Mensajería

¿Puedo donar mis órganos, qué dice la Iglesia?

2021-06-02

“También en esta materia, el criterio fundamental de valoración debe ser la...

Por: Javier Ordovàs 

Cada día se hace más necesaria la disponibilidad de órganos para trasplantes. Mucha gente no está enterada de lo importante que es donar sus órganos para poder dar vida o prolongar la vida de otras personas. Diversas instituciones han colaborado para incrementar el número de donantes sin embargo todavía existe un insuficiente número de personas que donan órganos comparado con la gran demanda. La doctrina de la Iglesia católica respalda y estimula la generosidad de los donantes dentro de un contexto apropiado.

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 2296:

¨El trasplante de órganos no es moralmente aceptable si el donante o sus representantes no han dado su consentimiento consciente. El trasplante de órganos es conforme a la ley moral y puede ser meritorio si los peligros y riesgos físicos o psíquicos sobrevenidos al donante son proporcionados al bien que se busca en el destinatario. Es moralmente inadmisible provocar directamente para el ser humano bien la mutilación que le deja inválido o bien su muerte, aunque sea para retardar el fallecimiento de otras personas¨

Para ilustrar el tema vamos a citar a los dos Papas anteriores

El Papa Juan Pablo II, ahora canonizado,  al recibir a los participantes del XVIII Congreso Internacional de la Sociedad de Trasplantes, defendió la donación de órganos, pero señaló enérgicamente que la clonación para esos efectos es totalmente inaceptable desde el punto de vista moral.

 “También en esta materia, el criterio fundamental de valoración debe ser la defensa y la promoción del bien integral de la persona humana, según su peculiar dignidad”.

Donación de órganos: acto de amor

Tras calificar la donación de órganos como “un auténtico acto de amor”, san Juan Pablo II, puso de relieve que el cuerpo humano “no puede ser considerado únicamente como un complejo de tejidos, órganos y funciones, sino que es parte constitutiva de la persona”.

Por eso, dijo el Papa “toda tendencia a comercializar los órganos humanos o a considerarlos como unidades de intercambio o de venta, resulta moralmente inaceptable, porque a través de la utilización del cuerpo como 'objeto', se viola la misma dignidad de la persona”.

San Juan Pablo II destacó también la importancia de que la persona que done los órganos sea adecuadamente informada, de modo que decida libremente y en caso de imposibilidad, se requiere “un eventual consenso por parte de los parientes”.

Un punto clave: ¿Cuándo está muerto el ser humano?

Los órganos vitales sólo se pueden extraer del cuerpo de un individuo “ciertamente muerto”. Aquí nace, dijo, “una de las cuestiones más debatidas en los círculos bioéticos actuales”, el problema de “la constatación de la muerte”. En este sentido, añadió el Santo Padre, “es oportuno recordar que existe una sola ‘muerte de la persona’, consistente en la total desintegración de aquel complejo unitario e integrado que es la persona en sí misma”.



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