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Los gobernadores republicanos recurren a una nueva táctica, los traslados de migrantes a estados lejanos de la frontera


2022-09-16

Will Sennott, Zolan Kanno-Youngs, Eileen Sullivan y Patricia Mazzei | The New York Times

EDGARTOWN, Massachusetts — Los abogados migratorios se apresuraron a subir a los transbordadores para llegar a una pintoresca iglesia roja convertida en refugio. Los estudiantes preparatorianos de una clase de español trataron de ayudar a traducir. Voluntarios improvisados buscaron ropa que pudieran donar en una tienda de todo por un dólar.

La actividad frenética demostró lo poco preparado que estaba el destino turístico de Martha’s Vineyard para la llegada el miércoles de casi 50 migrantes venezolanos en aviones procedentes de Texas.

“No teníamos ni idea de lo que estaba pasando”, dijo el jueves Geoffrey Freeman, director del pequeño aeropuerto de la isla de Massachusetts.

Las decisiones del gobernador de Florida, Ron DeSantis, de enviar dos aviones cargados de personas a Martha’s Vineyard, y del gobernador de Texas, Greg Abbott, de enviar el jueves dos autobuses repletos de migrantes a la residencia de la vicepresidenta Kamala Harris —alrededor de 150 personas en total— fueron sus intentos más llamativos para provocar indignación por el inusitado ingreso de migrantes en la frontera sur del país, una circunstancia de la cual los líderes republicanos culpan exclusivamente al presidente Joe Biden.

Sin embargo, aunque los demócratas calificaron los traslados de migrantes de maniobras políticas, también sirvieron como un vívido recordatorio de cuán mal preparadas están las regiones mayormente demócratas del noreste del país para lidiar con el influjo de migrantes pobres, aun cuando desde hace mucho tiempo son bastiones de la migración en los que muchas personas están dispuestas a ayudar.

El jueves, DeSantis se ufanó de haber conseguido aviones privados para trasladar a migrantes, en su mayoría venezolanos, a Martha’s Vineyard. Esto sucedió varios meses después de que Abbott y el gobernador de Arizona Doug Ducey, otro republicano, comenzaron a enviar con frecuencia camiones de migrantes a Washington y Nueva York, poniendo a prueba los recursos de esas ciudades. En respuesta a las llegadas, la alcaldesa de Washington Muriel Bowser declaró la semana pasada que estaban en un estado de emergencia pública; el miércoles, el alcalde de Nueva York Eric Adams dijo que su sistema de refugios estaba “llegando al punto de quiebre” luego de que más de 11,000 migrantes han llegado a la ciudad desde mayo.

“Toda esa gente en D. C. y Nueva York se daba golpes de pecho cuando Trump era presidente, decían sentirse muy orgullosos de ser jurisdicciones santuario”, dijo DeSantis en el mango de Florida. “Pero en el momento en que se lleva a la puerta de su casa incluso a una pequeña fracción de lo que esas ciudades fronterizas enfrentan todos los días, se vuelven locos”.

No explicó quién reunió a los migrantes —procesados por autoridades migratorias federales en la frontera y liberados— ni quiénes o cómo los subieron a los aviones. Varios de los migrantes, que pasaron la noche en una iglesia en Edgartown, dijeron el jueves que tras ser liberados de la custodia de la Patrulla Fronteriza en Texas, una mujer llamada “Perla” se les había acercado y les ofreció lugares en aviones para Massachusetts, pero nunca les dijo que aterrizarían en una isla remota. Este año, la legislatura de Florida destinó 12 millones de dólares al traslado de migrantes fuera del estado.

Abbott dijo ser responsable del envío de autobuses al Observatorio Naval de Washington, donde se encuentra la residencia de Harris. En un comunicado, afirmó que los más de 100 migrantes eran de Colombia, Cuba, Guyana, Nicaragua, Panamá y Venezuela.

Harris “afirma que nuestra frontera es ‘segura’ y niega la crisis”, escribió Abbott en Twitter. “Estamos enviando migrantes a su patio trasero para exigir al gobierno de Biden que haga su trabajo y refuerce la seguridad de la frontera”.

Funcionarios dijeron que, en Washington, una cámara de Fox News se posicionó cerca de la residencia de la vicepresidenta para filmar la llegada de los migrantes; algunos voluntarios llevaron a los migrantes a una iglesia. Los miembros de la Casa Blanca se mostraron muy frustrados por el hecho de que, al parecer, Fox News había sido alertada, pero no el gobierno de la ciudad ni las organizaciones sin fines de lucro que esperaban que los migrantes llegaran a la estación Union.

El gobierno de Biden dijo que los republicanos estaban decididos a aprovechar el sentimiento de rechazo a la migración antes de las elecciones intermedias. Sin embargo, no se sabe qué acción, de haberla, podría adoptar la Casa Blanca para detener el traslado de migrantes, muchos de los cuales planean buscar asilo en Estados Unidos y tienen garantizado ese derecho. Tras ser liberados por los agentes fronterizos y una vez que se les entregan los documentos para comparecer ante los tribunales, dejan de estar bajo custodia federal y están en libertad de transitar por el país.

