Internacional - Política

El machismo, papel principal en la destitución de Dilma Rousseff

2021-10-29

Efectivamente, Rousseff ha sido llamada muchas de esas cosas desde las protestas del 2013 en su...

 

Transcripción del capítulo “Adiós, querida”, del libro “La caída de Dilma: El juicio político de la primera mujer presidenta de Brasil y el camino hacia el poder de la extrema derecha de Jair Bolsonaro”, escrito por los periodistas de The Associated Press Peter Prengaman y Mauricio Savarese. El libro, publicado por AP Books, analiza en detalle el juicio político del 2016 que hizo peligrar la democracia de la nación más poblada de América Latina.

“En todo esto hay una dosis de prejuicios contra la mujer”, declaró Rousseff a periodistas extranjeros el 19 de abril del 2016, a pocos días de que la Cámara de Diputados de Brasil dispusiese un juicio político. “Hay actitudes hacia mí que no existirían si el presidente fuese un hombre”.

En los meses previos a la votación, Rousseff y sus partidarios destacaron que los hombres —los presidentes varones— hicieron algunas de las mismas maniobras contables que se imputaron a Rousseff y no sufrieron consecuencia alguna.

En las semanas que pasaron entre la votación en la Cámara de Diputados y el juicio en el Senado, la denuncia de que la misoginia fue uno de los elementos primordiales del juicio político fue esgrimida por los partidarios de Rousseff y debatida a nivel nacional.

En algunos de los actos en contra de Rousseff se escucharon cánticos machistas, y no fue la primera vez que eso ocurría: En la ceremonia inaugural de la Copa Mundial del 2014 abundaron los cánticos explícitamente misóginos.

En el 2015 aparecieron calcomanías de contenido sexual en las que hay una foto arreglada de Rousseff con las piernas abiertas; su venta por la internet se suspendió tras las quejas que surgieron, incluida una del gobierno ante el Ministerio de Justicia y su titular. José Eduardo Cardoso, el principal asesor legal de la presidenta, dijo que se abrieron varias investigaciones sobre las actitudes machistas hacia la presidenta, pero no se inició acción legal alguna contra los presuntos culpables.

La atmósfera era claramente hostil, pero ¿la primera mujer presidenta de Brasil estaba realmente siendo sometida a un juicio político por puro machismo? Y, si tener una mujer como jefa del gobierno era tan problemático, ¿cómo es que dos veces fue elegida presidenta?

Las mujeres siempre han sido minoría en el Congreso. En el 2016 tenían solo el 11% de las 594 bancas de la Cámara de Diputados y el Senado. Pero Rousseff no fue la primera mujer en desempeñar un cargo político importante en Brasil o en aspirar a la presidencia.

Antes de la elección de Rousseff, varias mujeres gobernaron los estados de Río de Janeiro y Río Grande do Sul, entre otros. São Paulo tuvo dos alcaldesas surgidas de las urnas, Luiza Erundina y Marta Suplicy. Y Marina Silva, ministra del medio ambiente bajo el gobierno de Lula, compitió contra Rousseff en las elecciones presidenciales del 2010 y el 2014.

Como ocurre a menudo con los temas de género, los matices cuentan. Si bien los gabinetes de Rousseff siempre tuvieron más mujeres que los de gobiernos previos, ella se presentó como una presidenta de izquierda de todos los brasileños. Su programa de gobierno no se enfocaba demasiado en los derechos de la mujer, de las minorías raciales, de los miembros de la comunidad LGBT o en los sindicatos, todos sectores que tendían a votar por candidatos de izquierda y generalmente apoyaron al Partido de los Trabajadores. Pero estaba consciente de que era la primera mujer presidenta (y la primera presidenta divorciada) en un país con fuertes corrientes religiosas, conservadores y sexistas, y consideró que ello conllevaba una gran responsabilidad.

“Por decisión soberana del pueblo, esta será la primera vez que la banda presidencial será colocada sobre los hombros de una mujer”, dijo Rousseff al principio de su discurso cuando asumió la presidencia el 1ro de enero del 2011. Hizo una pausa de varios segundos para que muchos en el Congreso se pusiesen de pie y la aclamasen. Ese mismo día, cuando el Rolls-Royce presidencial recorrió Brasilia, Rousseff estuvo acompañada por su hija, Paula. Sus predecesores habían estado acompañados por sus esposas.

