Internacional - Política

El entorno de Guaidó teme que el llamamiento de Capriles destruya la estructura creada en la oposición

2020-09-03

Así las cosas, en lugar de dejarlo correr, invocar la libertad de conciencia o esperar un...

Por ALONSO MOLEIRO | El País

Caracas - 03 SEP 2020 - 14:13 CDT En los dominios de la presidencia interina, el organismo creado por Juan Guaidó, a quien aún decenas de países reconocen como el mandatario encargado de Venezuela -y, muy especialmente, en las entrañas del partido Voluntad Popular - las declaraciones de Henrique Capriles rompiendo las filas unitarias y llamando a participar en las elecciones parlamentarias previstas para el 6 de diciembre, han sido interpretadas como una traición.

Los dirigentes de este sector de la oposición piensan que Capriles tiene claro que es poco lo que podrá hacer en los comicios legislativos convocados por Nicolás Maduro. Su verdadero objetivo, sostienen, es acabar con el liderazgo de Juan Guaidó, y por añadidura con lo que se ha construido en la plataforma presidencial, que como se sabe no tiene poder real para gobernar, pero que goza del reconocimiento de buena parte de la comunidad internacional, incluyendo Estados Unidos, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos.

El miércoles, Capriles, uno de los líderes históricos de la oposición venezolana, fue más drástico y se expresó de forma particularmente desdeñosa de la presidencia interina, argumentando que es “un Gobierno de Internet”. La posición del dos veces excandidato presidencial deja en un estado particularmente vulnerable a Juan Guaidó y sus objetivos como líder opositor. En el fondo de esta crisis se desarrolla un nuevo capítulo del durísimo enfrentamiento político que llevan años protagonizando Capriles y Leopoldo López –jefe político de Guaidó- , dos liderazgos de similar edad que han confrontado muchos problemas para cohabitar y que han protagonizado graves crisis en el pasado en el universo interno de la oposición.

Lo que más temen los dirigentes opositores del conocido G-4, el grupo de los principales partidos de la oposición, es que, al animarse a concurrir a unas elecciones con las cartas marcadas, Capriles se contente con asumir su derrota, aún con los votos para triunfar, y, teniendo una bancada legislativa aceptable como consuelo, termine formando parte del mecanismo para barrer con todo lo logrado hasta ahora por Guaidó: los activos arrebatados al chavismo, las cuentas congeladas provenientes de la corrupción, el puesto en la Organización de Estados Americanos, las sanciones a la cúpula de Maduro, el regreso del oro incautado a sus dominios y la total legitimación internacional de su dictadura. Con lo cual se vendría abajo todo el fundamento de la estrategia opositora actual.

Así las cosas, en lugar de dejarlo correr, invocar la libertad de conciencia o esperar un desarrollo autónomo de su iniciativa, la oposición agrupada detrás de Guaidó ha decidido salir a enfrentar a Capriles. En este sector existe la sensación de que esta iniciativa de Capriles es empujada sibilinamente por el Gobierno español de Pedro Sánchez, pero en particular por Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores.

De acuerdo a esta versión, en algunas zonas de Europa hay prisa por estabilizar la situación venezolana a cualquier costo y desembarazarse de su prolongado fardo, cerrando de una vez el debate sobre la impunidad y la legitimidad, una meta que es compartida por el Gobierno de Nicolás Maduro. Esta tendencia podría fortalecerse con el eventual triunfo de Joe Biden en las elecciones presidenciales de Estados Unidos.

Aunque hay matices en el enfoque, los planteamientos de Capriles terminan teniendo algunas simetrías importantes con Henri Falcón y los miembros de la Mesa de Diálogo Nacional, que agrupa a varios partidos minoritarios de la oposición. En líneas generales, y con sus excepciones, los anuncios de Capriles cayeron mal en la ortodoxia opositora. Ni Guaidó, ni Leopoldo López, ni el llamado Gobierno interino ha contestado formalmente las declaraciones de Capriles.

Los 15 partidos políticos que apoyan a Guaidó, que incluyen a los más grandes de la oposición, mantienen de momento sin fisuras su decisión de no asistir a unas elecciones en esas condiciones y se han desmarcado de la postura de Capriles. La inexistencia de una auténtica alternativa para enfrentar la tesis de asistir a unas elecciones parlamentarias “como sea”, sin embargo, hace temer a algunos que se produzcan deserciones en favor de Capriles con el paso de las semanas.

Capriles se llevaría consigo a Stalin González, dirigente que acaba de renunciar a su partido, Un Nuevo Tiempo, y probablemente a un pequeño núcleo de miembros de Primero Justicia, su partido original. Siendo un dirigente carismático y enérgico, es casi seguro que tras su propuesta se produzcan nuevas adhesiones.

Capriles va a promover personalmente la participación de la sociedad democrática en unos comicios que han sido tildados de amañados dentro y fuera de Venezuela. Sin embargo, no se inscribirá personalmente para participar, puesto que sobre él pesa una inhabilitación política de las instituciones del chavismo. Ese veto le impidió a él mismo ser candidato presidencial en las elecciones presidenciales de 2018, con lo cual quedó allanada la reelección de Nicolás Maduro como presidente.

Capriles, que inscribió silenciosamente su tarjeta La Fuerza del Cambio al Consejo Nacional Electoral, se propone organizar unas planchas para cuerpos legislativos integrada por activistas de la sociedad civil en las cuales él, personalmente, tiene todavía algún margen de influencia.



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