Internacional - Economía

Rusia apoya un pacto para recortar la oferta global de crudo y dispara los precios por segundo día consecutivo

2020-04-03

El mercado petrolero mundial necesita como el comer un acuerdo reequilibre una oferta que no ha...

MARÍA R. SAHUQUILLO, IGNACIO FARIZA | El País

El tira y afloja petrolero tiene un límite, y casi un mes de zozobra en el mercado mundial por la guerra de precios en el mercado petrolero en medio de la crisis sanitaria y económica que ha dibujado la pandemia de coronavirus parece haber hecho cambiar de visión a Vladímir Putin. El presidente ruso está dispuesto a recortar la producción de petróleo y negociar con la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) si se suma también Estados Unidos. “Es necesario unir esfuerzos para equilibrar el mercado y reducir la producción como resultado de acciones coordinadas”, ha dicho este viernes el mandatario del país euroasiático. Menos de un mes después de que Moscú rechazase el acuerdo de la OPEP para recortar los bombeos, lo que derivó en un desplome de los precios, el líder ruso apuesta ahora por una reducción de unos 10 millones al día y responsabiliza a Riad de la ruptura del pacto en un intento de deshacerse de sus competidores productores de fracking.

El mercado petrolero mundial necesita como el comer un acuerdo reequilibre una oferta que no ha dejado de crecer desde que Rusia y Arabia Saudí rompieran en la cumbre de Viena de principios de marzo. Y ha recibido con los brazos abiertos el anuncio de que Moscú está listo para unirse a las “medidas conjuntas sin precedentes” de los principales productores de petróleo: el crudo brent, el de referencia en Europa, cerró este viernes con una potente subida del 16%, encadenando su segunda jornada consecutiva con aumentos de doble dígito y poniendo el broche a una semana récord. Una buena noticia para los países exportadores, muchos de ellos enmarcados en el bloque emergente, que empezaban a sufrir con precios de derribo como los que se habían alcanzado en las últimas sesiones.

El Kremlin insiste, sin embargo, pero debe hacerse como “asociación” e incluir a los principales actores. Putin ha remarcado esa idea en una reunión por videoconferencia con el ministro de energía, Alexander Novak, y los líderes de las principales compañías petroleras del país. La reducción planteada pasa por un tijeretazo de 10 millones de barriles por día (el 45% de la producción conjunta de Arabia Saudí y Rusia, segunda y tercera potencias petroleras mundiales, respectivamente, y la décima parte de los bombeos globales) “durante unos meses”.

“Nunca quisimos que los precios fueran demasiado altos, y queríamos evitar una situación en la que los precios fueran demasiado bajos. Está claro por qué: nuestro presupuesto está compuesto a una tasa de 42 dólares por barril”, remarcó Putin, en parte de la conferencia televisada, visibilizando su postura de cara a la reunión virtual del lunes con la OPEP —liderados de facto por Arabia Saudí— y otros grandes productores de petróleo, entre ellos Rusia, la conocida como OPEP+ u OPEP ampliada. Una cita virtual, ante las limitaciones que impone el coronavirus, a la que se está considerado invitar a representantes de Estados Unidos y Canadá. Este último es, junto con los grandes productores latinoamericanos, uno de los países que más está sufriendo la dentellada de precios: a 25 dólares por barril, el precio que marcaba el mercado hasta la subida fulgurante del jueves, más de la mitad de su producción arrojaba pérdidas.

Putin señaló este viernes a Arabia Saudí como responsable de la situación actual, como una maniobra para deshacerse de los competidores de esquisto bituminoso, una técnica practicada a gran escala tanto en EE UU como en Canadá. “En ese sentido han logrado su objetivo en cierto modo”, admitió el líder ruso. Diversos analistas habían señalado durante semanas que Rusia también estaba interesada en comerse parte de la cuota de mercado de los fraqueros estadounidenses, un sector en el que ya se estaban empezando a ver las primeras suspensiones de pagos producto de la guerra de precios.

Tras la ruptura del acuerdo el mes pasado, Arabia Saudí, el mayor exportador del mundo, redujo sus precios y declaró que inundaría el mercado con su petróleo; algo que unido a que la demanda de crudo se ha desplomado por el avance del Covid-19 habían llevado a los precios del crudo a su nivel más bajo en casi dos décadas, una cota que solo ahora empiezan a dejar atrás.

Rusia, que en un primer momento deseaba aumentar la producción, según los analistas, ha reevaluado la situación y parece preferir un pacto para reducirla. Intentando, eso sí, que sea todos a una. “Para equilibrar el mercado, los principales productores, como EE UU, deben convertirse en socios clave. Las acciones deben estar dirigidas a observar los intereses tanto de los productores como de los compradores, para no permitir los precios suba como resultado de un posible déficit”, ha dicho este viernes el ministro de energía ruso, que señaló que entiende que hay algunas restricciones legales en el país norteamericano —el mayor productor del mundo desde hace un lustro, que no forma parte de la OPEP— que le impiden buscar acuerdos de carteles para reducir la producción, pero que se podría hallar fórmulas de cooperación.

“Es esencial reducir la producción en los próximos meses con el posterior aumento del nivel de producción de acuerdo con el grado de recuperación de la economía global y de acuerdo con la recuperación de la demanda", dijo Novak, que apuntó también que al ritmo actual, en el que además los viajes se han reducido muchísimo debido a la pandemia, en mes y medio o dos meses las instalaciones de almacenamiento de crudo se desbordarán en todo el mundo. Tras esto, es posible un “escenario impredecible de reducción de precios”.

Putin teme que la inestabilidad del mercado petrolero se sume en Rusia a la epidemia de coronavirus, complicando aún más una situación ya de por sí difícil. El líder ruso ha reconocido que el panorama actual en los mercados petroleros afecta negativamente a los programas de inversión y puede impactar en los empleos del país, especialmente a la industria petrolera, y derivar en problemas tecnológicos.



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