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La derecha populista cumple una semana de pulso a López Obrador en el zócalo de Ciudad de México

2020-10-09

En los 15 días que llevan durmiendo a la intemperie les han tirado orines, les han intentado...

Jacobo García | El País

México.- La historia reciente de México se puede contar en zócalos como si fuera la unidad básica de medida del ambiente político del país. El zócalo de Ciudad de México es un oficioso Museo de pesos y medidas de París donde el clima social se calibra bajo la lluvia o los insultos. Desde hace una semana, la gran plaza mexicana acoge al Frente Nacional Anti-AMLO (FRENA), que dice encabezar la oposición al presidente del país.

Según la hora del día este peculiar campamento es un lobo feroz donde hombres musculosos con acento norteño pasean con un cuchillo en el cinto y en otras es el cuento de ‘Los tres cochinitos’, donde un soplido de aire lanza las casas de campaña a varios metros de distancia mientras les grita “ridículos”.

Lunes 2:00 am

Son las dos de la madrugada del lunes y el campamento más mediático del país ocupa casi 30,000 metros cuadrados pero el silencio es espeso. En la plaza más grande de América Latina se escuchan los grillos y un ronquido. Uno. El campamento son un centenar de carpas de campaña rodeadas por un enorme vallado de con un único punto de acceso —a la altura de la calle Cinco de mayo— vigilado por cinco hombres que impiden la entrada y rechazan hablar con los periodistas. Pegados al hierro de las vallas hay varios carteles con ataques al presidente Andrés Manuel López Obrador pero el que más se repite es el de “Perdonen las molestias estamos reparando el país”. Unos 20 policías siguen a distancia la escena mascando chicle y apoyados con desgana en la piedra.

En los 15 días que llevan durmiendo a la intemperie les han tirado orines, les han intentado quemar las carpas, los han insultado y les han llamado patéticos hasta cansarse. En su página web dicen representar a millones, pero la población que hoy duerme en el zócalo cabe en una combi.

A pesar de todo, un dulce masoquismo envuelve la protesta.

Hace solo unas horas terminó el primer acto masivo de la nueva derecha populista mexicana. Donde ahora hay silencio y oscuridad la tarde del domingo había un sol radiante donde miles de personas celebraron la presentación a nivel nacional de un movimiento conservador surgido en el norte del país y con simpatizantes en Nuevo León, Querétaro, Guanajuato o Jalisco. Dicen representar a “millones de mexicanos emputados” y se inspiran en el Tea Party estadounidense y beben del discurso de Juan Guaidó en Venezuela, de Luis Fernando Camacho en Bolivia, de Álvaro Uribe en Colombia o de Vox en España.

La tarde del domingo FRENA hizo su oficiosa presentación nacional al reunir a miles de personas contra el Gobierno. En su estreno no omitió ninguno de los ingredientes del populismo clásico: agitador, agresivo y antisistema. En la protesta exigieron la inmediata dimisión de López Obrador y maldijeron la justicia, los políticos y los partidos. Días antes su líder, Gilberto Lozano —un empresario que trabajó en la embotelladora de Coca-Cola en México y dirigió el Club de Fútbol Monterrey— llamó “estúpidos” a quienes criticaron el tamaño real del plantón. El estreno funcionó tan bien que su “estúpidos” se hizo viral y en los periódicos del martes se seguía hablando sobre si los opositores reunidos fueron 15,000, como dicen las autoridades, o 170,000 como insiste FRENA, una organización con solo ocho meses de vida.

Martes 15.00 pm

Un sol intenso cae sobre la plancha de piedra del corazón del país. Uno de los portavoces de FRENA, Jaime Sandoval, invita a tomar asiento en dos sillas de lona con hueco para poner la cerveza. Es el único autorizado en el campamento para hablar con la prensa “en nombre de millones de mexicanos enojados”. “No es cierto que AMLO tenga tanto apoyo. Las encuestas están manipuladas”, protesta. “Lo más duro ha sido manejar las emociones y no responder a los insultos que recibimos”.

A simple vista hay dos musculosos hombres vestidos de safari con lámparas y navajas multiusos en los bolsillos como si en cualquier momento fuera a aparecer un coyote. Detrás de ellos, dos mujeres con sandalias, calcetines, velo y rosario desahogan sus oraciones frente a la catedral. Al fondo, 20 indígenas rarámuris se han sumado a la protesta y venden en el suelo sus cestas de palmilla y sotol.

El campamento de FRENA cuenta con vigilancia, equipo de logística, servicio de comidas, biblioteca, centro de acopio, centro de salud y capilla. Todo parece dispuesto para atender una gran fiesta opositora pero a la que no terminan de llegar los invitados.

