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Arde el fútbol francés por el racismo

2020-09-15

La identidad racial del astro brasileño ha sido motivo de debate durante tiempo, y su...

Por Marc Bassets | El País

No hay pruebas. Es la palabra de uno contra la del otro. Neymar Júnior contra Álvaro González. La estrella de Paris Saint-Germain (PSG) contra el defensa español del Olympique de Marsella (OM). El contexto: el Parque de los Príncipes en la capital francesa, el domingo pasado, durante un partido que ganaron los visitantes 0-1 y que se saldó con la expulsión de cinco jugadores, entre ellos Neymar por agredir a Álvaro. El motivo: el brasileño acusa de proferir insultos racistas al cántabro; este lo niega con rotundidad y proclama su antirracismo.

Las implicaciones son graves. Si se demostrase la acusación, significaría que el racismo existe no solo en las gradas y en boca de aficionados exaltados o extremista, sino en la élite misma del fútbol francés, y en un momento en el que las instancias oficiales y los propios futbolistas multiplican las medidas y llamamientos antirracistas. La Comisión de Disciplina de la Liga Francesa abordará este miércoles las sanciones.

La pelea, primero en el césped y después por redes sociales y comunicados interpuestos, entre Neymar y Álvaro —ambos con el apoyo de sus clubes— empieza a parecerse a las trifulcas verbales entre boxeadores, o entre raperos. Ya durante el encuentro, el delantero del PSG gritó al cuarto árbitro: “¡Racismo, racismo!”. Al terminar, se lanzó al teclado. “Lo único que lamento es no haberle dado en la cara”, escribió en Twitter. Más tarde, nuevo mensaje, en el que daba a entender que el VAR habría captado la agresión. “Ahora quiero ver la imagen del racista llamándome MONO HIJO DE PUTA”, añadió. Por Twitter, Álvaro replicó con un mensaje ilustrado por una fotografía de él y sus compañeros negros del OM. “No existe lugar para el racismo”, decía. “Carrera limpia y con muchos compañeros y amigos en el día a día. A veces hay que aprender a perder y asumirlo en el campo. Increíbles 3 puntos hoy”.

“Álvaro González no es racista, nos lo ha demostrado por su comportamiento cotidiano desde que llegó al club, y así han dado testimonios sus colegas de equipo”, sostiene el Olympique de Marsella, que hace alarde de la diversidad de su afición, y se describe a sí mismo como “símbolo del antirracismo en el fútbol profesional francés”.

Que se sepa, no existe grabación alguna de los insultos que Neymar reprocha a Álvaro, ni han salido testimonios que corroboren su versión. Si se demostrase que existieron, el defensa del OM podría afrontar hasta 10 jornadas de suspensión. Ocasionalmente, se han registrado en Francia casos de insultos racistas desde las gradas, y el fútbol francés ha tomado medidas: interrupción de los partidos, imputación judicial de los espectadores implicados y puesta en marcha de una página web que permite denunciar de forma anónima. Menos frecuente es que sea un jugador quien insulte a otro y que después lo denuncie.

“El racismo es un tema problemático desde hace muchos años. Ocurre en el fútbol, aunque está ocurriendo menos, la gente está cambiando, el mundo está cambiando”, declaró Neymar en 2017 durante un acto en la sede de la ONU en Ginebra. “Somos todos iguales, no importa el color. Dios nos crio iguales”, añadió. En 2014, cuando jugaba en el Barça, y después de un partido en el que desde las gradas del Villarreal alguien lanzó un plátano a su compañero Alves, Neymar lanzó un mensaje en las redes sociales que proclamaba: “Somos todos macacos”.

La identidad racial del astro brasileño ha sido motivo de debate durante tiempo, y su conciencia sobre este fenómeno ha evolucionado. El ensayista estadounidense Thomas Chatterton Williams lo cita en Self-portrait in black and white. Unlearning race (Autorretrato en blanco y negro. Desaprendiendo a la raza), publicado en inglés el año pasado, para ilustrar lo arbitrario de las categorías raciales. Williams pone el ejemplo de Neymar, hijo de padre negro y madre blanca. Recuerda que en 2010, a la pregunta sobre si había sido víctima de racismo, el futbolista respondió: “Nunca. Ni en el campo, ni fuera. No soy negro, ¿sabes?”.



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