Como Anillo al Dedo

Los cabos sueltos del ‘caso Epstein’, un año después de su muerte

2020-08-07

A un año de la muerte del poderoso hombre que se llevó sus secretos a la tumba, los...

Por ANTONIA LABORDE | El País

El cuerpo de Jeffrey Epstein está enterrado bajo una lápida sin nombre. El hecho sirve para retratar cómo las pistas conviven con los interrogantes en esta trama sexual que sacudió a la élite neoyorquina y que está lejos de atar los cabos sueltos. Ni siquiera existe consenso sobre si el pasado 10 de agosto el pedófilo se suicidó en su celda del Centro Correccional Metropolitano del sur de Manhattan o lo mataron. La autopsia oficial sostiene lo primero, pero expertos forenses han defendido que el tipo de fracturas en su cuello indica lo segundo. En cualquiera de los dos escenarios, el desenlace le arrebató la posibilidad a las decenas de presuntas víctimas de ver actuar a la justicia. El acusado de tráfico sexual de menores y conspiración se enfrentaba a 45 años de cárcel.

A un año de la muerte del poderoso hombre que se llevó sus secretos a la tumba, los ojos están puestos en Ghislaine Maxwell. La exnovia de Epstein y supuesta responsable de gestionar el entramado de abuso del millonario con menores de edad está en prisión sin fianza a la espera de un juicio fijado para mediados de julio de 2021. Después de meses viviendo oculta, Maxwell fue encontrada y detenida el pasado 2 de julio en una mansión de New Hampshire. Está acusada de incitación a menores para participar en actos sexuales, transporte de menores con finalidades de acto sexual, conspiración y perjurio durante un interrogatorio al que fue sometida durante la pesquisa contra el reputado gestor de fondos en 2016.

El presidente estadounidense Donald Trump, quien recibió en varias ocasiones a Epstein en su lujoso club privado Mar-a-Lago que el republicano tiene en Palm Beach, Florida, protagonizó una polémica cuando le envió sus mejores deseos a Maxwell. Esta semana en una entrevista con Axios volvió a defender su postura. “Su novio murió en la cárcel, y la gente aún está tratando de averiguar cómo sucedió. ¿Fue un suicidio, lo mataron? Y yo sí le deseo lo mejor. No estoy buscando nada malo para ella”, afirmó. Trump sí marcó distancia con Epstein cuando explotó el escándalo y empezaron a circular viejas fotografías de ambos. Dejó atrás los halagos que le había ofrecido en algún momento, como que era “alguien con quien uno se divierte mucho” para zanjar el tema afirmando que “no era un admirador suyo”.

Donald y Melania Trump, Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell, de fiesta en Palm Beach en el año 2000. 
Donald y Melania Trump, Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell, de fiesta en Palm Beach en el año 2000. GETTY IMAGES
Una actitud similar adoptó el expresidente estadounidense Bill Clinton. Un portavoz sostuvo el año pasado que el demócrata no sabía nada “de los terribles crímenes” de los que acusaban a Epstein. La primera denuncia contra el finaciero data de 2005, cuando los padres de una adolescente de 14 años denunciaron a la policía en Palm Beach un caso de abuso sexual. A partir de ahí, el FBI identificó más de una treintena de potenciales víctimas, la mayoría de entre 13 y 16 años. El poderoso magnate se defendió alegando que los encuentros eran consentidos y “no sabía que eran menores”.

“En 2002 y 2003, el presidente Clinton realizó un total de cuatro viajes en el avión de Jeffrey Epstein: uno a Europa, uno a Asia y dos a África, que incluyeron paradas en relación con el trabajo de la Fundación Clinton”, rezaba la declaración, sobre las veces que el exmandatario se subió junto a miembros del Servicio Secreto al jet privado de Epstein, conocido como Lolita Express, igual que el título de la novela de Vlaidmir Nabokov, Lolita, en la que un hombre se obsesiona con una menor de edad. Los documentos judiciales de Maxwell revelaron la semana pasada que una de las presuntas víctimas, Virginia Giuffre, afirmó haber visto al exmandatario en la isla de Epstein, algo que él niega.

Giuffre sostiene que fue abusada por Epstein, por el abogado Alan Dershowitz y por el príncipe Andrés de Inglaterra, a quien dice conoció cuando tenía 17 años, el 10 de marzo de 2001, en la casa de Maxwell en Londres. “Él sabe lo que ocurrió. Yo sé lo que ocurrió, y solo uno de los dos está diciendo la verdad. Y sé que soy yo”, dijo Giuffre a finales del año pasado en una entrevista a la BBC cuando se le recordó todas las veces que el príncipe Andrés ha negado haberla conocido y mucho menos haber tenido con ella ningún tipo de relación íntima. Cinco presuntas víctimas de Epstein han pedido que el duque de York testifique. El escándalo ha sido tal que el Palacio de Buckinham ha tenido que pronunciarse, manteniendo que las acusaciones de Giuffre “son falsas y no tienen ningún fundamento”.

Parte de los interrogantes los podrá contestar Maxwell en el banquillo. El Departamento de Justicia ha extremado las medidas para evitar que la acusada se quite la vida en la prisión de Nueva York en la que se encuentra. La colaboradora del financiero reclamó la herencia del fallecido para pagar los honorarios legales y los costes de seguridad, según documentos judiciales a los que ha tenido acceso la prensa británica. Sin embargo, dos días antes de que Epstein se suicidase, firmó un último testamento en el que designaba a dos agentes para que transfirieran todos sus bienes, “reales y personales”, a un fideicomiso bautizado The 1953 Trust. Según el documento citado por la prensa local, no asignó a nadie para tener acceso al fideicomiso.



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