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Ucrania tiene un gran problema: el vidrio


2022-09-24

Jeffrey Gettleman, The New York Times

‘Necesitamos ventanas’: mientras se acerca el invierno, Ucrania lucha con el desabasto de vidrio

Bombas rusas. Costos energéticos crecientes. Relaciones comerciales interrumpidas. Es difícil arreglar todos los cristales rotos por las explosiones de la guerra en Ucrania, y el invierno está llegando.

CHERNÍGOV, Ucrania — El otro día, entre las mujeres vestidas con abrigos que estaban frente a un edificio bombardeado esperando para recibir alimentos de un camión de ayuda humanitaria, surgió un tema de conversación mientras un viento fresco las rodeaba.

“¿Cuándo vas a tener vidrios?”, preguntó una.

“¿Ya preguntaste por los vidrios?”, preguntó otra.

“Anoche hizo mucho frío. ¿No lo sentiste?”, comentó una tercera. “¿Cuándo llega el vidrio?”.

Esto se está convirtiendo en un grave problema en Ucrania. Las explosiones han roto tantas ventanas —“millones de ellas”, calculó un representante de una organización de ayuda humanitaria— que hay una escasez de vidrio a nivel nacional.

En los pueblos y las ciudades que el ejército ruso ha bombardeado con impactantes despliegues de artillería, nada se ha salvado: ni los rascacielos ni las escuelas ni las casitas de campo bajas y pequeñas. Tan solo el lunes, al sur de Ucrania las ondas expansivas de un poderoso misil ruso que explotó a más de 240 metros de una planta de energía nuclear hicieron estallar más de cien ventanas de esa edificación.

Esto le ha pasado a un sinfín de casas de personas que se encuentran en la línea de fuego: tal vez no sufrieron un impacto directo, pero todas sus ventanas han quedado destrozadas. Y el invierno se acerca. Rápido.

La otra semana en Chernígov, una elegante ciudad al norte de Ucrania, la temperatura cayó de unos 26 grados Celsius a casi un nivel de congelación.

Sin duda, Ucrania enfrenta un montón de crisis dentro de otras crisis, pero una de las más urgentes es la dificultad para tener los hogares listos para el invierno y es ahí donde entra en acción el vidrio.

Valoremos este material, aunque sea un momento, porque cientos de miles de ucranianos lo necesitan ahora. El vidrio deja entrar la luz y mantiene afuera el frío. Se puede ver a través de él, así que, sin importar cuán pequeña o incómoda sea tu casa, tienes una vista. El vidrio mantiene afuera a los pájaros, los insectos y el polvo y puedes abrir una ventana y dejar entrar el aire fresco.

Las alternativas, que pueden verse por toda Ucrania en este momento, tienen deficiencias evidentes.

La madera contrachapada puede cubrir un hoyo en la pared, pero deja a oscuras el espacio interior, lo cual puede ser deprimente. Y los fragmentos de manteles o de plástico para envolver que está usando mucha gente —un hombre dijo que no tenía nada mejor para cubrir sus ventanas que la versión ucraniana del plástico para envolver alimentos— pueden permitir la entrada de la luz del sol. Sin embargo, no sellan bien y hacen que la gente deba acurrucarse debajo de tres cobijas, con miedo del invierno.

“¿Esa cosa?”, comentó Oleksandr Zhyla, un arquitecto retirado que utilizó el plástico para envolver alimentos en sus ventanas hechas trizas en Chernígov. Zhyla apuntó hacia su manualidad y se rio: “No nos mantiene abrigados para nada”.

Incluso antes de la invasión rusa en febrero, Ucrania tenía problemas con el suministro de vidrio. Una de sus principales fábricas de vidrio estaba en la región oriental del Donbás, pero fue bombardeada durante la rebelión prorrusa que ocurrió hace unos años y cerró.

Esto provocó que Ucrania dependiera mucho del vidrio de Rusia y Bielorrusia. No obstante, después de que empezó esta guerra, esos vínculos comerciales se interrumpieron. Por lo tanto, según dos distribuidores, ahora casi todo el vidrio de Ucrania es importado y una buena cantidad proviene de los mercados de Europa que son más caros.

Además, hay más problemas. Para hacer vidrio, se debe derretir arena. Y para derretir arena, se necesita mucha energía. Y con el aumento vertiginoso de los precios de la energía en todo el mundo, los del vidrio también han aumentado de forma dramática.

Si se suman todos estos factores —los costos más altos de producción, el aumento en la demanda, las pesadillas logísticas de Ucrania, como que haya submarinos rusos bloqueando sus puertos—, no es ningún misterio que un panel común de vidrio cueste el doble, el triple o incluso el cuádruple de lo que solía costar, según los proveedores de vidrio. Esto imposibilita que mucha gente pueda arreglar sus ventanas, aunque el aire frío haya comenzado a llegar. Y, como los combates siguen siendo muy intensos, todos los días se rompen más.

