Religión

"Hoy María invita a levantar la mirada": Papa Francisco

2019-08-16

Francisco comentó los dos verbos de la oración de la Virgen: “Mi alma magnifica...

Rosa Die Alcolea

(ZENIT – 16 agosto 2019).- “La fiesta de la Asunción de María es una llamada para todos nosotros, especialmente para cuantos están afligidos por dudas y tristezas, y viven con la mirada dirigida hacia abajo, en lugar de levantar la mirada”: son algunas de las palabras del Papa Francisco, antes de rezar el Ángelus el 15 agosto de 2019, con motivo de la solemnidad de la Asunción de la Virgen al Cielo.

A las 12 horas, el Pontífice se asomó al balcón del Palacio Apostólico, y dirigiéndose a los peregrinos que esperaban en la plaza de San Pedro, comentó el Evangelio y rezó la oración mariana.

“Miremos hacia arriba”, exhortó el Santo Padre. “El Cielo está abierto, no despierta temor, ya no está distante, porque en el umbral del Cielo hay una Madre que nos espera, y es nuestra Madre. Nos ama, nos sonríe y nos socorre con cuidado, como toda madre quiere lo mejor para sus hijos”.

Francisco comentó los dos verbos de la oración de la Virgen: “Mi alma magnifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios, mi Salvador”. Los verbos “magnifica” y “exulta”.

“Buscar cosas grandes”

“Se exulta cuando sucede algo tan bello que no basta con regocijarse dentro en el alma, sino que se quiere expresar la felicidad con todo el cuerpo. Entonces se regocija. María exulta a causa de Dios, quien sabe si a nosotros nos ha sucedido exultar con el Señor. Exultamos por un resultado obtenido, por una bella noticia recibida, pero hoy María nos enseña a exultar en Dios. ¿Por qué? Porque Él hace grandes cosas”, explicó el Papa.

Asimismo, indicó: “A las grandes cosas se alude con el otro verbo. Magnificar. ‘Mi alma magnifica’. En efecto magnificar significa exaltar una realidad por su belleza, por su grandeza. María exalta la grandeza del Señor. Lo alaba diciendo que Él es verdaderamente grande. En la vida es importante buscar cosas grandes, de lo contrario uno se pierde detrás de tantas cosas pequeñas. María nos demuestra que si queremos que nuestra vida sea feliz, en primer lugar hay que poner a Dios porque solo Él es grande”.

Palabras del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas:

¡Buenos días! En el Evangelio de hoy, Solemnidad de la Asunción de María Santísima, la Virgen Santa reza diciendo: “Mi alma magnifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios, mi Salvador”. Veamos los verbos de esta oración: Magnifica y exulta.

Se exulta cuando sucede algo tan bello que no basta con regocijarse dentro en el alma, sino que se quiere expresar la felicidad con todo el cuerpo. Entonces se regocija. María exulta a causa de Dios, quien sabe si a nosotros nos ha sucedido exultar con el Señor. Exultamos por un resultado obtenido, por una bella noticia recibida, pero hoy María nos enseña a exultar en Dios. ¿Por qué? Porque Él hace grandes cosas.

A las grandes cosas se alude con el otro verbo. Magnificar. “Mi alma magnifica”. En efecto magnificar significa exaltar una realidad por su belleza, por su grandeza. María exalta la grandeza del Señor. Lo alaba diciendo que Él es verdaderamente grande. En la vida es importante buscar cosas grandes, de lo contrario uno se pierde detrás de tantas cosas pequeñas. María nos demuestra que si queremos que nuestra vida sea feliz, en primer lugar hay que poner a Dios porque solo Él es grande.

Cuántas veces, en cambio, vivimos persiguiendo cosas de poca importancia: Prejuicios, rencores, rivalidades, envidias, bienes materiales superfluos, cuantas mezquindades en la vida. Nosotros conocemos esto. Hoy María invita a levantar la mirada, levantar la mirada a las grandes cosas que el Señor ha realizado en Ella. También en cada uno de nosotros el Señor hace tantas cosas grandes. Debemos reconocerlas y exultar, magnificar, por estas grandes cosas.

Porque son las grandes cosas que festejamos hoy: María es asunta al Cielo, pequeña y humilde, es la primera es recibir la más alta gloria. Ella, que es una criatura humana, una de nosotros, alcanza la eternidad en alma y cuerpo, y allí nos espera como una madre espera que sus hijos vuelvan a casa. En efecto, el pueblo de Dios la invoca como la Puerta al Cielo, nosotros estamos en camino, peregrinos a la Casa de allá arriba. Hoy miramos a María y vemos la meta. Vemos que una criatura ha sido asunta a la gloria de Jesucristo resucitado. Y esa criatura solo podría ser Ella: La Madre del Redentor.

Vemos que en el paraíso, junto a Cristo, el nuevo Adán, está también Ella, María, la nueva Eva. Y esto nos da consuelo y esperanza en nuestra peregrinación acá abajo. La fiesta de la Asunción de María es una llamada para todos nosotros, especialmente para cuantos están afligidos por dudas y tristezas, y viven con la mirada dirigida hacia abajo, en lugar de levantar la mirada.

Miremos hacia arriba. El Cielo está abierto, no despierta temor, ya no está distante, porque en el umbral del Cielo hay una Madre que nos espera, y es nuestra Madre. Nos ama, nos sonríe y nos socorre con cuidado, como toda madre quiere lo mejor para sus hijos. Y nos dice: “Ustedes son preciosos a los ojos de Dios, no están hechos para las satisfacciones del mundo, sino para las grandes alegrías del Cielo. Sí, porque Dios es alegría, no aburrimiento, Dios es alegría”.

Dejémonos llevar por la mano de la Virgen. Cada vez que tomamos el Rosario en nuestras manos y le rezamos, damos un paso adelante hacia la gran meta de la vida. Dejémonos atraer por la verdadera belleza, no nos dejemos absorber por las pequeñas cosas de la vida, sino escojamos la grandeza del Cielo, que la santa Virgen, Puerta del Cielo, nos ayude a mirar con confianza y alegría allá, donde está nuestra verdadera Casa, donde está Ella, que como Madre nos espera.



regina
Utilidades Para Usted de El Periódico de México