En su primer discurso inaugural, que duró 40 minutos, Rousseff mencionó varias veces a las mujeres, desde su esperanza en que su presidencia despejase el camino para que otras mujeres alcancen ese cargo hasta su afirmación de que Brasil solo podía salir adelante con la plena participación de la mujer en todos los aspectos de la vida. También usó la palabra “presidenta”, tras lo cual algunos gramáticos debatieron si era correcta. Su uso de esa palabra, y su pedido de que fuese empleada al referirse a ella, fue ignorado abiertamente por algunos detractores varones, medios periodísticos grandes e incluso algunos aliados.

En portugués se usa la palabra “presidente” para referirse tanto a un hombre como a una mujer. El género lo define el artículo que acompaña esa palabra. Un hombre es “um presidente”, una mujer “uma presidente”. Lo mismo ocurre con el artículo definido. “El presidente” es “o presidente” en portugués, “la presidenta”, “a presidente”. Era común aludir a Rousseff como “A primeira presidente do Brasil”, o “la primera presidente de Brasil”.

Muchos sustantivos y adjetivos en portugués, una lengua romance, cambian su terminación dependiendo del género. Por ejemplo, hay “enfermeros” y “enfermeras”. Pero palabras como “presidente” son consideradas de género neutral.

Rousseff ya había usado la palabra “presidenta” en la campaña presidencial del 2010, de modo que el debate lingüístico llevaba rato. Los gramáticos generalmente coincidían en que su uso era gramaticalmente aceptable, aunque no muy difundido ni lingüísticamente necesario. Sus detractores jugaban con la palabra y decían “presidanta”. En portugués, “anta” quiere decir “tapir” (un mamífero), pero se la usa también para aludir a alguien muy tonto.

Al emplear la palabra “presidenta” en su primer discurso como jefa del gobierno, Rousseff destacaba que el género era importante, que sería una presidenta diferente en parte porque era una mujer.

Ese antecedente fue importante en el juicio político.

Para muchas feministas, el uso de la frase “tchau, querida”, o “chau, querida”, durante la votación en la Cámara de Diputados fue despectivo. Numerosos legisladores entonaron la frase y agitaron carteles con ella durante todo el proceso.

A simple vista, los legisladores simplemente copiaban, con una buena dosis de ironía, lo que el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva le había dicho a Rousseff al final de una charla sobre la propuesta de que él fuese su jefe de gabinete. Esa conversación fue grabada y difundida por el juez Sergio Moro el mes previo a la votación sobre un juicio político, de modo que estaba muy presente en la mente de los brasileños.

“Tchau, querida”, le había dicho Lula a Rousseff al finalizar la conversación.

Para muchos, el que los legisladores repitiesen tan intensamente y con tanta frecuencia la frase durante el juicio político implicó que se trataba de algo más que de una simple despedida; Rousseff, la primera mujer presidenta de la nación, estaba siendo borrada del espacio público.

Al día siguiente de la votación sobre el juicio político, Carol Patrocinio, especialista en comunicaciones de São Paulo que a menudo bloguea acerca de temas de la mujer, dijo en Medium que “cuando alguien al que le caes bien te lo dice, es una cosa. Pero cuando alguien te lo dice en otras circunstancias, toda mujer sabe lo que quiere decir ‘querida’. Y no es nada bueno”.

“Ese ‘querida’ bien puede ser interpretado como alguien fácil, vagabunda, zorra, loca, histérica, maniática y cualquier otro adjetivo generalmente empleado para aludir a una mujer”, escribió.

Efectivamente, Rousseff ha sido llamada muchas de esas cosas desde las protestas del 2013 en su contra. Y lo mismo sucedió en la saga del juicio político.

Si bien es imposible determinar el impacto exacto que tuvo el sexismo en el juicio político, una cosa está clara: Muchas diputadas no sintieron una solidaridad de género al emitir sus votos.

De las 49 mujeres que votaron en la Cámara de Diputados, 29 lo hicieron a favor del juicio político y 20 en contra.



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