Durante una guerra, las ventanas siempre son las primeras víctimas. Si una bomba tiene la fuerza suficiente, las ondas expansivas o las reverberaciones destruyen el vidrio lejos de la explosión y crean una tormenta de esquirlas que pueden ser letales.

“No te imaginas lo pequeños que eran los trozos”, comentó una mujer, Nataliia Medvedok, quien estaba sentada al lado de una ventana hecha trizas en su sala de estar en Chernígov. Medvedok estaba oculta en un refugio cuando su edificio recibió un impacto en marzo y cuando regresó encontró el piso cubierto de trozos de vidrios muy filosos que tenían el tamaño de guisantes.

En junio, Zosia Jaworowska, quien dirige una pequeña fundación sin fines de lucro en Varsovia, Polonia, les preguntó a grupos humanitarios en Ucrania qué necesitaban.

“La respuesta fue unánime: necesitamos ventanas”, comentó Jaworowska. “Es el material de construcción más caro y menos disponible”.

Jaworowska puso manos a la obra y recaudó miles de dólares para enviar ventanas desde Polonia a Ucrania.

En Chernígov, una organización privada de ayuda de Francia, ACTED, está ayudando a Medvedok y muchas otras personas para que puedan pagar por las reparaciones de las ventanas, una parte de su plan para preparar a la gente para el invierno.

“Todo el mundo se está apresurando muchísimo para hacer lo que podamos, en este momento”, mencionó Frances Oppermann, subdirectora a nivel nacional para programas en ACTED. Según Oppermann, el invierno en Ucrania es “intenso”.

También es largo, casi la mitad del año, con un clima invernal que se prolonga desde mediados de octubre hasta mediados de marzo y temperaturas que pueden caer hasta 23 grados bajo cero. Reparar ventanas es parte de una estrategia de preparación para el invierno que han planeado las agencias de ayuda y que incluye la compra de decenas de millones de dólares en cobijas, abrigos, sombreros de lana y botas tradicionales de fieltro.

En Chernígov, que cuenta con unos 200,000 habitantes, un primer vistazo puede ser engañoso. Al contemplar su inmensa plaza empedrada bordeada de hermosos edificios antiguos y luego a la gente trotando por los parques con sus arbustos perfectamente recortados, casi parece que no hubiera pasado nada. Pero entonces te das cuenta de que hay muchas ventanas tapiadas o desaparecidas.

Chernígov fue bombardeada por misiles y cohetes rusos en marzo, pero desde entonces no ha habido muchos combates. Mientras que este mes se ha producido una ofensiva ucraniana relámpago que ha hecho retroceder a las tropas rusas en torno a la ciudad nororiental de Járkov, Chernígov ha permanecido relativamente tranquila.

En la oficina del alcalde, todavía hay madera contrachapada cubriendo algunas de las ventanas rotas.

“Tengo problemas más grandes”, dijo el alcalde, Vladyslav Atroshenko. “No puedo permitir que los niños se congelen en sus apartamentos”.

Su prioridad es reparar las infraestructuras críticas con el fin de garantizar que la ciudad esté preparada para encender la calefacción cuando llegue el invierno, algo nada fácil dada la magnitud de los daños y lo cara que se ha vuelto la energía.

Nicolaiev, una ciudad del sur, ha sido bombardeada sin piedad por las fuerzas rusas. Vitaliy Kim, un alto funcionario local, dijo que tiene que arreglar 50,000 metros cuadrados de ventanas, es decir, casi 10 campos de fútbol de vidrio.

“Incluso las ventanas de mi propia casa están reventadas”, dijo.

Teniendo en cuenta que la línea del frente zigzaguea a lo largo de más de 1600 kilómetros y que Rusia ha bombardeado cientos de lugares con artillería, no es difícil entender cómo Oppermann llegó a un cálculo de “millones” de ventanas rotas. Pero, en realidad, nadie sabe la cifra exacta.

Zhyla, arquitecto jubilado, recorrió su edificio de nueve pisos en Chernígov, contando las ventanas rotas. Llegó a un total de 496. Y eso es un solo edificio.

Le preocupa que si las ventanas no están arregladas para el invierno, las tuberías de su edificio podrían convertirse en hielo y reventar, y entonces será realmente difícil vivir allí.

“Una simple ventana de 100 dólares puede evitar que toda una familia se congele este invierno”, comentó Michael Capponi, fundador de Global Empowerment Mission, un grupo de ayuda que ha instalado miles de ventanas en Ucrania.

A Viktoriia Markova, cuya casa en Chernígov quedó hecha añicos tras el impacto de un proyectil de artillería, hace poco le dieron un pequeño refugio en su patio trasero para ella, su esposo y su hijo adolescente. Es del tamaño de una habitación regular y sus muros están hechos del mismo material que un sanitario portátil.

Adentro es oscuro y sofocante y huele a plástico. Además, no tiene ventanas de verdad.

“No es lo mejor”, admitió Markova. “Pero tenemos una sola cosa en mente. La victoria. Todos estamos esperando la victoria”



JMRS


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