Entre la Espada y la Pared

La muerte de Mahsa Amini muestra la tiranía del régimen de Irán

2022-09-23

La rabia por la muerte de Amini se intensificó gracias a la amplia y rápida...

Editorial | The Washington Post

Cuando Mahsa Amini, de 22 años, fue detenida en la entrada de una estación de metro en Teherán el 13 de septiembre, estaba de visita en la ciudad junto a su familia, desde la provincia de Kurdistán. Según testimonios de los familiares, su hermano exhortó a las llamadas Patrullas de Orientación para que la dejaran en paz. Sin embargo, la policía moral la arrestó por presuntamente infringir el estricto código de vestimenta islámico para las mujeres, que incluye la obligatoriedad de usar un velo en la cabeza conocido como hiyab, así como llevar ropa holgada. Tres días después, mientras seguía detenida, Amini murió.

Las autoridades declararon que Amini había muerto de un ataque cardíaco. Pero los activistas creen que pudo haber sido golpeada, y una foto de ella en el hospital, intubada, la cual circuló ampliamente por las redes sociales, la muestra sangrando por el oído y con moretones alrededor de los ojos, todas estas señales de que sufrió lesiones en la cabeza.

La tragedia de Amini provocó la ira en Irán. En la provincia de Kurdistán, donde fue enterrada el sábado, estallaron protestas en la calle. En los últimos cinco días siete personas han muerto, al menos tres de ellas a causa de disparos propinados por las fuerzas de seguridad. El lunes, estudiantes universitarios en Teherán se manifestaron en el centro de la ciudad. The Associated Press informó que la multitud coreó “Muerte al dictador” y denunció a la policía y al régimen. Varios testigos declararon haber visto contenedores de basura prendidos en fuego y piedras esparcidas por algunas intersecciones del centro mientras el olor a gas lacrimógeno flotaba en el aire. La policía cerró el acceso a las carreteras y el servicio de internet móvil fue bloqueado. Para el martes, ya había reportes de manifestaciones en todo el país, lideradas por mujeres que quemaron sus hiyabs como protesta.

La rabia por la muerte de Amini se intensificó gracias a la amplia y rápida difusión de la foto y el video de sus heridas, lo que demuestra una vez más el poder de las redes sociales para acelerar la disidencia. En 2009, en Teherán, el asesinato de Neda Agha Soltan, de 27 años, quien recibió un balazo y se desangró hasta morir durante una protesta de calle, fue captado en un video granulado que atizó mayor ira y descontento. Desde la revolución iraní de 1979, el régimen ha utilizado la coerción, la intimidación, las porras y los gases lacrimógenos para apagar las protestas y sofocar la libre expresión. Sin embargo, las protestas más recientes sugieren que los iraníes están perdiendo el miedo.

Las mujeres en Irán tienen años despreciando la ley del hiyab y la arbitraria aplicación de la misma en forma de acoso e intimidación por parte de la policía moral. Tienen buenas razones para estar furiosas: el código de vestimenta obligatorio les roba la libre elección sobre su apariencia en público y las somete a un escrutinio constante y caprichoso por parte de los tiránicos escuadrones que aplican la ley.

Las protestas se producen en un momento delicado para la teocracia de Irán. Según varios reportes, el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei está gravemente enfermo; el acuerdo nuclear del país con Occidente pende de un hilo; Irán está luchando varias guerras cibernéticas con diversos adversarios, entre ellos Israel. El presidente extremista Ebrahim Raisi decidió replicar un despreciable y antiguo bulo característico de los líderes iraníes, cuando expresó dudas sobre el Holocausto en la víspera de su asistencia a la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.

Los gobernantes de Irán están completamente desconectados de una sociedad que anhela más, y que merece algo mejor.
 



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