Comodí­n al Centro

El abrazo mexicano

2020-09-16

Hoy, pasados 80 años y al cumplirse 210 años del Grito de Dolores, México...

Antonio López Vega | El País

Montauban, Francia. 4 de noviembre de 1940. Entierro en el exilio de Manuel Azaña. Las autoridades del régimen colaboracionista de Vichy se niegan a que la bandera tricolor cubra el féretro del presidente de la República. Ante la obscena sugerencia de que lo hiciera el estandarte entonces oficial en España, el representante mexicano en la ciudad, Luis I. Rodríguez, resuelve el asunto notificando que el presidente haría su último viaje cubierto “con orgullo [con] la bandera de México; para nosotros será un privilegio; para los republicanos, una esperanza, y para ustedes, una dolorosa lección”.

Esta conmovedora escena simboliza el abrazo que el México de Cárdenas –quizá el más carismático de los presidentes del siglo XX mexicano-, ofreció a los españoles vencidos en la Guerra Civil. Si durante la Revolución, Madrid había sido puerto de acogida para mexicanos como Alfonso Reyes o Martín Luis Guzmán, llegada la hora en que las dos Españas se helaron el corazón en el campo de batalla, México acogió a la España trasterrada, tal y como la calificó José Gaos, en uno de los gestos más hermosos y generosos de la historia de las persecuciones políticas.

La historia y el legado de aquel exilio es bien conocido. La Casa de España –en seguida rebautizada como El Colegio de México- y el Fondo del Cultura Económica, serían los emblemas más significativos de la acogida académica de aquella diáspora. El ya citado Reyes, Daniel Cosío Villegas o Isidro Fabela, bajo el liderazgo de Cárdenas, fueron los inspiradores del mismo.

Hoy, pasados 80 años y al cumplirse 210 años del Grito de Dolores, México suscita la simpatía y agradecimiento masivo y transversal de los españoles. Además del inquebrantable vínculo que generó aquel episodio, en los últimos cuarenta años los lazos entre nuestros países se han fortalecido fruto de las relaciones institucionales, culturales, económicas y empresariales que hacen del binomio México-España referencia esencial para el área latinoamericana y su proyección en el mundo.

Nuestros dos países, en diferentes grados y variables, pasan por situaciones complejas agravadas por la crisis sociosanitaria y económica fruto de la incidencia de la actual pandemia. La renovación del abrazo entre las naciones hermanas y amigas puede devenir en un factor relevante para afrontar y superar esta situación. Determinante es para ello su privilegiada posición geoestratégica; España hace de bisagra entre África y Europa y entre esta y Latinoamérica, y México lo es entre el Atlántico y el Pacífico, hacia donde ha oscilado actualmente el eje de las Relaciones Internacionales. Relanzar las Cumbres Iberoamericanas –la primera se celebró en Guadalajara, perla tapatía- en esta dramática hora puede ser una extraordinaria herramienta para coordinar los esfuerzos y paliar las consecuencias de esta crítica hora.

Junto a ello, la cultura, pese a su aparente –y nada cierta en términos relativos- falta de productividad, es factor esencial para las sociedades y su desarrollo. La cultura, ese “sistema vital de las ideas de cada tiempo” –por decirlo con Ortega-, abarca todas las facetas del acontecer humano. Todas nuestras acciones están imbuidas de cultura. Y aquí la secular empatía entre México y España muestra una salud envidiable con acontecimientos como la Feria Internacional del Libro de Guadalajara; instituciones como la recién abierta Casa de México en Madrid –que es ya uno de los focos culturales más relevantes de la capital-; publicaciones, como Revista de Occidente, Letras Libres o el Fondo de Cultura Económica-; o personalidades que llevan el nombre y sello latino de nuestros dos países por el mundo y cuya enumeración sería inundatoria.

Por estos y por tantos otros motivos que fortalecen nuestra entrañable afinidad, ahora que afrontamos una nueva y difícil página de la historia de nuestras naciones, es tiempo de un nuevo abrazo entre nuestras dos naciones.



Jamileth