Vox Dei

Jesús, el mismo Dios, hecho hombre

2020-12-30

Al mismo tiempo se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo, el Amado;...

José Manuel Rodríguez Solar

"La historia del pueblo de Dios apuntaba al nacimiento
del Cristo, Emmanuel: Dios-con-nosotros"

Su infancia lo presenta como el heredero de las promesas hechas a Abraham, el rey de las naciones adorado por los Magos. Ya es perseguido como lo será su pueblo.

Juan Bautista presenta a Jesús. Su bautismo lo manifiesta como el Hijo de Dios y en sus tentaciones revive las pruebas de Israel en el desierto. Para concluir: Jesús es la luz de las naciones.

La aparición de Jesús como mensajero de Dios; ¡Dios hecho hombre!

Es a Juan Bautista a quien se refería el profeta Isaías cuando decía: Una voz grita en el desierto: Preparen un camino al Señor; hagan sus senderos rectos. Este es el preámbulo del mensaje subliminal y crucial de Juan que trae como misión de Dios comunicar al mundo, a todos aquellos que lo escuchaban: «Renuncien a su mal camino, porque el Reino de los Cielos está cerca.» En esta proclamación se encierra toda su predicación. También sentencio para los incrédulos y perversos: «Raza de víboras, ¿cómo van a pensar que escaparán del castigo que se les viene encima?”.  Yo los bautizo en el agua, y es el camino a la conversión. Pero “después de mí viene uno con mucho más poder que yo –yo ni siquiera merezco llevarle las sandalias–, él los bautizará en el Espíritu Santo y el fuego”.  Ya tiene la pala en sus manos para separar el trigo de la paja. Guardará el trigo en sus bodegas, mientras que la paja la quemará en el fuego que no se apaga.»

Esta es la introducción Evangélica de Jesús en la Biblia, su entrada de Jesús a la vida pública, a los treinta años de edad, después de no saberse nada de su adolescencia y juventud, un misterio hasta ahora.

Y en esta primera comparecencia pública de Jesús surge la primera señal del cielo en el momento de su bautismo para testimoniar su legitimidad como Hijo de Dios, a la vista de todos los que la vieron y escucharon sorprendidos. De eso nos cuentan los cuatro Evangelios de Jesucristo. Que más símbolo sagrado para creer auténticamente en Él como el Mesías, con semejante muestra de la presencia de Dios en su Bautismo, cumpliéndose delante de todos una de tantas profecías que para los sumos sacerdotes no debió ser desconocida. Miraban, pero no veían, escuchaban, pero no entendían. No se daban cuenta que estaban frente al Mesías esperado.

Es en un día cualquiera de la predicación de Juan el Bautista, cuando Jesús llegó hasta donde estaba Juan para que le impartiera el Bautismo en señal de conversión a Dios, pero Juan percibiendo el Espíritu de Dios en Él, lo identificó y quiso disuadirlo y le dijo: «¿Tú vienes a mí? Soy yo quien necesita ser bautizado por ti.» Jesús le respondió: «Deja que hagamos así por ahora. De este modo cumpliremos todo como debe hacerse.» Entonces Juan aceptó. Una vez bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los Cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Al mismo tiempo se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo, el Amado; en él me complazco.»

A partir de este momento trascendental Jesús comienza su vida pública. Aquí le escuchamos las primeras palabras que registra la historia evangélica sobre Él: «Deja que hagamos así por ahora. De este modo cumpliremos todo como debe hacerse.» Jesús le recuerda a Juan la misión de cada quién y se identifica con esas palabras. Es la voluntad de Dios la que debía cumplirse. Todo como debe de hacerse. También este encuentro entre los dos significó el relevo de la misión y la continuidad de ella. Desde entonces Jesús empezó a predicar y su primera frase fue la misma que mencionaba Juan frecuentemente: «Renuncien a su mal camino, porque el Reino de los Cielos está ahora cerca.» Aparece Jesús y desaparece Juan con el mismo mensaje de Dios en resumidas palabras. Aquí está la oración que hay que escudriñar y donde está dicho todo, porque del cumplimiento de la recomendación depende la salvación, y por eso podemos llamarlo así: mensaje de salvación: el tiempo se nos acaba y con el la oportunidad de nuestra redención.

Siguiendo su camino posterior a su bautismo, como segundo hecho de sus andanzas, el Evangelio de San Mateo nos cuenta que: “El Espíritu condujo a Jesús al desierto para que fuera tentado por el diablo, y después de estar sin comer cuarenta días y cuarenta noches, al final sintió hambre. Entonces se le acercó el tentador y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan.» Pero Jesús le respondió: «Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.»

