Cultura

Galería rescata arte el folclórico mexicano en San Miguel

2019-07-10

Shacter, un ex ceramista de Berkeley, California, que vive en México desde el 2003, es mucho...

Por KIM CURTIS

ATOTONILCO, México (AP) — Se dice que si uno no es artista, cuando visita San Miguel de Allende lo será. Del mismo modo, cuando ingresa a la Galería Atotonilco de Mayer Shacter, al salir será un gran admirador del arte mexicano.

Shacter, un ex ceramista de Berkeley, California, que vive en México desde el 2003, es mucho más que el curador de la galería. Viaja a los rincones más remotos del país para conocer artistas y aprender de su arte. Luego lleva sus obras a su galería e instruye a sus clientes.

La suya es considerada hoy una de las mejores colecciones de arte folclórico mexicano. En TripAdvisor, la galería, que abrió en el 2006 en un local de 55 metros cuadrados (600 pies cuadrados) y ahora ocupa 557 metros cuadrados (6,000 pies cuadrados), figura como el mayor atractivo de San Miguel Allende. Se encuentra a 15 minutos de auto del centro de la ciudad.

La pasión de Shacter por su galería salta a la vista. Su colección, que abarca desde telas y canastos tejidos hasta herrajes y máscaras de papel maché, es amplia y “refleja mis numerosos intereses”, según dice.

“Tengo una relación personal con esta gente. Me encanta ayudar a preservar estas tradiciones culturales”, manifestó.

Por ejemplo, hace 15 años conoció a algunos artesanos de Nayarit que chocaron su vehículo por atrás. Shacter dijo que la policía amenazó con confiscar la camioneta de esa familia porque no tenía seguro.

“Tomamos nota de su información y aceptamos pagar por nuestras reparaciones. Ellos aceptaron entregarnos algunos de sus artesanías a base de lana”, expresó. Agregó que desde entonces le suministran obras de la cultura huichol.

Los huichol son indígenas que viven mayormente en las montañas del noroeste de México. Pegan tejidos coloridos a tableros con una delgada capa de una cera de abeja especial de Campeche y de resina de árboles. Los “cuadros” comenzaron como una expresión de arte religioso y a menudo incluyen representaciones de venados, maíz, peyote y otros símbolos de la mitología huichol.

Shacter dice que la calidad de vida y la sustentabilidad de los artesanos son fundamentales para él. Rara vez toma sus obras en consignación.

“Con una o dos excepciones, todo lo que tenemos en la galería lo compramos”, manifestó. “Cuando nos vamos de la casa de alguien, ellos tienen dinero en la mano o en su cuenta bancaria”.

Otras piezas importantes de su colección son calabazas barnizadas de Temalacatzingo, Guerrero. El barnizado es una de las expresiones artesanales más antiguas de México.

Durante el período prehispano, se mezclaba el aceite de semillas de chia con minerales en polvo o tinturas hechas con plantas para crear capas protectoras y diseños decorativos. Las calabazas son secadas antes de ser pintadas.

Las capas de barniz deben ser aplicadas separadamente, secadas y lustradas. Se pueden hacer varias piezas pequeñas en un día. Las más grandes pueden tomar entre dos y tres meses.

Dado que Shacter ha entablado una relación con algunos de los mejores artesanos de México, su galería está repleta de tesoros.

Entre sus favoritos figuran cerámicas de Tonalá, Jalisco. Le entusiasma mucho el trabajo de Gerónimo Ramos, uno de los pocos artesanos que todavía producen cerámicas de petatillo, con fondos amarillos luminosos y sombreados a rayas, que se parecen a una esterilla de palma o petate. Cuanto más estrechas las rayas, más fina la pieza. Estas obras requieren cierto tipo de arcilla para generar una superficie lisa donde pintar. Encima de las rayas, el artista generalmente pinta imágenes en blanco, verde y crema. Una de las más frecuentes es el nagual, una criatura mítica, mitad humana y mitad animal. Luego la pieza tiene que ser horneada dos veces para que tenga brillo.

Shacter y su esposa, la escritora Susan Page, quien puso en marcha una Conferencia de Escritores y Festival Literario de San Miguel en el 2005, se sintieron atraídos por la comunidad artística de esta parte del centro de México.

San Miguel Allende fue habitada por benefactores de las artes desde sus inicios en el 1500. En el 1600 se encontró plata en la zona y la ciudad pasó a ser un importante punto comercial. Hacia mediados del 1800 floreció y surgieron muchas mansiones, palacios e iglesias.

Pero se ganó la reputación que tiene hoy como centro artístico tras la llegada del artista y escritor estadounidense Stirling Dickinson. Él y el pintor y activista político peruano Felipe Cossio del Pomar abrieron la primera escuela de arte de la ciudad, la cual aún existe. Después de la Segunda Guerra Mundial vinieron muchos veteranos de combate estadounidenses que se dieron cuenta de que sus pensiones rendían mucho más aquí.

La arquitectura de la ciudad, sus calles empedradas y sus vistosos colores son el sueño de cualquier artista o coleccionista. Algunos creen que está construida sobre una base de cuarzo rosa, que canaliza energía positiva y atrae gente creativa.



Jamileth

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