Reportajes

Esperanza, caos y filas interminables en Ecatepec: la vacunación en uno de los municipios más mortales de la pandemia en México

2021-02-24

La llegada de la vacuna a uno de los sitios más poblados, marginados y azotados por la...

Elías Camhaji | El País

Ecatepec - Apenas caen los primeros rayos de sol de la mañana y ya hay miles de personas esperando ser vacunadas contra la covid-19 en Ecatepec, un inmenso municipio del Estado de México con más de 1,6 millones de habitantes en la periferia de Ciudad de México. La fila da la vuelta dos veces al Multideportivo de Las Américas y serpentea entre vendedores de tamales, agentes policiales y pequeños bancos que buscan aliviar una espera que pinta para ser larga. Sarahí Anaya llegó antes que todos. Se plantó desde las siete de la noche del lunes a las puertas del centro de vacunación y lleva casi 16 horas apartando el lugar para sus familiares. “Fue la noche más horrible de mi vida”, confiesa, “pero esperemos que valga la pena”. No ha dormido, no ha comido ni ha ido al baño, pero ella está dispuesta a hacer lo que haga falta. La llegada de la vacuna a uno de los sitios más poblados, marginados y azotados por la pandemia se ha vuelto una misión contra todo pronóstico: un hito donde se desvanece la sana distancia y donde reina el caos y la esperanza. Es una doble promesa: superar la emergencia sanitaria y dejar atrás la crisis económica.

Anaya es la primera en la fila, pero 512 personas se vacunarán antes que su mamá, de 62 años, y su suegra, de 77. Las autoridades impulsaron un sistema de registro por internet en las últimas semanas, pero la mayoría de las personas que llegaron este martes no recibieron un mensaje ni una llamada para saber cuándo les tocaba vacunarse. Se habían contemplado 10 sedes para arrancar con la vacunación, pero a última hora del lunes se anunció que seis no iban a recibir gente por problemas de logística. Algunas personas que habían llegado a esos centros fueron llevadas en camionetas a los lugares que sí iban a aplicar las vacunas. “No es justo que jueguen así con nosotros”, se queja Ana Molina, que fue traída desde el módulo de Río de la Luz, uno de los que cerraron sin previo aviso. En medio del cuello de botella y de los reclamos por quienes “se colaron”, fueron los ciudadanos quienes se organizaron y apuntaron en pedacitos de papel los turnos, aunque después el personal de apoyo entró al quite. Anaya tiene la ficha 513 y 514 porque poco más de medio millar de adultos mayores de 60 años no alcanzaron vacuna un día antes.

“Me he pasado la pandemia encerrada en mi casa, ya parezco murciélago”, dice entre risas Margarita Uribe, de 77 años. Hasta hace unos meses, Margot, como le gusta que la llamen, venía al Multideportivo a nadar. Este martes ha vuelto al mismo sitio, pero ahora con la esperanza de volver a hacer ejercicio, después de ver las noticias. El sábado llegaron a México las primeras 200,000 dosis de la vacuna china de Sinovac y las autoridades sanitarias decidieron destinarlas exclusivamente a Ecatepec, un municipio que tiene el estigma de la violencia feminicida, la inseguridad, la falta de agua y la desidia de sus gobernantes.

Pero el fin de semana la historia fue diferente. José Luis Alomía, director general de Epidemiología, explicó que no solo se trata del punto en el país donde viven más personas en situación de pobreza y pobreza extrema, también tiene indicadores de letalidad y mortalidad por la pandemia más altos que la media nacional. El municipio rebasa los 28,000 casos confirmados y las 4,000 defunciones: una de cada siete personas que se ha contagiado de covid ha muerto, según cifras oficiales. Se decidía entonces por avanzar en la vacunación de los adultos mayores en Ecatepec: uno de los grupos más vulnerables en una de las zonas más golpeadas por la epidemia. “Estoy muy contento, por primera vez sentimos que nos toman en cuenta”, asegura Cándido Quechol, de 68 años, todavía con la mano sobre el brazo tras recibir la vacuna. “Hay algo de política, algo de pandemia, algo de cómo es vivir aquí en Ecatepec”, dice Armando Hernández, de 72.

Debajo del toldo blanco donde se aplican las vacunas parece otro universo. En un abrir y cerrar de ojos, diez equipos de dos personas cada uno aplican a toda velocidad las inyecciones. Las hieleras azules tienen 40 dosis que van y vienen para rellenarse, mientras agentes de la Guardia Nacional custodian el contenedor donde está el resto de los viales. “Lo estuve esperando desde hace mucho, pero ¡ay! Me dolió cuando sentí la aguja”, cuenta Elisa Jiménez, de 76 años. “¡A mí no me dolió nada!”, responde sonriente su esposo Lucio Alba, de 79.

Después del pinchazo, los vacunados debían esperar 30 minutos para ver si presentaban efectos secundarios como náuseas, dolor de cabeza o escalofríos. “Es muy importante que no bajen la guardia, que usen cubrebocas, que sigan guardando sana distancia”, pregona el doctor Luis Soto mientras camina por las sillas donde esperan los mayores de 60 años. Soto dice que lo que más le preocupa a la gente no es cuándo recibirá la segunda dosis o las contraindicaciones, sino si pueden seguir tomando sus medicinas, comiendo lo que acostumbran y seguir con sus vidas. Algunos como Ángel López, de 97 años, llegaron con su tanque de oxígeno; muchos como Martha Polo, de 77 años, son hipertensos y diabéticos, otras como Guadalupe Aguilera, de 66 años, luchan contra el cáncer.

Conforme fluyen las vacunas, los ríos de gente empiezan a bajar. Llegado el mediodía, el Centro Cultural y Deportivo de Las Américas, otra sede de vacunación a menos de dos kilómetros de distancia, ya ha agarrado ritmo y atiende a prácticamente todas las personas sin necesidad de esperar. Se corrió la voz y los que hacían fila en el Multideportivo se fueron a toda prisa a probar suerte. “El otro centro estaba imposible, pero era importante conseguir la vacuna”, dice Leobardo Navarro, de 88 años. “La gente aquí sale mucho con o sin pandemia”.

En mayo pasado, un grupo de familiares irrumpió en el Hospital de Las Américas, en la misma zona, luego de recibir la noticia de que sus seres queridos habían fallecido. Desesperados porque no podían verlos, los deudos atacaron a médicos y enfermeras, llegaron al patio trasero del sanatorio y abrieron, una tras otra, 25 bolsas de cadáveres para buscarlos. Las Américas protagonizó uno de los momentos más duros de la pandemia que se recuerdan en el país, hoy concentra la mayoría de las primeras dosis que llegaron a Ecatepec.

“Quién sabe, igual y vivo otros 20 años más”, bromea Isabel Tenorio, que en dos semanas cumplirá 100 años. Su hijo falleció por covid-19, pero quiere “seguir dando guerra” y cocinar, tejer y ver a su familia sin miedo a contagiarse, aunque para eso todavía falta. Es lo mismo que esperan sus cuatro hijos, 14 nietos, nueve bisnietos y su tataranieta; unas 3,600 personas previstas para vacunarse este martes en las tres sedes del fraccionamiento de Las Américas, y más de 220,000 adultos mayores de 60 años en todo Ecatepec.



Jamileth