Pura Demagogia
El gobierno y la oposición
Por P. Fernando Pascual, LC
Lo vemos con frecuencia en tantos países. Un partido político está en el gobierno. Hay una crisis sanitaria, o de abastecimiento, o de delincuencia. Varios líderes de la oposición critican al gobierno y su partido, piden la dimisión de los responsables.
Llegan las elecciones. Quienes estaban en la oposición pasan al gobierno. Empieza una crisis parecida a la anterior: faltan camas en los hospitales, no llega la harina a la gente, los robos callejeros siguen por las nubes.
Los nuevos gobernantes, que eran tan críticos cuando estaban en la oposición, no dan la menor señal de asumir sus responsabilidades y dimitir.
Uno dirá que lo anterior es parte del juego político: quienes están en la oposición tienen la tarea de señalar los puntos débiles de los gobernantes y exigir responsabilidades allí donde existen graves daños sociales.
Pero en realidad si hubiera un mínimo de coherencia política, quienes ayer pedían la dimisión de los gobernantes por no ser capaces de intervenir eficazmente ante graves problemas de abastecimiento, deberían tener el valor para dimitir si hoy, estando ellos en el gobierno, no consiguen afrontar adecuadamente esos mismos problemas.
Uno supone que, detrás de este tipo de comportamientos, hay solo un juego político orientado a conquistar el poder. Si los otros cometen un fallo, deben dimitir. Si lo cometemos nosotros, no somos tan malos y seguimos aferrados a nuestras poltronas...
Cuando la política llega a este tipo de incoherencias y deformaciones, va en contra de su verdadera naturaleza e incurre en uno de los mayores daños para la vida sociedad.
Conviene recordar siempre que toda persona y todo grupo político que pretendan llegar al gobierno necesitan tener siempre presente su objetivo: trabajar por el bien común, promover la justicia, aliviar los males.
Si ese objetivo existe en el corazón de los parlamentarios, los gobiernos, los partidos, dejaremos de ver ese vergonzoso espectáculo de la incoherencia en tantos políticos que dicen una cosa mientras están en la oposición, y lo contrario cuando están en el gobierno.
Porque, conviene recordarlo siempre, un político existe para los demás, no para sí mismo ni para su partido. Si es consciente de su auténtica identidad, trabajará a fondo por el bien de la sociedad, y asumirá sus responsabilidades cuando haya algo que no funcione y merezca ser atendido con urgencia.
aranza