Religión

Via Crucis en el Coliseo: "Jesús, ayúdanos a ver en tu Cruz todas las cruces del mundo" 

2019-04-19

“Con Cristo y con las mujeres en el camino de la cruz”, es el título que la...

 

Rosa Die Alcolea

(ZENIT – 19 abril 2019).- Frente al Coliseo romano, a las 9.15 de la noche, el Santo Padre Francisco ha presidido la oración del Vía Crucis, transmitido en todo el mundo, este Viernes Santo, 19 de abril de 2019, con la participación de 15,000 personas procedentes de todo el mundo.

Los textos de las meditaciones y oraciones propuestas este año para las Estaciones de la Cruz el Viernes Santo en el Coliseo fueron confiadas por el Santo Padre a la hermana Eugenia Bonetti, misionera de la Consolata y presidenta de la Asociación “Slaves no more” (No más esclavos). En el centro de las meditaciones está el sufrimiento de tantas personas que son víctimas de la trata de personas.

“Con Cristo y con las mujeres en el camino de la cruz”, es el título que la hermana Bonetti ha asignado a las meditaciones del Via Crucis este año. Las esclavas, las mujeres explotadas sexualmente, los niños víctimas de la trata son los “nuevos esclavos de nuestro mundo actual”, ha asegurado la religiosa.

Oración del Papa

La siguiente es la oración compuesta por el Santo Padre, que recita al final de Via Crucis, y la lista de personas que llevan la cruz a lo largo de las 14 estaciones:

Señor Jesús, ayúdanos a ver en tu Cruz todas las cruces del mundo:

la cruz de las personas hambrientas de pan y de amor;

la cruz de personas solitarias abandonadas incluso por sus propios hijos y parientes;

la cruz de los pueblos sedientos de justicia y paz;

la cruz de las personas que no tienen el consuelo de la fe;

la cruz de los ancianos que se arrastran bajo el peso de los años y la soledad;

la cruz de los migrantes que encuentran las puertas cerradas por miedo y corazones blindados por cálculos políticos;

la cruz de los pequeños, heridos en su inocencia y en su pureza;

la cruz de la humanidad que vaga en la oscuridad de la incertidumbre y en la oscuridad de la cultura momentánea;

la cruz de familias rotas por la traición, por las seducciones del maligno o por la ligereza y el egoísmo asesinos;

la cruz de los consagrados que buscan incansablemente traer tu luz al mundo y se sienten rechazados, burlados y humillados;

la cruz de personas consagradas que, en el camino, han olvidado su primer amor;

la cruz de tus hijos que, creyendo en ti y tratando de vivir según tu palabra, se encuentran marginados y descartados incluso por sus familias y sus compañeros;

la cruz de nuestras debilidades, de nuestras hipocresías, de nuestras traiciones, de nuestros pecados y
de nuestras muchas promesas rotas;

la cruz de tu iglesia que, fiel a tu evangelio, lucha por llevar tu amor incluso entre los se bautizaron ellos mismos;

la cruz de la Iglesia, tu novia, que se siente continuamente atacada desde adentro y desde afuera;

la cruz de nuestra casa común que seriamente se marchita bajo nuestros ojos egoístas y cegado por la codicia y el poder.

Señor Jesús, revive en nosotros la esperanza de la resurrección y tu victoria definitiva contra todo mal y cada muerte. ¡Amén!


 



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