Ciencia y Tecnología

El porqué de la escasez repentina de chips y cómo está impactando en la economía real

2021-07-29

En cuestión de meses, los chips se han vuelto tan escasos como el oro, aseguran Rico Luman y...

Por Vicente Nieves

Falta de previsión, cambios repentinos en la demanda, una industria rígida y muy concentrada... Los factores que han podido provocar la escasez actual de chips semiconductores (circuitos integrados) son muchos y la solución no va a llegar rápido. Lo que empezó siendo como un desajuste momentáneo entre la oferta y la demanda a finales del año pasado, ahora podría prolongarse hasta el 2022, generando interrupciones en las cadenas de suministro, paralizando fábricas, presionando al alza los precios y restando algunas décimas de crecimiento a la recuperación de la economía global.

En cuestión de meses, los chips se han vuelto tan escasos como el oro, aseguran Rico Luman y Timme Spakman, analistas de ING en un informe sectorial sobre los chips. Ahora mismo, medio mundo mira a Taiwán y Corea del Sur, los grandes productores de chips semiconductores que no dan abasto para seguir el ritmo de la demanda. Las últimas víctimas de esta escasez podrían ser los trabajadores de Renault en las plantas de Valladolid y Palencia, donde la dirección ha planteado a los sindicatos la aplicación de un Erte hasta el 30 de septiembre por la crisis de semiconductores.

Por ello, empresas y gobiernos empiezan a mirar a sus propias economías para buscar soluciones, como intentar producir sus propios chips (semiconductores), algo que puede llevar años, si es que finalmente se ponen en marcha estos planes. Los semiconductores parecen estar destinados a convertirse en el oro o el petróleo de esta nueva era, revolución industrial o como se quiera llamar.

A día hoy, la producción está muy concentrada en el este de Asia. Aunque las empresas americanas como Qualcomm o Intel son las que más suenan cuando se habla de microchips, lo cierto es que éstas firmas son las que los desarrollan y venden, pero la fabricación y el ensamblaje se realiza, sobre todo, en Taiwán y Corea del Sur (TSMC, Samsung...), donde la industria del chip está saturada ante el auge repentino de la demanda global.

Desde la firma financiera TS Lombard explicaban en un trabajo que la fabricación se ha trasladado a Asia lo suficiente como para que la posición de Taiwán y Corea represente el 83% de la producción mundial de chips para procesadores y el 70% de la producción de chips de memoria. El liderazgo de la región continuará expandiéndose con la creciente intensidad técnica y de capital necesaria para la producción futura de semiconductores.

¿Por qué se produce esta escasez?

La escasez actual tiene difícil solución a corto plazo, puesto que la inversión en la industria del chip no da sus frutos de un día para otro, porque es una industria muy intensiva en capital (maquinaria), que necesita de una inversión importante para crecer y que requiere de personal cualificado. Por otro lado, la demanda se ha incrementado por factores cíclicos (recuperación económica y una mayor demanda de productos electrónicos durante el covid), pero también por factores estructurales, puesto que cada vez un mayor número de productos llevan un microchip. 

Los expertos de ING explican que "los chips de ordenadores escasean por un aumento repentino en la demanda relacionado con el covid-19. Este choque de demanda está causado principalmente por consumidores que no pueden gastar dinero en servicios como restaurantes y viajes y que ahora están gastando más en productos electrónicos. No obstante, la fuerte demanda de equipos de oficina para trabajar desde casa y una recuperación más rápida de lo esperado en varios sectores tampoco están ayudando".

Estos expertos recuerdan que a todo lo anterior se ha sumado las redes móviles 5G que se están implementando y la mayor demanda de nuevos teléfonos inteligentes compatibles con estas redes. También ha jugado en contra la creciente demanda de ordenadores y tarjetas gráficas para el minado de criptodivisas como el bitcoin.

Más allá del lado de la demanda, la situación por el lado de la oferta tampoco tampoco ha sido sencilla. Primero, con la crisis del covid los fabricantes de chips planificaron una demanda inferior, producto de la propia crisis económica, que en principio debería haber afectado al consumo de forma amplia, reduciendo también las ventas de dispositivos electrónicos. Por otro lado, cuando la industria logró operar al máximo de su capacidad las averías en cuatro instalaciones de Texas debido al frío extremo y un incendio en la fábrica de Renesas Naka al norte de Tokio empeoraron la situación de cara al segundo trimestre, agudizando y prolongando la escasez de chips.

La demanda de chips no parará de crecer en los próximos años

Sin embargo, detrás de todos estos factores de demanda y oferta que están generando la escasez de semiconductores, existe otra tendencia estructural que es la que de verdad importa a largo plazo: cada día más y más productos van a llevar un chip.

