Internacional - Política

Macron ve "justa" la rabia de los chalecos amarillos y anuncia una subida del salario mínimo

2019-01-10

La D de dinero fue presentada con un guiño: "Quiero declarar el estado de...

Por IÑAKI GIL, El Mundo

Disculpas, dinero y diálogo. El presidente de la República, Emmanuel Macron se ha dirigido a la nación con la intención de frenar la crisis de los chalecos amarillos, la más grave en décadas. Solemne, directo, humilde. Se jugaba lo que queda de su mandato en 13 minutos. Y lo hizo con la fórmula de las tres D: ofreció disculpas, prometió medidas, es decir, dinero y diálogo, antes de afrontar nuevas reformas de calado.

La D de dinero fue presentada con un guiño: "Quiero declarar el estado de urgencia...económico y social". Y anunció cuatro medidas concretas: el salario mínimo subirá 100 euros al mes desde el 1 de enero, las horas extras dejarán de pagar impuestos, pide a las "empresas que puedan" que abonen una paga extra a sus trabajadores, también exenta de impuestos, y retira una subida de impuestos a los jubilados que cobren menos de 2000 euros.

Fue una alocución grabada en el Elíseo, leída en el prompter, sentado en su escritorio limpio de papeles. Con un tono que fue severo frente a "la violencia inadmisible", humilde al reconocer sus errores y de profesor que se esfuerza en llegar a sus alumnos a la hora de detallar sus anuncios.

Antes de ese póker de medidas -concreto, entendible, centrado en los colectivos más damnificados- Macron lanzó dos mensajes tratando de romper el movimiento de los chalecos amarillos: firmeza ("no habrá indulgencia frente a la violencia inadmisible") y comprensión ante "las reivindicaciones legítimas" de los que están profundamente cabreados, la "cólera justa".

La D de disculpas llegó acto seguido. Bajando la voz para parecer humilde y poniendo cara de niño bueno que ha hecho algo malo afirmó: "Sé que he herido algunos de vosotros con mis palabras". Es como piden perdón los poderosos.

Porque de todas las rotondas de la Francia de los chalecos amarillos, de esa Francia que rueda en diésel había llegado la primera exigencia al poder parisino, respeto.

Los comentarios previos parecían una catequesis sobre el sacramento de la confesión: el altivo presidente debía mostrarse humilde, entonar su 'mea culpa' (en latín incluso en 'Libération'), dar muestra de contrición... En definitiva, confesar sus pecados de soberbia en la gestión vertical como si fuera el dueño de una gran empresa llamada Francia y de desprecio hacia sus conciudadanos, esos "galos refractarios" que no le seguían. 

Tras oírle, muchos comentaristas le daban la absolución. El joven presidente que se jactó de ocuparse antes de "los primeros de la cordada" había confesado. Sin embargo, un sindicalista al que escucho mientras escribo fue más escéptico. "Veremos si su 'mea culpa' (en latín) dura o ha sido sólo para el discurso". Enseguida vamos a poder comprobar qué piensan los aludidos que están en las rotondas con un chaleco amarillo.

Para que quedara claro que el presidente reconoce sus errores pero no está dispuesto a renegar de todo lo hecho y aunque toda la izquierda lo reclama, Macron no recuperará el Impuesto sobre la Fortuna, es decir, el impuesto del patrimonio.

Eliminado salvo para el patrimonio inmobiliario, Macron afirmó que en "sus 40 años de existencia" no había reducido las desigualdades y que su eliminación estaba inyectando inversión en las pymes.

La D de diálogo se vio públicamente antes del discurso. Y se verá, según el presidente, en los próximos meses. En las instituciones y en reuniones con todos los alcaldes a las que piensa ver región por región.

El temario incluye las tres reformas reiteradas con ambición de transformar Francia: la del Estado, la del paro y la de jubilación. Tres 'toros' de mucho tronío.

Por la mañana había reunido a 37 personas en torno a una larga mesa dispuesta en el palacio del Elíseo. A la derecha del presidente, el primer ministro Édouard Philippe, quien ha dado la cara al anunciar la retirada de las tasas sobre el gasoil que desencadenaron el conflicto. Muchos le dan ya por amortizado. Doce ministros tomaron también parte en la sesión que duró cuatro horas.

Estaban también presentes el presidente de la Asamblea Nacional, Richard Ferrand; el del Senado, Gérard Larcher; el del Consejo Económico, social y medioambiental (CESE), Patrick Bernasconi; los cinco sindicatos representativos (CGT, CFDT, FO, CFE-CGE et CFTC); así como las tres organizaciones patronales (Medef, CPME et U2P). 

Durante el fin de semana tuvieron lugar otros encuentros en la residencia oficial del presidente. Pasaron todos los líderes de los partidos que sostienen la mayoría presidencial.

Pero también una quincena de alcaldes de ciudades pequeñas con los que se vio en el salón verde adjunto vecino a su despacho oficial. Sin coger el móvil, tomando notas, durante varias horas. El presidente oyó cosas como "la gente quiere ver su cabeza en una pica" según recogió 'Le Parisien' de uno de los asistentes.

Veremos si la intervención del presidente hace sonar la campana del fin de recreo. Porque el conflicto ha costado ya un 0,1% del PIB según informó el ministro de Finanzas, Bruno Le Maire. "Eso significa menos puestos de trabajo y menos prosperidad para todo el país", añadió. El transporte, el comercio, la logística y el turismo son los sectores más afectado por el conflicto que dura ya más de un mes.

La verdadera respuesta la veremos el sábado, en las calles de París. Antes incluso de su discurso, los chalecos amarillos habían convocado un Acto V, un quinto sábado de manifestaciones y desafío. El líder de la Francia Insumisa, Jean Luc Mélénchon, no necesitó más que unos minutos después de escuchar al presidente para llamar la movilización.

Veremos qué respuesta llega desde las rotondas. Porque Macron gastó este lunes todas las balas. La del presupuesto que seguramente no podrá ser contenida en el corsé del 2,9 de déficit, la de la empatía y la de cambiar de forma de gobierno.

Al poco de llegar al poder, hace sólo 18 meses, Macron citó a Mark Twain para explicar la significación de su victoria: "No sabían que era imposible. Así que lo han hecho".

Resucitar desde el nivel más bajo de todos los presidentes de la V República es algo que parece imposible. Nadie desde que se acortó el mandato a cinco años ha remontado desde un 21% de opiniones favorables. ¿Lo hará Macron Twain?



regina