Deportes

El campeón de la agonía

2021-05-17

El emocionante triunfo permite a los rojiblancos depender de sí mismos en Valladolid ante un...

Ladislao J. Moñino| El País

Madrid - El Atlético es sufrimiento. En la victoria y en la derrota. Cuando el fútbol escribía otro episodio traicionero para su historia, Luis Suárez embocó un gol que culminaba una remontada agónica. El emocionante triunfo permite a los rojiblancos depender de sí mismos en Valladolid ante un rival que se jugará el descenso con la obligación de ganar. En Pucela, al líder le valdrá con igualar cualquier resultado que coseche el Madrid ante el Villarreal en Valdebebas. Será un mano a mano entre los dos clubes madrileños, ya con el Barça tirado en la cuneta sin posibilidad alguna de darles alcance.

El drama que apuntaba a día negro en la historia del Atlético se desbocó cuando a veinte minutos del final el partido estaba empatado a cero y Nacho acababa de adelantar al Madrid en San Mamés. La tragedia no se detenía. Cuando faltaba un cuarto de hora, Budimir reventaba las manos de Oblak con un cabezazo que enterraba las posibilidades del Atlético de ser campeón. Contra esa adversidad ya con tintes fúnebres se rebelaron los rojiblancos, espoleados por el gol de Lodi tras un globo excelente de João Félix para saltarse la defensa de Osasuna. Restaban diez minutos más el descuento. Tiempo suficiente para morir matando. Y no hay mayor matador que Suárez, pese a todas las ocasiones en las que el gol se le negó.

La incertidumbre y la angustia fueron paradójicas para el Atlético porque emanaba de las botas de Suárez, el goleador fichado para acabar con la falta de contundencia que lastraba al equipo en temporadas anteriores. En este final de campeonato, el uruguayo parece contagiado de esa falta de tino hasta que pudo concretar un centro de Carrasco que desató el frenesí. Hasta tres ocasiones claras desperdició el charrúa en la primera media hora. O se topó con el esplendoroso Herrera o ajustó mal el golpeo, como el que estrelló en el palo a un metro de la raya de gol con media portería libre. Estuvo en las zonas de gol, en eso su actuación fue irreprochable. Pero que fallara tanto era desconcertante.

Correa, que estaba inmerso en otro de esos partidos en los que no hay defensa que adivine qué va a hacer, también tuvo su ocasión. Como Koke. Saúl cerró el caudal de remates rojiblancos antes del descanso con un disparo desde fuera del área que astilló la escuadra izquierda de Herrera. Dieciséis remates registró el Atlético en la primera parte y ni un tanto que llevarse a la boca. El caldo de cultivo propio para que la ansiedad pudiera hacer acto de presencia. Por encima del buen fútbol desplegado, que Real Madrid y Barcelona también se fueran al vestuario empatados fue la única gran noticia con la que los futbolistas de Simeone se retiraron a la caseta del Wanda.

No cambió el paisaje en la reanudación. De nuevo un monólogo rojiblanco en campo contrario, pero ya con la cuenta atrás en marcha y el progresivo agarrotamiento y estrés que podía generar. No tuvo tantas ocasiones francas el Atlético en el arranque del segundo tiempo. Suárez prefirió rematar a la primera en vez de haber intentado un control tras un pase con caño de Trippier que le dejaba mano a mano con Herrera. Correa, el que más fresco de cabeza y piernas parecía estar, se fabricó un remate tras otro de sus giros inverosímiles poco antes de que el VAR anulase un tanto a Savic por fuera de juego a la salida de una falta. Otro tanto anulado a Carrasco por fuera de juego poco antes de que el Real Madrid marcara en San Mamés desató ya sin remedio la presión por la necesidad de marcar por parte de los locales.

El Atlético ya no dependía de sí mismo y tenía 20 minutos y el tiempo añadido para marcar el gol que se le había negado durante más de una hora. En el campo ya estaban João Félix y Lodi como primeros recursos de Simeone para tratar de alcanzar como fuese al menos un triunfo agónico.

Nada. Cinco minutos después, Budimir conectó un cabezazo en el segundo palo al que Oblak respondió con un manotazo soberbio, pero con el balón ya medio palmo por detrás de la línea de gol. Al primer remate entre los tres palos de Osasuna, gol. Otra muesca de mal fario y de la tragedia que se avecinaba para el líder.

Fue sorprendente el apoteósico final que firmó el Atlético. Se había desplegado con temple desde el primer minuto ante el partido cerrado que le había planteado Osasuna. Le había generado ese chorro de ocasiones en el primer tiempo con un fútbol paciente. Y tampoco perdió el sentido cuando se vio con el marcador por debajo. Fue el momento de João Félix para levantar la cabeza y divisar el desmarque de Lodi. Su globo con el exterior plantó al lateral brasileño ante Herrera, ejecutado con un zurriagazo cruzado y por alto.

Faltaban ocho minutos para la gesta y esta vez Suárez no desperdició la pelota que le cayó en las inmediaciones del área pequeña. Colocó el remate, más complicado que algunos de los anteriores, en un rincón. Concretada la remontada, el Atlético confirmó que es sufrimiento en la victoria y en la derrota. Oblak tuvo que detener un disparo del Chimy Ávila que cortó la respiración rojiblanca con el tiempo ya cumplido.



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