Valores Morales
El Dios Sagrado, ¿es Padre?
Por: Javier Ordovàs
A ese Dios Sagrado y misterioso debemos tratarle como Padre
Cuando observamos la maravilla de la naturaleza desde el microcosmos celular hasta el macro universo, nos quedamos sobrecogidos por la inteligencia del Creador¨; boquiabiertos y sobrecogidos; y ante tanta perfección de lo creado nuestra imaginación se siente muy pequeña para intentar conocer a esa Inteligencia y Poder capaz de tanta belleza y perfección.
La humanidad, desde todos los siglos, ha acuñado el concepto de lo sagrado entorno a esa magnificencia divina, digna de respeto y veneración. Lo sagrado es lo que merece el respeto de los hombres ante algo que no llega a comprender y, por tanto, es misterioso para la mente.
Las distintas culturas y religiones han ido cristalizando su forma de venerar y mostrar lo que consideran sagrado.
La Iglesia, con su experiencia pedagógica de más de 20 siglos, nos ha enseñado el respeto a lo sagrado, a través de la riqueza de la liturgia y, por otra parte, el uso de los signos sensibles como forma de facilitar a nuestra razón, la comprensión de lo espiritual.
Por eso entendemos la belleza y grandeza de las iglesias y catedrales, entendemos que el centro de un templo es el altar y nos parece lógico que ocupe el lugar principal y se revista de manteles y velas. Nos parece normal que los sacerdotes, en las ceremonias vayan revestidos con gran dignidad y fuera de las ceremonias litúrgicas llevan vestimenta propia de su dignidad sacerdotal, para distinguir su papel de servicio. Nos parece excelente la dignidad con que se trata al sagrario de cada iglesia y la belleza artística y musical de los cantos litúrgicos.
Nuestra mente agradece que la pedagogía de la Iglesia utilice símbolos, signos sensibles, para facilitar a nuestra mente el entendimiento del hecho espiritual que sucede en cada sacramento y acto litúrgico.
Entendemos que las pinturas y esculturas de los santos nos enseñan los múltiples caminos que se pueden seguir como modelos para imitar al verdadero y único modelo que es Jesucristo.
Por todo eso, se equivocaba mucho un amigo que hace unos días me decía, con cierto sarcasmo, que la liturgia es una forma de ¨mercadeo¨ de las religiones. En algunos grupos protestantes, efectivamente, la ¨puesta en escena¨ del predicador y su dramática y grandilocuente oratoria, forma parte de su ¨mercadeo¨. Pero en la Iglesia Católica es todo lo contrario: la belleza y el mensaje de la liturgia es para facilitar a la mente el camino hacia la conversación amigable y de amistad con ese Dios Sagrado.
Con la encarnación de la Segunda Persona de la Trinidad, Dios se ha acercado al hombre. La vida y revelaciones de Jesucristo han desvelado parte del misterio de Dios, de manera que lo sagrado es menos misterioso y más cercano. Hasta el punto de que Jesucristo no dice que a ese Dios Sagrado y misterioso debemos tratarle como Padre. Ese es el cambio radical que la Nueva Ley de Jesucristo revela a la humanidad. Dios, esa Inteligencia inasequible y misteriosa, sagrada, nos considera y nos trata como hijos y, por tanto, debemos tratarle como Padre,…con todo lo que eso significa: mi Padre es Sagrado pero, es mi Padre.
La naturaleza, la creación, el ser humano, tienen una relación, íntima, y confiada, con el inteligente y sagrado creador. Una relación natural entre creaturas y Creador.
Hasta el punto que San Pablo en Gálatas 4:6 llega a decirnos: "La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!"
Esa expresión "Abbá" es una forma familiar, cariñosa, confiada, similar a "papá".
Con todo eso, debemos plantearnos, en nuestra relación personal, directa con Dios, que la sacralidad no debe apartarnos de la confianza y sencillez con que un hijo mira y habla cara a cara con su Padre, con su papá. Ese es el camino que nos ha abierto Jesucristo. Ese ser Inteligente y Sagrado es nuestro "Papá".
regina
