Internacional - Política

Perú rural, bastión de un maestro que busca la presidencia

2021-06-06

En las aldeas de los Andes de Perú, el maestro de niños y candidato presidencial...

Por MARTÍN MEJÍA y CÉSAR OLMOS

TACABAMBA, Perú (AP) — En las aldeas de los Andes de Perú, el maestro de niños y candidato presidencial izquierdista Pedro Castillo se ha transformado en una especie de fuente en la que casi todos se ven reflejados.

Castillo, de 51 años, es hijo de campesinos iletrados sin tierra y el único de nueve hermanos con un título universitario. En enero, durante la campaña presidencial por la primera vuelta sobrevivió al nuevo coronavirus y padeció la enfermedad en la casa de un familiar en una barriada de Lima.

Su historia, donde el esfuerzo vence la adversidad, es un imán que atrae incluso a los que no lo conocen.

“Nos conmueve que un profesor llegue a dirigir los destinos de nuestro país”, dijo Abelino Herrera, de 55 años, vendedor de bebidas calientes que colocó en su motocicleta una bandera que tenía dibujado un lápiz, el símbolo del partido izquierdista Perú Libre, por el cual postula Castillo.

Las calles de Tacabamba, un distrito poco más grande que Luxemburgo donde el izquierdista votará el domingo en una escuela pública, lucen cadenetas de papel, como un día de fiesta, con el rostro de Castillo. Los mototaxis también llevan réplicas de lápices con el nombre del candidato.

“Valgan verdades gobierno tras gobierno nos han mentido... el pueblo está convulsionado, renegado de tantas mentiras de los candidatos”, añadió el vendedor Herrera que afirma que no entiende cómo pueden ser tan pobres pese a integrar a una región rica en oro.

Los peruanos no creen en sus políticos. En 35 años todos los expresidentes están enlodados en investigaciones por corrupción. Uno de ellos se suicidó poco antes de ser detenido, otro está preso en su propia mansión, un tercero está detenido en los Estados Unidos esperando una extradición.

La frase que Castillo repite cuando visita las aldeas remotas de Perú -muchas de ellas productoras de minerales, petróleo y gas- es simple: “no más pobres en un país rico”. El mensaje es poderoso y ha provocado que muchos cuestionen el sistema económico que rige hace tres décadas.

Perú es el segundo exportador global de cobre y el sexto de oro. Cajamarca, la región dentro de la cual está Tacabamba, es la zona más rica en oro de Perú, según las autoridades. Sin embargo, es una de las más pobres de la nación, con un servicio educativo y sanitario deficiente, como el resto del Perú rural.

En el mercado de Tacabamba, Aida Coronel, de 42 años, dijo mientras cortaba un trozo de vacuno que jamás se había sentido identificada con un candidato.

Es un “profesor que sabe valorar lo que una persona trabaja, nosotros trabajamos y comemos con el sudor de nuestra frente”, dijo.

Castillo, quien terminó primero entre 18 candidatos en la primera vuelta del 11 de abril, no fue detectado por las encuestas. El domingo enfrenta en un balotaje a la candidata derechista Keiko Fujimori, hija de Alberto Fujimori, un expresidente que cumple 25 años de prisión por delitos de corrupción y su responsabilidad en el asesinato de 25 peruanos en su gestión de 1990-2000.

Ambos candidatos se encuentran empatados de acuerdo a todos los sondeos.

El profesor izquierdista anhela reescribir la Constitución para modificar el sistema económico y lograr más ingresos para educación y salud con la participación del estado en la extracción de recursos naturales, como la minería, el petróleo y gas.

Su candidatura es impopular entre los ricos quienes lo acusan de comunista y de intentar arrastrar a Perú a un desastre económico similar al de Venezuela.

El mensaje sobre una posible debacle económica con Castillo en el poder parece no impactar en miles de pueblos remotos de Perú, como Tacabamba, donde sienten que el domingo podrían verse representados por primera vez en 200 años de independencia, con un presidente cercano a ellos.

“El Perú no está sólo en Lima... Dios escuchará que nuestra patria sea dirigida por un profesor”, dijo el vendedor Herrera. “Dios tiene que escucharnos porque el clamor del pueblo es ese”.



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