Entre la Espada y la Pared

Trump ata a México una vez más

2019-09-14

El nuevo presidente de México inició su sexenio con una política de puertas...

Editorial, El País

La decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos de respaldar la política migratoria de Donald Trump, cuyo Gobierno podrá aplicar una nueva normativa que restringe las condiciones de solicitud de asilo, hasta hacerlas casi imposibles para muchos centroamericanos, no solo supone un triunfo de la intransigencia de Trump respecto a la migración. También vuelve a evidenciar la fragilidad a la que ha quedado expuesto México ante las decisiones unilaterales del presidente de Estados Unidos, convirtiéndose en una suerte de policía migratoria del inquilino de la Casa Blanca.

La normativa afecta de forma directa al país latinoamericano, porque todos los solicitantes de asilo que hayan pasado por su territorio no podrían pedir protección en suelo estadounidense, a menos que hayan sido rechazados por el Gobierno mexicano o por el de otro país. Esta nueva medida supone, en la práctica, un candado en la puerta de Estados Unidos para cientos de miles de centroamericanos que huyen, en su gran mayoría, de la violencia y la pobreza. Hondureños y salvadoreños tendrían que pedir asilo en Guatemala y México; los guatemaltecos, por su parte, lo harían en México.

El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha lamentado el fallo de la mayor autoridad judicial estadounidense, pero el rechazo ha sido sumamente tibio, como todos los movimientos que ha dado el Ejecutivo desde que hace tres meses Trump amenazó con imponer un arancel del 5% a los productos mexicanos. La fragilidad de la economía, que ha sorteado por poco la recesión en el primer semestre del año, ha obligado a López Obrador a esquivar, al precio que sea y contra sus propias creencias, cualquier enfrentamiento comercial con Estados Unidos, lo que, es cierto, le ha generado el visto bueno de la clase empresarial, enfrentada en otros asuntos al mandatario.

El nuevo presidente de México inició su sexenio con una política de puertas abiertas hacia los migrantes centroamericanos e impulsó una suerte de Plan Marshall, que requería del apoyo económico de Estados Unidos. Todo eso se ha esfumado con los meses. México ha supeditado su política migratoria a los intereses de un Donald Trump que, en plena campaña por la reelección, no ha dado visos de que vaya a titubear a la hora de volver a criticar al vecino del sur si así lo requieren sus intereses. La concentración cada vez mayor de migrantes centroamericanos en territorio mexicano dispara todas las alarmas. El rechazo de la población a la inmigración es cada vez mayor y los brotes xenófobos se reproducen con más asiduidad. La vulnerabilidad a la que quedan expuestos los migrantes, a merced de las mafias del crimen organizado en un país con una grave crisis de inseguridad, merece un rechazo más contundente.



JMRS