Tendencias

El invierno demográfico

2020-12-21

La población china se enfrenta al reto de acoger en los próximos años a...

Por Alfonso Carlos Amaritriain | Universidad Abat Oliba

Un desigual problema global

Causas y consecuencias del envejecimiento de la población

Si atendemos a los datos globales de la población mundial, podríamos llegar a la conclusión siguiente: la población mundial es joven. En 1999, la humanidad había alcanzado 5.982 millones de habitantes. Con una tasa de natalidad de 23 nacimientos por mil habitantes y una tasa de mortalidad de 9 fallecimientos por mil habitantes, el progreso cuantitativo estaba garantizado. Si a ello sumamos una tasa sintética de fecundidad de 2,9 niños por mujer, podríamos ratificar la tesis anterior. Sin embargo, estos datos son globales y deben desglosarse por zonas. Sólo así entenderemos el problema real del envejecimiento.

Si miramos a Europa, sin incluir Rusia, los índices demográficos no son tan halagüeños. Con la llegada del nuevo milenio, la tasa de natalidad es de 10 nacimientos por cada 1,000 habitantes, frente a una tasa de mortalidad de 11 fallecimientos por 1,000 habitantes. Por tanto, Europa tiene un crecimiento vegetativo negativo. La tasa sintética de fecundidad es de 1,4 niños por mujer, cifra que contrasta con la tasa mínima de fecundidad necesaria para garantizar el reemplazo generacional: 2,1. El panorama demográfico de Europa, maquillado con la inmigración y su descendencia, es especialmente grave en aquellos países que mantienen las tasas de fecundidad bajo mínimos y arrastran esta situación desde hace años. Especialmente significativas son las situaciones generadas en Alemania, Italia y España.

En Alemania, en 1999, hubo 770.744 nacimientos frente a 846.330 fallecimientos. El crecimiento negativo fue de 75.586 habitantes. Alemania tiene una tasa de fecundidad de 1,3. España e Italia mantienen prácticamente las tasas de fecundidad más bajas del Mundo: 1,2. El decrecimiento es ya una realidad. Sólo la inmigración detiene la hecatombe social.

Este ´invierno demográfico´ provoca que en Europa las ´tasas de soporte´ se hayan modificado sustancialmente. Las ´tasas de soporte´ ponen en relación la población activa con la inactiva, incluyendo jóvenes y ancianos. Se calcula que para el 2015, en España, se romperá el equilibrio. Esto significa que el sistema de prestaciones para la vejez será insostenible, a menos que medien fuertes corrientes migratorias. En el 2020 habrá en España 8 millones de jubilados, de los cuales 2 millones tendrán más de 80 años.

Hoy por hoy el problema del envejecimiento está situado en países occidentalizados, cuyas economías potentes, en cierta medida, han podido paliar el efecto económico del envejecimiento. Sin embargo, algunos países en vías de desarrollo no cuentan con una estructura capaz de soportar los efectos de una población envejecida.


El problema en los países en vías de desarrollo

Japón, con una tasa de fecundidad de 1,2, se encamina a un problema de envejecimiento, pero su estructura económica como segunda potencia industrial del mundo y una alta capacidad de ahorro familiar (el 40% de los ingresos familiares), permiten mirar el problema con cierto optimismo. Por el contrario Rusia, con una tasa de fecundidad de 1,1 o China, con una tasa de fecundidad de 1,8, sufrirán los efectos del problema de envejecimiento. La población china se enfrenta al reto de acoger en los próximos años a más de 300 millones de habitantes con más de 65 años. Buena parte de estas personas mayores sólo han tenido un hijo debido a las restricciones natalistas de los sucesivos gobiernos. El peso de estos ancianos no podrá recaer ni sobre la familia ni sobre el Estado. Igualmente le pasará a Rusia. En aquellos países en vías de desarrollo en los que se han practicado fuertes políticas antinatalistas y, por lo tanto, han envejecido artificialmente la población, están planteándose resucitar las políticas natalistas. Pero la historia nos demuestra que rara vez son efectivas a largo plazo.

