Del Dicho al Hecho

Ni la clase social ni la educación determinarán los resultados de las elecciones

2021-06-02

Un análisis todavía más preciso necesitaría aproximar la lente a los...

Ricardo Raphael, The Washington Post

No es cierto que sean las poblaciones más pobres o con los niveles educativos más bajos quienes vayan a definir los resultados de las elecciones de este domingo 6 de junio en México; tampoco parecieran relevantes la edad ni el sexo. Sin embargo, la mayoría de los estudios demoscópicos coinciden en señalar como predictor relevante a la identidad local.

Las encuestas perfilan un escenario triunfador para Morena, el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, y de las fuerzas con quienes sostiene una alianza gobernante: el Partido del Trabajo y el Partido Verde Ecologista de México.

En la Cámara de Diputados esta coalición estaría alcanzando más de 65% de los votos. Tiene también posibilidades de triunfo en 14 de las 15 gubernaturas en disputa. En contraste, el frente electoral denominado Va por México, que integra a los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática, no obtendría más de 32% de los sufragios en la Cámara de Diputados y cuenta con oportunidades de triunfo solo en cinco de las 15 gubernaturas que están en juego.

El fenómeno que Morena significa para la política mexicana merecerá, después del próximo domingo, un análisis desapasionado. Mientras tanto, es posible afirmar, a partir de los sondeos dedicados a medir la preferencia del voto, que Morena se consolidará en estas elecciones intermedias de 2021 como el pivote principal del sistema mexicano de partidos.

Fundada hace apenas siete años, esta fuerza ha desplazado a los partidos que gobernaron el país durante las últimas décadas. Es difícil negar que su triunfo está ligado a la popularidad del presidente López Obrador: el voto a favor de Morena coincide con una percepción favorable del mandatario y, en sentido inverso, ahí donde la aprobación presidencial decrece, el margen de sufragios a favor del partido gobernante también se adelgaza.

Alejandro Moreno, encuestador del periódico El Financiero, advierte que esta sola variable, la aprobación presidencial, bastaría para explicar los resultados: “La aprobación a López Obrador es un fuerte predictor del voto por Morena”.

Sin embargo, esta lectura de la geografía electoral no alcanza a responder si los votos por la oposición se explican en función de la desaprobación presidencial, o si la desaprobación proviene de la fuerza que tiene la oposición en cada localidad.

En otras palabras, asumiendo que hay correlación entre el voto por Morena y la aprobación a favor de López Obrador, faltan elementos que ayuden a comprender a qué se deben las percepciones respecto del presidente. Tampoco existe suficiente análisis para explicar las determinantes del voto a favor de la oposición.

En ausencia de estos datos, es lugar común entre las voces antilopezobradoristas decir que Morena ha construido una mayoría electoral a partir de las personas que perciben menores ingresos y también entre quienes cuentan con niveles bajos de educación. Se asume que la amplia legitimidad del presidente y también de su partido se debe, en esencia, a un intercambio meramente clientelar de favores por votos.

Sin embargo, las premisas de esta hipótesis son débiles: no es cierto que solamente las poblaciones pobres voten por López Obrador, como tampoco lo es que el grado de escolaridad haya sido hasta ahora un indicador capaz de predecir el sentido del sufragio a favor de Morena.

Los resultados electorales del 2018 ayudan para aproximarse a la heterogénea demografía electoral que está detrás de la distribución del poder entre las distintas fuerzas políticas.

Datos de la encuestadora Parametría sobre los comicios de 2018 señalan que el triunfo de Morena abrevó de una mayoría de votantes con ingresos elevados: 65% de los adultos pertenecientes a los hogares con ingresos mensuales superiores a los 15,171 pesos se inclinaron a favor de López Obrador.

Algo similar sucedió respecto a la escolaridad: las personas con estudios universitarios de licenciatura, maestría y doctorado fueron más propensos a sufragar por Morena, en comparación con quienes únicamente tenían certificado de primaria.

Los comicios del próximo domingo podrían confirmar ambas tendencias. De acuerdo con la empresa Consulta Mitofsky, si bien en abril seis de cada 10 empresarios desaprobaban la gestión de López Obrador, 71% de las personas empleadas formalmente y 63% de las y los profesores (en su encuesta de enero) refutarían la teoría de que solo las personas más vulnerables entregarán su voto a favor de Morena el domingo. Los pisos superiores de la construcción social se decantarían por el partido gobernante.

No existe medición sobre las preferencias electorales en función del grado de escolaridad y por tanto habrá que esperar antes de confirmar si la tendencia de 2018 se ratifica en esta ocasión. En cambio, hay datos que desde ahora permiten afirmar que tampoco la edad de las y los electores, ni el sexo serán variables determinantes. Estos indicadores sociodemográficos no ofrecen sesgos destacados que inclinen la balanza.

Si no son variables definitivas para la predicción el ingreso, los niveles de educación, el sexo o la edad, resta la identidad geográfica como elemento a considerar. Donde las fuerzas de oposición han logrado conservar una base electoral estable a pesar de la popularidad presidencial, la votación a favor de Morena tendría resultados limitados. Sobresalen como estados que han resistido el huracán obradorista Chihuahua, Sonora, Nuevo León, Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Aguascalientes, San Luis Potosí y Yucatán.

Un análisis todavía más preciso necesitaría aproximar la lente a los municipios y sobre todo a los distritos donde el voto de oposición no se ha erosionado. Comprender este fenómeno ayudaría a descifrar la heterogeneidad política persistente que, a pesar de la ola morenista, subsiste en México, y aún más importante, la pluralidad de identidades que podría ser el punto de partida para el futuro sistema mexicano de partidos de cara a la elección presidencial de 2024.



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