Salud

Crece la presión sobre Brasil por la vacuna contra COVID-19

2021-01-01

Fiocruz dijo que espera tener 100 millones de dosis de la vacuna contra el COVID-19, de la que se...

Por DIANE JEANTET y MAURICIO SAVARESE

RÍO DE JANEIRO (AP) — Brasil, una nación orgullosa de su papel como líder regional en ciencia, tecnología y medicina, se está quedando por detrás de sus vecinos en la carrera global por la inmunización contra una pandemia que se ha cobrado ya la vida de cerca de 200,000 de sus habitantes.

La mayor nación de Latinoamérica, aclamada durante mucho tiempo por sus programas de desarrollo de vacunas, parece estar a al menos tres o cuatro semanas de lanzar cualquier campaña formal de inmunización contra el COVID-19. En cambio, Argentina, Chile, México, Costa Rica y otros países de la región ya han empezado a vacunar a sus ciudadanos.

El gobierno brasileño no ha autorizado ninguna vacuna y ha tropezado en sus intentos de comprar incluso jeringas y agujas para una campaña de inmunización que todavía no tiene no tenía fecha de inicio definitiva.

Mientras, el número de nuevos casos de coronavirus en el país batió otro récord en diciembre, con más de 70,000 contagios el 16 de diciembre.

El foco en el debate sobre las vacunas en Brasil está puesto en el presidente, Jair Bolsonaro, quien se ha mostrado escéptico sobre todas las que se están desarrollando, aunque su gobierno esté negociando para obtenerlas. Dijo que no tiene pensado vacunarse y bromeó con que los efectos secundarios podrían convertir a la gente en cocodrilos o mujeres barbudas.

Este tipo de declaraciones ha dejado “muy dañada” la imagen de Brasil en el extranjero, apuntó a The Associated Press Margareth Dalcolmo, profesora de medicina respiratoria en la Fundación Oswaldo Cruz, también conocida como Fiocruz y que está financiada por el estado.

“Nadie dice que Bolsonaro crea realmente esto, pero está desacreditando la vacuna”, señaló Walter Cintra, profesor de gestión sanitaria en la Universidad de la Fundación Getulio Vargas en Sao Paulo. “Cuando el gobierno se comporta así, pierde credibilidad. Y estos son contratos de millones de dólares”.

Una de las primeras vacunas en el horizonte parece ser una desarrollada por la empresa china Sinovac, que tiene un contrato con el gobierno del estado más grande del país, Sao Paulo, para su distribución y producción.

El gobernador de Sao Paulo, João Doria, anunció planes para empezar a administrar la vacuna el 25 de enero si las autoridades federales la aprueban. Doria es un destacado crítico del presidente y un posible rival en las elecciones de 2022, y su anuncio aumentó la presión sobre el gobierno de Bolsonaro para que elabore su propio plan federal de inmunización.

En un primer momento, el presidente se burló de la vacuna china afirmando que su origen no inspiraba confianza, pero otros estados mostraron rápidamente interés en adquirirla.

Otra aspirante a una pronta distribución a nivel nacional sería la desarrollada por AstraZeneca y la Universidad de Oxford, que podría estar disponible a principios de febrero una vez que los reguladores le den luz verde, según el laboratorio estatal Fiocruz, que la produce en Brasil.

Fiocruz es uno de los mayores laboratorios públicos de Brasil para la producción de vacunas, incluyendo la del sarampión, la poliomielitis y la fiebre amarilla. Gracias a la tecnología avanzada y a la capacidad de Fiocruz para producir a bajo costo, Brasil es el principal fabricante mundial de vacunas contra la fiebre amarilla, exportando millones de dosis a docenas de países, según los datos de la institución.

Fiocruz dijo que espera tener 100 millones de dosis de la vacuna contra el COVID-19, de la que se necesitan dos dosis por persona, para finales de julio.

El gobierno espera recibir también 42 millones de dosis de la alianza global de vacunas COVAX, algo para lo que no hay fecha, y firmó un acuerdo con Janssen, subsidiaria de Johnson & Johnson, para 38 millones de dosis de una vacuna de inyección única cuando esté disponible.

El ejecutivo ha intentado cerrar un acuerdo para la primera vacuna aprobada en todo el mundo, la de Pfizer-BioNTech. Pfizer se quejó a finales de diciembre de los obstáculos regulativos en el país, mientras que Bolsonaro se mostró sorprendido porque las farmacéuticas no mostrasen más entusiasmo por vender su producto en una nación de casi 210 millones de habitantes.

Las tensiones parecieron rebajarse en una reunión entre los reguladores y Pfizer el 30 de diciembre, durante la cual las autoridades dijeron que simplificarían los protocolos y la farmacéutica señaló que consideraría solicitar aprobación para un uso de emergencia. El gobierno de Brasil y Pfizer habían firmado antes un memorando de entendimiento para 70 millones de dosis, según el Ministerio de Salud.

Para el profesor Cintra, la confusión que rodea a la aprobación de la vacuna es sintomática de la caótica gestión gubernamental de la pandemia, durante la cual Bolsonaro ha denunciado repetidamente los esfuerzos de las autoridades locales para imponer normas de distanciamiento social y describió el virus como una “gripecita”.

“No se trata de Anvisa (el regulador) ni de una excesiva regulación. Se trata de que el gobierno federal sabotee sistemáticamente la lucha contra la pandemia o destruya por completo el sistema de salud brasileño”, añadió.

Cintra destacó también que una licitación pública para la compra de más de 330 millones de jeringas y agujas para la campaña de vacunación contra el coronavirus esta semana resultó en ofertas por solo 8 millones de unidades dentro del rango de precio aceptable, menos del 3% de lo que se requería.

El Ministerio de Salud explicó en un comunicado que mantendrá abierta la licitación.

“Existe un riesgo real de tener una vacuna pero que no haya agujas y jeringas suficientes”, advirtió Carlos Eduardo Lula, presidente de un consejo de secretarios de Salud estatales.

El presidente del Colegio de Abogados del país, Felipe Santa Cruz, dijo al diario Valor que más demoras en el programa de vacunación podrían llevar al colectivo a redactar una petición de juicio político contra Bolsonaro.

Para Francisco Ferreira, una profesor de física de 55 años, la esperanza de tener una vacuna pronto se está desvaneciendo.

“Brasil está teniendo una mezcla de mala fe e incompetencia en el asunto de las vacunas”, apuntó Ferreira mientras caminaba por el aeropuerto internacional de Sao Paulo. “Hay gobiernos serios en todo el mundo que están administrando vacunas, pero no es nuestro caso”.



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