Nacional - Política

López Obrador y el fantasma del narco

2022-06-04

“Quiero responder a un señalamiento que están usando nuestros adversarios con...

Francesco Manetto, El País

La disputa evoca los peores fantasmas del pasado y tenía todos los ingredientes para acaparar, como ha sucedido, parte de la conversación pública. El cóctel de palabras clave está servido: crimen organizado, narco y poder, pactos de silencio, maniobras del PRI y Andrés Manuel López Obrador. Y además del actual presidente, involucra a otros dos veteranos políticos: Porfirio Muñoz Ledo, fundador del PRD y exdiputado de Morena que acabó rompiendo con la Cuarta Transformación; y Francisco Labastida Ochoa, exgobernador de Sinaloa y antiguo dirigente priista. Ambos, de manera más o menos explícita, denunciaron o sugirieron vínculos del mandatario con carteles de narcotraficantes. El segundo también habló de un supuesto arreglo con su antecesor, Enrique Peña Nieto, para ganar las elecciones en 2018. Lo hicieron sin presentar pruebas, a pesar de las gravísimas acusaciones o insinuaciones, por lo que la discusión apenas alcanza la categoría de ruido en vísperas de las elecciones estatales del domingo. Pero López Obrador ha decidido entrar al cuerpo a cuerpo. “Si tienen pruebas, que las presenten, que dejen de calumniar. Es muy lamentable, vulgar, bajo”, ha advertido.

“Quiero responder a un señalamiento que están usando nuestros adversarios con mucha frecuencia, sobre todo estos días, también por las elecciones, queriendo confundir, engañar... De que nosotros, yo, tengo vinculación con el narcotráfico o con grupos de narcotraficantes. Es realmente muy corriente, muy vulgar”, ha afirmado el presidente durante la conferencia de prensa matutina de este viernes. Muñoz Ledo, de 88 años, apoyó su proyecto, pero durante el sexenio se convirtió en uno de sus críticos más feroces. A principios de este año aseguró que había aceptado el cargo de embajador en Cuba, aunque el Gobierno nunca lo confirmó y el supuesto nombramiento quedó en el aire.

Los dos llevaron décadas en la misma trinchera, dirigieron el PRD y fueron aliados, lo que multiplicó la sorpresa del presidente. “Lo lamento porque por ejemplo el licenciado Muñoz Ledo me conoce muy bien y se atreve a sostener que el Gobierno tiene vínculos con el narcotráfico. Es un juicio sin fundamento, temerario. El señor Labastida, lo mismo, pero además, sin ninguna prueba. Y yo creo que es un asunto de nostalgia y, con todo el respeto, de la edad”, ha continuado.

Estas especulaciones, por otro lado, no son nuevas, se dan cíclicamente y siempre para atacar al Ejecutivo con insinuaciones. Suelen coincidir con visitas oficiales a Sinaloa, como ocurrió el pasado fin de semana y ya había pasado en 2020, cuando López Obrador saludó a la madre de Joaquín El Chapo Guzmán o el pasado verano, durante un viaje a Badiraguato, pueblo natal del narcotraficante, para supervisar las obras de una carretera. En esta ocasión, Muñoz Ledo fue mucho más allá y cargó contra el presidente dando por sentado un pacto oculto con el crimen. Fue en medio de su intervención en la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (Copppal). “El presidente va a terminar, la pista se le está acabando, él piensa que puede heredar al siguiente Gobierno su asociación con los delincuentes y que eso le otorga más poder. Yo quiero repetir públicamente ese llamado, debe entender Andrés Manuel López Obrador que su contubernio o alianza con el narco no es heredable...”, espetó.

Labastida se limitó a hablar de “indicios que apuntan a una protección que es muy sospechosa del Gobierno sobre el narcotráfico”, particularmente el cartel de Sinaloa y el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Lo deslizó en una entrevista con la periodista Carmen Aristegui, aunque reconoció que “hay indicios, pero no pruebas”. El exgobernador priista también se refirió a la tesis, mucho menos grave, de un pacto con el exmandatario Peña Nieto, hoy residente en España, para respaldar a su sucesor.

López Obrador ha insistido en que presenten alguna evidencia, pero al mismo tiempo ha tratado de restar importancia a la polémica. “Tampoco crean que me preocupa mucho, en primerísimo lugar porque estoy muy tranquilo con mi consciencia, en primerísimo lugar. Y en segundo lugar porque es falso, completamente falso”, ha enfatizado. “Lo peor que puede pasar en política es que haga uno el ridículo y, si uno tiene demasiado apego al poder o se encariña con el poder, pues puede cometer muchos errores. Ya se tiene un ciclo y estarse en paz”, ha concedido el político. “Yo no soy Salinas, ni soy Zedillo, ni soy Fox, ni soy Calderón, ni soy Peña Nieto”, ha seguido en referencia a los últimos expresidentes. “Lo que hice fue agradecerle a Peña Nieto que no se metió, como lo hizo Fox y como lo hizo Calderón y como lo hicieron otros, en el fraude; es decir, no impidió el que yo pudiese llegar a la presidencia con el voto de los ciudadanos”.



JMRS