Miscelánea Humana

Con solo 5% de la población de las naciones pobres vacunada, los países ricos deben reflexionar

2021-11-23

Sin duda esas son millones de personas a las que se les ha ayudado, pero el proceso ha sido mucho...

Editorial | The Washington Post

La búsqueda de una distribución equitativa y acelerada de vacunas llevó a la creación del Fondo de Acceso Global para Vacunas COVID-19 (COVAX, por su sigla en inglés), un esfuerzo conjunto de la Alianza Mundial para las Vacunas y la Inmunización (GAVI, por su sigla en inglés); la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias; y la Organización Mundial de la Salud, junto a la UNICEF. Uno de sus primeros objetivos fue adquirir y distribuir 2,000 millones de dosis para finales de este año. Hasta el momento, se han entregado 522 millones de dosis a 144 países, la mayoría a las naciones más pobres. Sin duda esas son millones de personas a las que se les ha ayudado, pero el proceso ha sido mucho más lento de lo esperado, y la espera es agonizante.

¿Por qué el retraso? Ante una emergencia catastrófica, COVAX comenzó desde cero: sin dinero y sin personal. Una vez que se desarrollaron las vacunas y comenzaron a fabricarse, se produjo una loca carrera por el escaso suministro. Los países ricos, que no estaban seguros qué vacuna funcionaría, adquirieron cantidades mucho mayores que sus poblaciones. Con la operación Warp Speed, el gobierno de Estados Unidos hizo enormes inversiones, en especial en las vacunas de ARNm, por lo que tuvo razones para exigir prioridad. Rusia y China, en busca de influencia, se sumaron a la brega y ofrecieron sus propias vacunas en una serie de acuerdos bilaterales. Para el momento en que COVAX había recaudado algo de dinero, tuvo que lidiar con suministros limitados y negociaciones difíciles con los fabricantes. De allí quedó una lección: en el futuro sería una gran ventaja tener algún tipo de fondo de contingencia, listo para atacar temprano alguna crisis.

COVAX optó por la vacuna AstraZeneca de una sola dosis, en parte porque no exigía ser almacenada en temperaturas muy frías, lo que la hacía más adecuada para condiciones complicadas, y se vendía a precio de costo. COVAX contaba con el Serum Institute of India para producir millones de dosis, pero la variante delta explotó en la India, lo que provocó una suspensión de los exportaciones, y en consecuencia, un enorme revés para COVAX y las naciones más pobres. Otra lección: una red mundial de fábricas de vacunas sostenibles y de calidad —y por lo tanto una fuente garantizada de vacunas— es esencial para combatir una pandemia. Todavía no existe. El gobierno del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, acaba de anunciar planes para fomentar un gran impulso a la fabricación de vacunas. Es una buena idea que debería haberse implementado antes.

COVAX ha tenido mejor suerte obteniendo donaciones. Seth Berkley, director ejecutivo de GAVI, afirma que en la actualidad se asignan un poco más de 1,000 millones de dosis a COVAX. Sin COVAX, la situación habría sido mucho peor: imaginemos a 195 países peleando en una batalla campal por vacunas experimentales. Sin embargo, la experiencia de COVAX ha dejado en evidencia cómo los ricos solo se cuidaron a sí mismos y los pobres se han visto obligados a esperar. Absorber las lecciones de esta pandemia debería conducir a un esfuerzo renovado para preparar un barco de rescate antes de la tormenta: es fundamental tener financiamiento, fábricas y conocimientos técnicos listos para cualquier eventualidad.



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