La protesta más mediática que ha enfrentado López Obrador surgió en febrero de la alianza de viejos activistas del norte del país. No son ni jóvenes ni ricos. A través de las redes sociales organizaron las primeras protestas en automóvil inspiradas en las de Madrid y después propusieron la toma de plazas en Nuevo León, en Guanajuato y en Jalisco, donde reunieron a unas 500 personas en cada una.

-Hola, somos Guadalupe y Luisa, se presentan ante el coordinador dos mujeres de unos 60 años enfundadas en ropa deportiva de última generación.

-Estamos a la orden para lo que quieran. Comida, colchonetas, agua… Ahí hemos dejado apuntado el celular por cualquier cosa que se les ofrezca, dicen las amigas de Cuajimalpa, que han venido a ofrecer su ayuda "para echar a ese hombre como sea”. Minutos más tarde llega también una donación anónima de pancartas contra el presidente.

El movimiento opositor dio un paso más a mediados de septiembre cuando inundó de tiendas de campaña la Avenida Juárez y después el Zócalo. Desde entonces López Obrador se ha referido a ellos de forma burlona pero les otorgó una dimensión de interlocutores que jamás habían soñado cuando dijo que estaba dispuesto a recibirlos.

En el entorno del presidente hay algunos sorprendidos al ver cómo la protesta ha llegado hasta las puertas de Palacio y se preguntan cómo López Obrador, con una popularidad cercana al 65%, ha dado alas a un grupo tan poco representativo. La respuesta la dio él mismo el miércoles: los va a pulverizar.

El mandatario anunció que contraatacará con la calle, el arma que mejor maneja, y cuando pase la pandemia, convocará a los suyos una vez al mes en el Zócalo. “Vamos a regresar al Zócalo cada mes, si nos dejan, como dice la canción, los de FRENA”, ironizó el miércoles. “Pero nos van a dar una tarde, una tarde nada más, una tarde cada mes (…) porque el Zócalo es de todos, y ya voy a empezar a hacer conciencia de eso”.

Como si nada de esto fuera real, el desafiante tono de FRENA recuerda la cita del general Ridgway en el momento más crítico de la Guerra de Corea: “Estamos rodeados; esta vez el enemigo no escapará”.

Miércoles 18.00 pm

El campamento está forrado de carteles con frases como: “López, México es un país de leyes e instituciones, respételas”, “López abandonaste a los niños con cáncer eso es infanticidio” o “La 4T es la 4C: Comunista, Criminal, Corrupta y Clasista”.

Sandoval, el portavoz de FRENA, tiene 57 años y está desempleado. “Tenemos la esperanza de que López Obrador se vaya antes del 30 de noviembre cuando se cumplen dos años de mandato para que pueda haber elecciones”, dice. Y acusa a López Obrador de “traición a la patria, las muertes por covid, el aumento de homicidios, la falta medicamentos, la destrucción de las instituciones…”, dice bajo un toldo. En su lista de agravios cita a los “heroicos pueblos de Venezuela que quitaron a Chávez (en referencia al golpe de Estado de Carmona en 2002) al de Bolivia que echó a Evo Morales, Puerto Rico o Mubarak...”. Las críticas incluyen el nuevo mantra populista: George Soros y “la agenda secreta” del Foro de Sao Paulo.

El sueño de Sandoval es convertir el zócalo en el Tahrir del que surja la llama de la liberación como en Egipto. Sin embargo, el día anterior una ventolera exhibió la farsa cuando una corriente de aire levantó varios metros del suelo las carpas evidenciando que solo unas pocas están ocupadas, lo que provocó las burlas de quienes jamás han oído hablar de Tahrir.

En 1988 Cuauhtémoc Cárdenas llenó el Zócalo para denunciar el fraude electoral. En 1997 los zapatistas volvieron a hacerlo para gritar su famoso “nunca más un México sin nosotros”. En 2005 López Obrador lo llenó por primera vez durante el desafuero y lo repitió en 2006 cuando se proclamó “presidente legítimo” y en 2018 tras su contundente victoria electoral. También lo llenaron Manu Chao o Residente cuando cantó en diciembre ante 135,000 personas. Frente a estos históricos momentos la convocatoria de FRENA ha sido solo un mal chiste.

La paradoja del campamento es que a pocos pasos de distancia termina el circo y comienza la protesta real. Cruzando la calle, a las puertas del Monte de Piedad, decenas de personas con los hombros encogidos hacen cola todas las mañanas para empeñar una joya, un cuadro o unos centenarios heredados. Las filas ante la casa de empeño típicas de Navidad se han multiplicado desde que llegó la pandemia. Su tristeza, sin embargo, sin insultos ni campamentos, no ha logrado convertirse en viral.



Jamileth
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