La noche del jueves, en un discurso en la gala anual del Instituto del Caucus Hispano del Congreso, Biden arremetió contra los republicanos.

“En lugar de trabajar con nosotros para buscar soluciones, los republicanos están haciendo política con seres humanos, usándolos como utilería”, dijo, con un timbre de enojo en la voz. “Lo que están haciendo está mal, es antiestadounidense, es irresponsable”.

Agregó que había un proceso para el manejo de los migrantes. “Los funcionarios estadounidenses no deberían interferir con ese proceso al llevar a cabo estas maniobras políticas”, mencionó.

Theresa Cardinal Brown, quien fue asesora en materia de políticas públicas para la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, afirmó que otra cuestión aparte es investigar si se alentaba a los migrantes a abordar los vuelos o los autobuses mediante el engaño.

“No existe ninguna consecuencia migratoria para quien facilite los traslados por el territorio estadounidense”, dijo.

Desde que Biden llegó a la presidencia, han ingresado al país más de un millón de migrantes, muchos de los cuales esperan meses o años para sus audiencias migratorias debido a retrasos jurídicos y procesales. Asimismo, más de un millón de migrantes fueron admitidos de manera temporal en los últimos dos años del gobierno de Trump, según datos analizados por el Migration Policy Institute; estos migrantes son distintos a los muchos que ingresan al país sin ser detectados.

Funcionarios gubernamentales han dicho que se necesitará tiempo para echar marcha atrás a las duras políticas encaminadas a mantener fuera del país a los migrantes, implementadas durante el gobierno del presidente Donald Trump. A Biden le tomó más de un año eliminar un programa de la era de Trump que obligaba a los buscadores de asilo a esperar en campamentos miserables en México, en parte debido a las sentencias judiciales.

Sin embargo, los desacuerdos entre los asesores migratorios de Biden también frenaron los avances debido a peleas entre ellos. Los debates han motivado a muchos de esos asesores clave a abandonar la Casa Blanca.

La legislación para revisar el sistema de migratorio nacional, que Biden presentó en su primer día como presidente, no logró cobrar impulso en el Congreso.

El Departamento de Seguridad Nacional lleva meses presionando a la Casa Blanca para que adopte un plan que permita al Servicio de Control de Inmigración y Aduanas transportar a los inmigrantes liberados en la frontera sur a las ciudades en las que deseen esperar sus procesos judiciales de inmigración.

El jueves por la tarde, horas después de que los inmigrantes fueron dejados frente a la casa de la vicepresidenta, el Servicio de Control de Inmigración envió otra propuesta a la Casa Blanca: transportar a los inmigrantes detenidos y revisados por la Patrulla Fronteriza a ciudades donde tengan familia u otros patrocinadores, como Miami o Los Ángeles, según un documento obtenido por The New York Times. Allí, los funcionarios de inmigración terminarían el papeleo y los trámites necesarios para liberarlos y esperar a que tengan que presentarse ante el tribunal.

El plan también incluiría coordinarse con organizaciones sin fines de lucro desde antes para que tengan conocimiento de las próximas llegadas de migrantes.

El Departamento de Seguridad Nacional se negó a hacer comentarios.

La cantidad de cruces diarios a lo largo de la frontera sur aumentó en las semanas recientes, un patrón típico a medida que las temperaturas comienzan a disminuir. Durante los últimos días, ha habido alrededor de 8700 cruces diarios, una cifra récord. La mayor cantidad de cruces se han dado en las regiones de El Paso y Del Rio en Texas.

El gobierno no puede enviar a los venezolanos de regreso a su país debido a la inexistencia de relaciones con Caracas. En cambio, se les libera para que un día se enfrenten a un proceso en el tribunal de inmigración. A muchos se les entregan dispositivos de vigilancia para que los funcionarios puedan rastrear su paradero mientras esperan su turno en el atascado sistema de migratorio.

Las Naciones Unidas dijo hace poco que la cantidad de venezolanos que han huido de su país era de aproximadamente 6,8 millones, empatando con el éxodo de Ucrania como la mayor migración del mundo. La crisis económica, social y democrática de Venezuela comenzó en 2013; los economistas han dicho que es la peor en décadas que no está provocada por una guerra.

En un comunicado la tarde del jueves, el gobernador republicano de Massachusetts Charlie Baker, dijo que su estado tenía “muchos recursos para ayudar a los individuos que llegaban a Massachusetts con distintos estados migratorios y necesidades”.

Agregó que su gobierno estaba analizando establecer “un refugio temporal y servicios humanitarios” en la base militar de Cape Cod.

En diciembre del año pasado, DeSantis había mencionado la posibilidad de que los inmigrantes llegaran a Martha’s Vineyard para obligar a tomar medidas contra la inmigración ilegal. El jueves, dijo que estaba feliz de facilitar su transporte a ”pastos más verdes”.

“Esta debería ser una carga compartida por todas las comunidades de Estados Unidos”, dijo. “No debería recaer todo en un puñado de estados republicanos”.

La gente reunida en Niceville, Florida, aplaudió.
 



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