es de ella”.

Era una refutación necesaria después de la presentación desastrosa de la primera dama hace cuatro años en la CNR en Cleveland, para la que descartó el discurso preparado por dos destacados escritores de discursos conservadores y más bien tomó prestadas frases idénticas e ideas del discurso de Michelle Obama en la convención demócrata de 2008.

Pero para una primera dama que durante los últimos cuatro años ha optado más por ser vista que escuchada y preferido que quien hable por ella sea su guardarropa (una chaqueta, la prenda más infame), un gran discurso en el que comparta sus ideas sobre la presidencia de su marido era mucho más que una nueva oportunidad.

La primera dama, habitualmente reservada, tomó la oportunidad para reconocer las vidas que se han perdido debido al coronavirus, justo durante una convención en la que la mayoría de los oradores se refirieron a la pandemia en tiempo pasado y casi no mencionaron la cifra nacional de muertes. E intentó encuadrar la presidencia Trump bajo una luz moderada y empática.

Melania Trump se dirigió directamente a los estadounidenses que habían perdido a un ser querido y les dijo “no están solos”. Reconoció que “el enemigo invisible barrió con nuestro hermoso país y nos impactó a todos”.

El tono de su intervención contrastó con la insistencia de su esposo al defender su propio manejo de la respuesta del gobierno ante la pandemia y culpar a China y solo mencionar a los fallecidos tardíamente.

“Es lo que es”, dijo este mes el presidente Donald Trump en una entrevista cuando se le preguntó sobre la cifra de muertes, que el martes superaba 178,000 en Estados Unidos, según una base de datos de The New York Times.

Políticamente, el alto perfil de la cónyuge de Trump en la convención podría ser un impulso al presidente de parte de quien, en teoría, podría ayudar a convencer a las votantes de los suburbios pero que no ha mostrado inclinación por participar en eventos de campaña.

Con un tono moderado en la noche del martes, Melania Trump dijo que no criticaría a los demócratas. Más bien, dijo que hacía un llamado a “los ciudadanos de este país a tomar un momento, a parar, a mirar las cosas desde todas las perspectivas”. Agregó: “también he pedido a la gente que paren la violencia y el saqueo que se está haciendo en nombre de la justicia. Y a jamás hacer suposiciones basadas en el color de piel de una persona”.

Pidió a padres y maestras estar atentos ante los síntomas de la adicción a las drogas. Y defendió al presidente como a “una persona auténtica que ama a este país”.

“Guste o no, uno siempre sabe lo que él piensa”, dijo.

Los colaboradores de la campaña han estado expectantes de contar con más tiempo de la primera dama y finalmente la convencieron en marzo de participar en recaudaciones de fondos en Palm Beach y Beverly Hills, reuniones caras que terminaron por cancelarse debido al coronavirus.

Pero sigue siendo renuente en cuanto a su participación en política. “No sabemos de ella con tanta frecuencia así que eso significa que cuando la escuchamos hablar, la gente presta atención a lo que tiene que decir”, dijo Anita McBride, quien fue jefa de personal de la ex primera dama Laura Bush. “A veces el mensaje que escuchas es el de la voz más queda del salón”.

Melania Trump merece reconocimiento, dijo McBride, por haberse “hecho entender sin picarle el ojo al presidente”. Por ejemplo, mientras su esposo seguía promoviendo un mensaje adverso a las mascarillas, la primera dama publicó una imagen en Twitter en la que llevaba cubrebocas y alentaba a los estadounidenses a cubrirse el rostro y practicar el distanciamiento social.

Puede que el discurso de Melania Trump sea su mayor aportación a la campaña de su esposo. Ha dejado claro, como primera dama, que está decidida a hacer las cosas a su manera o no hacerlas. Trump jamás ha encajado naturalmente con el puesto: en 2016 por lo general le fastidiaba hacer campaña y su principal preocupación mientras ha tenido un papel público ha sido el hijo adolesccente de la pareja, Barron, con quien pasó la mayor parte del mes de agosto, recluida en el club de golf privado del presidente en Bedminster, Nueva Jersey.

