Tras Bambalinas
Caso Epigmenio Ibarra: AMLO y su pandilla ‘moral’
Carlos Loret de Mola A., The Washington Post
El jueves 18 de marzo un reportaje publicado en Latinus mostró que, en medio de la pandemia, el gobierno del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), otorgó un crédito de 150 millones de pesos (7.5 millones de dólares) a la empresa de su más importante propagandista, Epigmenio Ibarra. Lo hizo mientras cualquier empresa mexicana que sufría los estragos del impacto económico del coronavirus solo tenía acceso a un crédito de 25,000 pesos (1,250 dólares) para sobrevivir.
Durante la pandemia, para hacerse de más recursos, AMLO desapareció 109 fideicomisos con los que el Estado solía financiar la ciencia, el cine, la educación, el deporte y la salud. Ante el reclamo airado de la comunidad cultural, intelectual y científica, argumentó que los fideicomisos eran esquemas que facilitaron la corrupción. Pero casi al mismo tiempo, de acuerdo con el reportaje, su gobierno creaba un fideicomiso especial para Epigmenio Ibarra, dueño de la empresa Argos, donde se le depositó el dinero del préstamo.
Para el presidente no hay nada de malo en este doble privilegio con el que se benefició al productor de televisión, activo defensor a ultranza de AMLO que incluso le ha manufacturado documentales elogiosos, tanto en campaña como ya en el poder. Dijo que Ibarra es un “periodista honesto” y que el millonario crédito no era un “chayote”, como se conoce en el país al soborno que da un político a un periodista a cambio de que hable bien de él.
Sin embargo, existe un doble rasero para medir situaciones similares: si lo hace este gobierno es una acción “moral”, si se hizo en el pasado, es lo contrario. AMLO ha fustigado que en el sexenio pasado le hayan otorgado un crédito, también por medio de un banco estatal, a un periódico. Lo califica como un soborno del gobierno de Enrique Peña Nieto a El Financiero.
El presidente tampoco piensa que es “chayote” que el año pasado su gobierno haya pagado a un solo periódico 20% del presupuesto total que invierte en publicidad en medios de comunicación. Se trata del diario La Jornada, el que más simpatiza con su administración. Pero a otros medios que habrían recibido inversiones publicitarias por parte del gobierno pasado, los ha llamado corruptos, “chayoteros” e inmorales.
La doble medida no es solo en el tema de los medios de comunicación y los periodistas. El año pasado, con unos días de diferencia, se revelaron dos videos que mostraban escenas muy similares. En el primero, un operador político de la oposición recibía fajos de billetes en secreto. En el segundo, Pío López Obrador, hermano del presidente, aparecía recibiendo fajos de billetes en secreto mientras señalaba que eran para la campaña presidencial de AMLO. Al primero, el presidente lo calificó inequívocamente de mostrar “la inmundicia del régimen de corrupción”. Del segundo dijo que no había nada de malo: su hermano estaba recibiendo “aportaciones al movimiento” del pueblo. Lo primero es inmoral, lo segundo es moral.
Cuando en el gobierno de Peña Nieto se adjudicaban contratos sin licitación, el entonces líder opositor AMLO acusaba flamígeramente que existía corrupción. Ya en el poder, 80% de los contratos que entregó en 2020 fue sin licitar, pero rechaza que haya corrupción. Dice que “no somos iguales”.
Si gobiernos anteriores presionaban a jueces y ministros, eran autoritarios; si lo hace él, es justicia. Si antes se usaban programas sociales en plena temporada electoral, era fraude; si lo hace él, es democracia. Si antes se atacaba a un periodista, era un abuso del Estado; ahora es un simple ejercicio del derecho de réplica. Si se estancaba el crecimiento económico, era el fracaso del modelo neoliberal; si sucede ahora (incluso antes de la pandemia), es porque la forma en que se hacen las mediciones está mal. Si antes se fugaba un peligroso delincuente, era complicidad; si hoy se libera por decisión presidencial, es una muestra de humanismo.
La purificación y la moralidad en este gobierno no pasa por dejar de delinquir, sino por doblar la rodilla y jurar lealtad al líder: el que está con él es moral y el que no, es inmoral. Así de sencillo. Hay créditos morales para los periodistas amigos, fideicomisos morales, desvíos morales del erario, operación electoral moral, adjudicaciones directas morales. También “chayote” moral, saqueo moral, despojo moral, autoritarismo moral y abuso moral.
Nos gobierna la pandilla moral. Y hace lo mismo que hacían las pandillas anteriores, pero esta es moral.
aranza
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