Internacional - Seguridad y Justicia

La orden de los separatistas prorrusos de evacuar a civiles en el Donbás agrava el conflicto en Ucrania

2022-02-18

Kiev ha informado este viernes a mediodía de 60 violaciones del alto el fuego en las 24...

María R. Sahuquillo y Javier G. Cuesta | El País

Kiev / Moscú - La crisis en el este de Ucrania ha entrado en una nueva fase este viernes. En una crisis ya muy caliente y rodeada de acusaciones mutuas de ruptura del alto el fuego, los líderes separatistas de Donetsk y Lugansk (región del Donbás) llamaron a la población civil a marcharse a la vecina Rusia por temor a un ataque del Ejército de Ucrania. Kiev ha negado categóricamente que tenga intención de lanzar una ofensiva contra las regiones controladas por los secesionistas, que reciben el apoyo político y militar del Kremlin. El agravamiento de la situación se produce en medio de crecientes advertencias de Washington y de la OTAN de que Rusia puede estar lanzando una operación de bandera falsa, es decir, un ataque fabricado para usarlo como pretexto de una incursión militar en el Donbás controlado por los separatistas —donde ha repartido casi un millón de pasaportes rusos— e incluso expandirse desde allí. Rusia mantiene a decenas de miles de soldados y armamento pesado y sofisticado a lo largo de la fronteras ucranias.

La guerra del Donbás, donde el Gobierno ucranio y los separatistas prorrusos apoyados por el Kremlin luchan desde hace ocho años en un conflicto que se cocina a fuego lento, se está calentando. Desde hace años, las violaciones del alto el fuego, monitorizadas por la misión de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), son constantes, pero este jueves la actividad militar fue particularmente alta por la continuidad de los ataques, que se produjeron en muchos puntos de la línea del frente y alcanzaron más de una veintena de puntos en las zonas controladas por el Gobierno ucranio. Kiev ha informado este viernes a mediodía de 60 violaciones del alto el fuego en las 24 horas anteriores, incluidos 43 disparos de artillería que alcanzaron una guardería y un colegio.

Los líderes separatistas de Donetsk, Denis Pushilin, y de Lugansk, Leonid Pasechnik, que reciben apoyo político y militar de Moscú, han asegurado este viernes que los territorios han sufrido varios ataques y anunciaron el inicio de una “evacuación masiva de civiles” a la vecina región rusa de Rostov. Además, informaron de la explosión de un coche bomba en las inmediaciones del edificio del Gobierno de Donetsk, recogida por la agencia estatal rusa Tass, que no causó víctimas. “Una salida temporal protegerá la vida y la salud de usted y sus seres queridos”, instó Pushilin a la población. Los medios estatales rusos mostraron imágenes de colas en cajeros automáticos, gasolineras y también de grupos de niños haciendo cola para la evacuación.

El Gobierno ucranio, por su parte, negó las acusaciones de los jefes separatistas. También la oleada de noticias en medios de la órbita del Kremlin que hablan de que Kiev prepara una ofensiva para recuperar las áreas del Donbás en poder de los secesionistas y de que habría lanzado ya un ataque contra una instalación estratégica de la región. “Refutamos categóricamente los informes de desinformación rusos sobre las supuestas operaciones ofensivas o actos de sabotaje de Ucrania en las instalaciones de producción química”, ha remarcado el ministro de Exteriores, Dmytro Kuleba. “Ucrania no lleva a cabo ni planea ninguna acción de este tipo en el Donbás. Estamos totalmente comprometidos con la resolución diplomática de conflictos”, ha añadido.

El anuncio de evacuación de las zonas del Donbás controladas por los separatistas causó una pequeña confusión al principio en el Kremlin, donde aún no se tenía conocimiento de estos planes, según reconoció el portavoz de Putin, Dmitri Peskov. Sin embargo, poco después, Moscú recogió el guante. Peskov aseguró que el presidente ruso ha pedido al jefe del Ministerio de Emergencias que vuele urgentemente a la región de Rostov y ha instruido al Gobierno para que conceda un pago de unos 10,000 rublos (unos 114 euros) a cada refugiado que llegue desde el Donbás. Putin, que ha ahondado en los últimos meses en su retórica de que en la región ucrania se está produciendo un “genocidio” de personas de lengua rusa, habló este viernes de “escalada” e insistió en que la situación es muy preocupante.

El líder ruso acusó al Ejecutivo ucranio de incumplir los acuerdos de Minsk para la paz en el Este, que contemplan la celebración de elecciones locales en Donetsk y Lugansk y darles un cierto estatuto de autonomía, pero también la devolución del control de la frontera a Kiev y la salida de las fuerzas armadas de la zona controlada por los separatistas. Putin advirtió a Kiev de que la única salida a la crisis es sentarse a negociar con los líderes separatistas, a quien el Ejecutivo ucranio no reconoce y considera marionetas del Kremlin.