"Se espera que el mercado vuelva a presentar un crecimiento de dos dígitos en 2021. Muchos dispositivos que solían ser completamente analógicos ahora son digitales y están respaldados por circuitos integrados (chips). Por ejemplo, los termostatos inteligentes o las bombillas compatibles con los sistemas domésticos contienen una potencia computacional significativa para respaldar su funcionalidad y conectividad digital", añaden los expertos de ING.

Por otro lado, los automóviles y los camiones también requieren un número cada vez mayor de semiconductores a medida que se expanden los sistemas avanzados de asistencia a la conducción (y los ordenadores a bordo. Algunas fábricas de coches han tenido que detener su producción por la falta de los chips que ayudan a controlar la frenada a través de sensores. "El aumento en la producción de vehículos eléctricos y los pasos futuros en la conducción autónoma impulsarán aún más la demanda", sostienen los analistas de ING.

¿Cuándo volverá la normalidad?

Lo que en un principio parecía un desajuste temporal se ha ido agravando. La demanda de dispositivos electrónicos no ha parado de aumentar y la industria de los chips necesita crecer para abastecer al mundo de este nuevo 'oro'.

Los fabricantes de chips están invirtiendo, pero ampliar una fábrica de chips no es tan sencillo como abrir un bar o una peluquería, producir la maquinaría con la que trabajan lleva su tiempo. La empresa taiwanesa TSMC ha aumentado el gasto en capital este año hasta los 28,000 millones de dólares, unos 11,000 millones más que en 2020, según revelan desde ING. Además, la compañía está barajando un plan de inversión de largo plazo que podría rondar los 100,000 millones en los próximos años para aumentar su capacidad de producción.

Samsung también planea aumentar el gasto en capital físico relacionado con los semiconductores en un 20%, hasta los 31,000 millones de dólares. "Aunque estas elevadas inversiones permitirán que la oferta se ponga al día, esto lleva tiempo y no supondrá una gran ayuda este año". Por lo tanto seguirá habiendo escasez y los precios de los chips aumentarán durante un tiempo.

Desde ING creen que la situación no se resolverá de una forma clara y sostenible hasta el año 2022. No obstante, la escasez más aguda de algunos tipos de chip se podría resolver en la segunda mitad del año. Aún así, las líneas de fabricación de semiconductores seguirán funcionando al 100% de su capacidad en los próximos años, lo que hará que la industria sea sensible a futuros shocks en la oferta o la demanda.

¿Cómo afecta a la economía?

De una forma amplia se está pudiendo ver cómo la escasez de chips está afectando a los indicadores de producción industrial, sobre todo en las economías que son más intensivas en industrias que necesitan los tipos de chip que escasean más. Aunque parece ser que son los semiconductores más baratos los que escasean más en los últimos meses.

La industria del automóvil se ha visto especialmente afectada, en parte, por la fuerte volatilidad de la demanda de coches en los últimos meses. "Cuando la producción de coches se hundió un 40% en los primeros días de la pandemia, se cancelaron muchos pedidos de repuestos para automóviles, incluidos semiconductores. Dado que la demanda de semiconductores se recuperó más rápido de lo esperado, la capacidad de producción ya se había asignado a otros clientes de la industria", aseguran Rico Luman y Timme Spakman.

La escasez de chips es culpable de que se hayan producido alrededor de un millón de automóviles menos en el primer trimestre de 2021, según IHS Market. Esa cifra supone alrededor del 5% de la producción total trimestral. No obstante, la producción mundial está comenzando a recuperarse, pero resultará complejo que los fabricantes de coches logren seguir el ritmo de la demanda mientras que los semiconductores sigan siendo un bien escaso. No solo las fábricas de coches, los proveedores de videoconsolas y teléfonos inteligentes están teniendo verdaderos problemas para satisfacer la demanda de sus productos debido a la escasez de semiconductores.

Dividiendo el globo, "el impacto se sentirá más en países con una dependencia relativamente grande de la fabricación de automóviles, como Alemania. Además, los proveedores de piezas de automoción también notarán recortes en la producción".

Las empresas de electrónica también están lidiando con estos problemas, pero en comparación con los fabricantes de automóviles parecen estar en una mejor posición contractual. No obstante, el propio Samsung, uno de los grandes fabricantes de chips, anunció hace unas semanas que daba casi por perdido el nuevo modelo Galaxy Note por la escasez de chips.

Sin chips para todos, la producción de vehículos, electrodomésticos o teléfonos móviles será inferior. Esto tendrá un impacto en los consumidores, que no lo tendrán fácil para cumplir todos sus 'deseos' o tendrán que esperar para hacerlos realidad. Además, los precios de los productos que usan microchips podrían subir si la escasez se prolonga. Por último, pero no menos importante, todas las fábricas se están viendo obligadas a reducir su producción sufrirán un impacto negativo en sus cuentas que repercutirá en accionistas, empleados y en la capacidad de inversión futura, es decir, en el crecimiento económico. Un buen ejemplo, por desgracia, es el Erte planteado por Renault en España.



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