Mensajería

Cristo vive, Cristo es la vida misma

2022-04-26

Es san Atanasio de Alejandría, en su comentario a la resurrección de Jesús,...

Por: Pbro. Joaquín Dauzón Montero 

Jamás caigamos en la tentación de aceptar la cultura de la muerte.

Es san Atanasio de Alejandría, en su comentario a la resurrección de Jesús, quien escribe esta frase: “Cristo vive, Cristo es la vida misma” y, por eso, para nuestra reflexión, queremos tomar como base el texto de san Juan, capítulo 10, verso 10 donde dice Jesús: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”, y reflexionar brevemente sobre esta verdad.

Se puede decir, entre muchas otras cosas, que el calificativo más importante que le podemos atribuir a Jesús es “la vida”. Sólo él, Jesús, ha podido decirle a Tomás, el incrédulo, en un encuentro especialísimo: Tomás... “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6), afirmación que ninguno jamás podrá decir con verdad. Ya en el AT, existen textos como el de: 1Sa 17,26.36; 2 Re 10,4; Is 37,17; y otros, donde se afirma que Dios, es el Dios de la vida, el Dios vivo. Vida que se manifiesta en su creación: como las plantas, los animales, pero sobre todo en el hombre, en cuanto ser viviente.

En el Nuevo Testamento, con la resurrección de Jesús, Hijo de Dios, tenemos otra clase de vida humana, pero también divina, como expresión absoluta de la gratuidad de Dios o de la gracia obtenida por la muerte redentora de Jesús y su resurrección que, ahora, se puede manifestar a través de la actividad de sus seguidores en un encuentro amoroso con Dios y con los demás. Esta es la verdad de la resurrección de Jesús y la experiencia pascual: Jesús vive, Jesús es el viviente.

Celebremos, entonces, la vida y jamás caigamos en la tentación de aceptar la cultura de la muerte que nos afecta dolorosamente de muchas maneras, en y por una pandemia de violencia generalizada que siega la vida sin piedad. La sangre de tantos hermanos: niños en el seno materno, mujeres y hombres, generalmente jóvenes, que grita al cielo todos nuestros días: “¿Caín, dónde está tu hermano?”. Uno se pregunta ¿Cuál será el destino de la humanidad si sigue el camino de destrucción generalizada del hombre que se ha puesto en el centro de la creación de Dios y ha olvidado que sólo es una parte? ¿Dónde ha quedado el respeto que nos merecemos unos y otros?
 



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