En países con economías menos desarrolladas que la China o Rusia, el problema todavía puede ser mayor. Especialmente en países Africanos. Las campañas antinatalistas han provocado que el núcleo familiar se reduzca, sobretodo en las zonas más urbanas. Hasta ahora la familia extensa era el garante de una vejez con cierta dignidad. Aquellas familias que han caído en la trampa antinatalista se encuentran viviendo en estados que no poseen un sistema de pensiones y prácticamente sin familia que atienda su vejez.

Las políticas antinatalistas han aplicado un principio erróneo: pensar que se hace un favor a los pobres alentando el control de la natalidad. Los pobres sin hijos, acaban más pobres. Algunas iniciativas, como la propuesta de Bill Clinton de destinar 35 millones de dólares para favorecer la anticoncepción y el aborto entre las capas de la población más desfavorecida, son una ´ilusión´ política que no soluciona la pobreza. Igualmente cuando la ONU ha practicado esterilizaciones masivas entre mujeres de la India o en Perú, ha condenado a las futuras mujeres a la pobreza en la vejez.

La causa del envejecimiento

Sin lugar a dudas, el envejecimiento de la población es una anomalía provocada artificialmente por las políticas de planificación familiar desarrolladas por diferentes organismos estatales o internacionales o, incluso, por entidades privadas. Cabe destacar la Fundación de las Naciones Unidas, patrocinada por la CNN de Ted Turner, que dona anualmente millones de dólares a la ONU para la promoción del aborto y las políticas anticonceptivas.

Es absurdo quejarse de los efectos, el envejecimiento, sin atender a las causas, el control demográfico. Entre las causas que cabe destacar sobre el envejecimiento, tenemos la extensión del aborto. Actualmente, en Rusia, por ejemplo, se practicaron 1.695 abortos por cada 1,000 nacimientos vivos. En Estados Unidos se practicaron, en 1999, 387 abortos por cada 1,000 nacimientos vivos. La media europea de abortos por cada 1,000 nacimientos vivos es de casi 200.

La incidencia del aborto en la ralentización del crecimiento demográfico y, por tanto, en el envejecimiento de la población es evidente. Cada año se producen en el mundo unos 80 millones de nacimientos. El aborto calculado mundialmente es de unos 45 millones anuales. Esto significa que por cada dos nacimientos se ha producido un aborto. En Europa, incluyendo Rusia, se producen actualmente unos 8 millones de abortos al año.

Otra de las causas del envejecimiento de la población es la esterilización y el uso de métodos anticonceptivos. Actualmente un 8 por ciento de las mujeres del mundo han sufrido, voluntaria o involuntariamente, la esterilización. Por lo que respecta a los métodos anticonceptivos, podemos decir que ya han arraigado en los hábitos sexuales de las poblaciones más envejecidas. De ello se deduce que, ante el grave problema del envejecimiento en los países occidentales, sólo quedan tres ´soluciones políticas´:

Generar políticas natalistas prohibiendo el uso de métodos anticonceptivos y el aborto. Esta medida evidentemente no será siquiera propuesta por la clase política.

La aplicación de la ´eutanasia social´, que permita la muerte de ancianos excesivamente costosos para los sistemas sociales de los países occidentales. Esta medida parece de política ficción pero no nos extrañe que algún día aparezca por el horizonte político.

El recurso a la inmigración. Esta es la medida fácil que se ha adoptado y que de momento ha permitido vivir una catástrofe económica en Occidente.

Sin embargo, uno de los efectos no pensados de la inmigración es que poco a poco puede acelerar el proceso de envejecimiento en los países en vías de desarrollo, ya que las fuertes corrientes migratorias privan de capas de población joven a los países de origen. Además, dejan frecuentemente a los ancianos en condiciones más precarias. Como siempre, nuestra sociedad egoísta quiere resolver sus problemas a costa de los más pobres.



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