Después el diablo lo llevó a la Ciudad Santa y lo puso en la parte más alta de la muralla del Templo. Y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, pues la Escritura dice: Dios dará órdenes a sus ángeles y te llevarán en sus manos para que tus pies no tropiecen en piedra alguna.»  Jesús replicó: «Dice también la Escritura: No tentarás al Señor tu Dios.»

Luego, lo llevó a un monte muy alto y le mostró todas las naciones del mundo con todas sus grandezas y maravillas.  Y le dijo: «Te daré todo esto si te arrodillas y me adoras.» Jesús le dijo: «Aléjate, Satanás, porque dice la Escritura: Adorarás al Señor tu Dios, y a Él sólo servirás.»

Entonces lo dejó el diablo y se acercaron los ángeles a servirle. Hasta aquí lo que el Evangelio de San Mateo cuenta sobre estos hechos en particular.

Lo importante hasta ahora en estos dos relatos de Jesús, de su bautismo y de las tentaciones del demonio, son sus palabras en estas dos ocasiones. En esta última sobre su ayuno de cuarenta días, en el desierto y ante las acechanzas del enemigo, en pleno decaimiento y deterioro físico de un ayuno de 40 días, hambriento y sediento, casi derrotado corporalmente; le dice al demonio: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios; No tentarás al Señor tu Dios; Adorarás al Señor tu Dios, y a Él sólo servirás. Aquí encontramos lo medular de su mensaje y la primera recomendación que hay que tomarle en cuenta al "Maestro" que nos revela su misión de Salvador, como el Mesías auténtico. Comienza por predicar el amor, la lealtad, la fidelidad y el servicio a Dios antes que a los demás.  Cual debe de ser por una lógica congruente la de corresponder con amor a Dios que es a quién nos debemos lo que somos, origen de su creación.

De esta forma podemos establecer un solo mensaje en el contexto de toda su predicación. También así podemos capitular sus discursos y reflexiones en el entorno que corresponde. Tan importante como interesante es todo aquello que dijo y conversó con la gente de su época. Dios se hizo presente en la tierra en la figura de Jesús de Nazaret, por obra y gracia de su divinidad, de tal forma que Dios estuvo en la tierra y no en vano deben ser consideradas sus enseñanzas, luego de observar y hacer un auto análisis de nuestra conducta.

Es por consiguiente de mucho interés, más que cualquier otra cosa, saber en concreto que fue lo que Jesús predicó durante su vida. Allí está la crítica, pero también el consejo sabio de corrección. Si no tuvimos la gracia de haberlo visto ni escuchado, entonces que afortunados poder conocer los testimonios que sobre su vida y predicación están escritos en los Evangelios. La curiosidad sobre Dios es algo que todos tenemos y no tenemos respuesta a nuestras interrogantes sobre Él. Sin embargo, aquí podemos escuchar la voz de Dios y conocerlo por lo que nos dice. También sus mensajes encierran uno o varios en particular para cada quién de nosotros, que, aunque no vivimos en aquella época, si nos identificamos con alguno de esos personajes que convivieron con Jesús de una u otra forma, como amigos, enemigos o traidores, en el transcurso de su vida, pasión y muerte. Cada quién sacará sus conclusiones y se identificará con Él. Dios no se hace presente físicamente y permanentemente en cada una de las épocas de la historia de la humanidad ni a cualquier otra generación. Una sola vez es y fue suficiente. Ya vino, ya vio, ya dijo, ya predijo, y ya se fue. No habría más que agregar a lo que ya nos enseñó: el camino de salvación. Nada en la vida puede ser más interesante que leer estos testimonios sobre la vida de Jesucristo narrados en los Santos Evangelios: San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan, sobre la mayor parte de sus comparecencias públicamente, lo que a juicio de estos cuatro evangelistas fueron los hechos más relevantes: discursos, parábolas y anécdotas durante su predicación.

Habría que reflexionar que Jesús, al ser Hijo de Dios por naturaleza divina, toma nuestro cuerpo como modelo para ser de la manera que fue y parecerse a nosotros fisicamente. Es el mismo Dios como hombre, como debemos ser y actuar en nuestras circunstancias. Escogió la manera más humilde para hacer su arribó al mundo y a sus padres los escogió por su pobreza, humildad y su fe. Desde que nace, hasta que muere, su vida es un ejemplo, el primero que quiso darnos: de humildad y pobreza. Los de su tiempo esperaban al Mesías, bajando del cielo con poderes plenipotenciales, y llegó por donde menos lo pensaban, nace en un pequeño pueblito y en un establo, tanto así que ni caso le hicieron, y hasta quisieron cortarle la cabeza siendo recién nacido. Sus padres tuvieron que huir con él y escapar a otro país para salvarlo. Así fue el principio de Dios en la tierra, como mensajero y como ejemplo. Modelo de hombre, de vida y de familia. Dios hecho hombre.



JMRS
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