En la Conferencia de Seguridad de Múnich, el secretario de Estado de EE UU, Antony Blinken, aseguró que el desarrollo actual de los acontecimientos sigue el libro de jugadas del Kremlin. “Todo lo que estamos viendo es parte de un escenario que ya está en juego de crear falsas provocaciones, luego tener que responder a esas provocaciones y finalmente cometer una nueva agresión contra Ucrania”, aseguró en un debate con la ministra de Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock.

Tras una madrugada particularmente activa en la que se han producido cortes de electricidad y de algunos operadores telefónicos en las regiones del Donbás controladas por el Gobierno, el ministro de Defensa ucranio, Oleksii Reznikov, insistió en que Rusia y sus representantes [los separatistas prorrusos] buscan desencadenar un pretexto para lanzar una agresión. “Lo más probable es que esperaran que la parte ucraniana tomara represalias para poder culparnos por empeorar la situación”, dijo en una intervención en el Parlamento. “Las provocaciones no terminarán. Nuestro objetivo es mantener la cabeza fría, responder adecuadamente pero no dejarnos provocar. Estimamos que la probabilidad de una gran escalada es baja”, añadió.

Exhibición de músculo militar ruso

Mientras los temores a una crisis a gran escala aumentan, Putin se prepara para exhibir su músculo militar. El líder ruso supervisará este sábado maniobras militares que incluirán el lanzamiento de misiles balísticos y de crucero (capacitados para transportar ojivas nucleares), según ha informado el Ministerio de Defensa ruso este viernes. El Kremlin ha asegurado que las maniobras no son imprevistas, sino que se trata de las que no se pudieron llevar a cabo en 2020 y 2021 debido a la pandemia de coronavirus.

Pese a la escalada, Putin ha asegurado que mantiene la vía diplomática abierta y que mantendrá nuevas conversaciones con Occidente para resolver la crisis en torno a Ucrania, pero que sus demandas de “garantías de seguridad” —que pasan por reescribir los términos del desenlace de la Guerra Fría y devolver a la OTAN a posiciones anteriores a 1997, así como el veto a la membresía de Ucrania y Georgia en la Alianza Atlántica— deben ser escuchadas. “Estamos listos para emprender el camino de la negociación con la condición de que todas las cuestiones se consideren juntas, sin separarse de las principales propuestas de Rusia”, ha dicho Putin este viernes en una conferencia de prensa en Moscú junto al líder autoritario bielorruso, Aleksandr Lukashenko.

El presidente ruso presenciará los ejercicios del sábado desde un centro de operaciones del Ministerio de Defensa, según el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. “Estas maniobras son imposibles sin el jefe de Estado. Ya saben, la famosa maleta negra y el botón rojo”, ha dicho este viernes Peskov, que ha apuntado que el líder ruso duerme “tranquilo” estos días de alta tensión.

Cuando las conversaciones diplomáticas de alto nivel contra el reloj parecen no tener fin, Estados Unidos ha añadido otro ingrediente más de alarma al insistir en que Rusia, en vez de retirar sus tropas de las cercanías de la frontera con Ucrania como ha anunciado, está acumulando hasta 190,000 soldados, según un documento de Washington enviado a la OSCE. Un número superior a los 150,000 que estimó el presidente estadounidense, Joe Biden, esta semana.

Las maniobras previstas este sábado se suman a otras que Rusia desarrolla junto a Bielorrusia —con fecha de finalización este domingo—, así como ejercicios en el mar Negro y también en la península ucrania de Crimea, que Rusia se anexionó en 2014 con un referéndum no reconocido por la comunidad internacional. Putin muestra habitualmente el potencial del Ejército ruso como maniobra de fuerza, intimidación y también de amenaza. En 2018, en su discurso anual sobre el estado de la nación, anunció una nueva generación de armas nucleares, incluido un misil de crucero intercontinental “invencible” y un torpedo nuclear. Y lo hizo con una presentación vistosa, con vídeos animados que mostraban múltiples ojivas nucleares dirigidas a Florida, donde el entonces presidente estadounidense, Donald Trump, tiene su casa de vacaciones en Mar-a-Lago.

“Se desarrollará un ejercicio programado de las fuerzas de disuasión estratégica”, ha informado el Ministerio de Defensa de Rusia sobre las maniobras. El objetivo, según explica una nota del departamento dirigido por Serguéi Shoigú, el ministro más cercano a Vladímir Putin, es verificar la preparación de los “comandos militares y las tripulaciones de los sistemas de misiles, buques de guerra y bombarderos” y la fiabilidad “de las armas de las fuerzas estratégicas nucleares y convencionales”.



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