Entre la Espada y la Pared

La credibilidad de la Corte, en riesgo

2019-10-16

El Poder Judicial en México se encuentra, actualmente, en uno de los momentos más...

Por Beatriz Pagés | Revista Siempre

La entrevista que concedió el ministro presidente de la Corte, Arturo Zaldívar, al ideólogo del gobierno John Ackerman terminó por confirmar que la autonomía del Poder Judicial atraviesa por una emergencia.

El ministro fue llevado a un espacio mediático oficial para decir lo que el gobierno necesitaba que dijera en ese momento: que otros presidentes –y no Andrés Manuel López Obrador– son quienes han presionado al Poder Judicial.

Zaldívar fue trasladado prácticamente en ambulancia a Canal 11 para decir que la Suprema Corte de Justicia de la Nación es más independiente que nunca, y apagar así el fuego provocado por la renuncia intempestiva y poco ortodoxa del ministro Eduardo Medina Mora, amenazado por el gobierno con meterlo a la cárcel, a él y a sus hermanos, si no dejaba el cargo.

La docilidad del Poder Judicial ante una Presidencia omnímoda y omnipresente es cada vez más evidente. Docilidad que, con variantes, siempre ha existido, pero que bajo un régimen con tendencia totalitaria toma visos de alarma.

El Poder Judicial en México se encuentra, actualmente, en uno de los momentos más decisivos de su historia. Tiene que escoger entre defender la democracia constitucional o contribuir a la demolición de la república.

Tiene que elegir entre ser un aliado de los derechos y libertades o ser cómplice de los excesos y abusos de poder.

¿Por qué exigirle eso ahora? Por la simple razón de que se dijo a los mexicanos que, a partir del 1 de diciembre de 2018, todo iba a ser diferente.

Y lo distinto radicaría no solo en limpiar la casa de jueces y ministros corruptos, sino en respetar a plenitud la división de poderes. Más aún, en provocar una verdadera revolución en el Poder Judicial a través de un nuevo modelo de selección de los ministros para evitar que el presidente en turno imponga a sus amigos, socios o cómplices como sucedía en el pasado y como sigue ocurriendo en la actualidad.

Hagamos un poco de historia. Durante las dictaduras latinoamericanas, la complicidad del Poder Judicial con la cúpula del poder presidencial derivó en lo que conocemos: persecución, represión de las libertades, asesinatos y encarcelamiento de los enemigos del régimen.

La pregunta que muchos quisiéramos hacerle en este momento a los ministros es: ¿con quién o con qué realmente están comprometidos?

No hay mucho, en estos tiempos, de dónde escoger. ¿Están para defender la democracia, el Estado de derecho o para permitir que se les asesine?

En menos de una semana hemos presenciado la claudicación del Poder Judicial ante la irracionalidad y actitud imperativa del otro Poder.

Santa Lucía se quiere construir por la fuerza, de facto, aunque carezca de sustento técnico y se tenga que obligar a los jueces a aceptar lo inaceptable.

La 4T es un régimen al que le gusta lo inconstitucional y necesita –como cualquier otro régimen– del Poder Judicial, y en específico de la Corte, para consolidarse. ¿Qué papel van a jugar?

¿De qué lado van a estar ministros y jueces?



Jamileth
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