Para su gran concesión a la campaña —el discurso— Trump consideró usar Seneca Falls, Nueva York, la cuna del movimiento nacional por los derechos de la mujer, como telón de fondo. Pero finalmente decidió no hacerlo, porque la logística de llevarlo a cabo era demasiado complicada.

Su presentación en la Casa Blanca representó el último cruce de límites entre lo gubernamental y lo político en una convención llena de ellas. Se dirigió a un grupo de asistentes sentados —pero sin distanciamiento social— en sillas blancas plegadizas en el Jardín de las Rosas, cuya remodelación supervisó hace poco.

En los últimos días trabajó en su discurso y ensayó en la Casa Blanca con ayuda de Grisham, de Kellyanne Conway, asesora del presidente y de Emma Doyle, la subjefa de personal de políticas. El Ala Oeste no revisó su discurso.

El mensaje llega en un momento de agitación familiar entre los Trump, que siempre han buscado proyectar la imagen de una tribu muy unida, y de revelaciones de Stephanie Winston Wolkoff, quien fue una de las confidentes cercanas de la primera dama.

Mary L. Trump, la sobrina del presidente, hace poco publicó unas memorias sobre su familia que describen décadas de disfunción familiar y brutalidad. Mary Trump también difundió conversaciones grabadas en secreto con la hermana del presidente, Maryanne Trump Barry, en las que la hermana del presidente dice que él carece de principios y que “no se puede confiar en él”. Robert S. Trump, el hermano menor del presidente, murió este mes y ni Maryanne Trump Barry ni su exesposa Blaine Trump acudieron al funeral en la Casa Blanca, un evento fuera de lo común.

Entretanto, se ha informado que Wolkoff ha grabado en secreto a la primera dama mientras hace comentarios despectivos sobre los miembros de su familia, entre ellos su hijastra Ivanka Trump y se dice que dichas grabaciones son en parte la base de su libro Melania and Me: The Rise and Fall of My Friendship with the First Lady (en español: Melania y yo: auge y ocaso de mi amistad con la primera dama). Es probable que las grabaciones se entreguen a algún un medio de comunicación antes de la publicación de su libro el 1 de septiembre, dijeron dos personas familiarizadas con los planes. Se espera que Ivanka Trump intervenga en la convención el jueves por la noche, cuando presentará a su padre.

Wolkoff no quiso comentar sobre la existencia de las cintas.

Una de las iniciativas más conocidas de la primera dama en la Casa Blanca, “Be Best” (Sé mejor en español), es una campaña de concientización dedicada “a los niños de este país y de todo el mundo”, pero no tiene claros puntos de referencia políticos claros para medir su éxito. La noche del martes, Melania Trump dijo que si su esposo es reelegido, seguirá “en la construcción de Be Best y en el trabajo con los estados para aprobar legislación que cuide de nuestros más vulnerables”.

Tal vez su mayor aportación a la presidencia de su esposo ha sido en los viajes internacionales, donde ha ayudado a darle realce en el escenario mundial. Mientras el presidente ha pasado parte del tiempo de sus viajes al exterior insultando a los líderes que lo reciben, la primera dama ha sido una cortés invitada a su lado, ejerciendo la diplomacia de la moda al elegir diseñadores de los países que visita o prendas que hacen guiños a las prácticas y tradiciones locales.

Su más famoso paso en falso —cuando eligió una chaqueta verde militar que decía en la espalda “Realmente no me importa ¿y a ti?”de camino a visitar un centro de detención infantil en Texas— se ha convertido en un elemento persistente de su imagen como primera dama. Sus colaboradores dicen que se ha encogido de hombros, tal como ha hecho con otras críticas sobre el modo en que ha elegido desempeñar su papel.

“Tal como ha demostrado una y otra vez, la cobertura negativa no le afecta”, dijo Grisham.