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En Brasil, la campaña de Lula florece mientras la de Bolsonaro echa raíces
Carol Pires, The Washington Post Dos exministros del Medio Ambiente de Brasil compitieron por una diputación federal en el estado de São Paulo en la elección nacional de este domingo, donde se votó por presidente, gobernadores y congresistas. Una es la premiada ambientalista Marina Silva, ministra de 2003 a 2008 y clasificada por el diario británico The Guardian como una de las 50 personas que pueden salvar el planeta. El otro es Ricardo Salles, exministro con el actual presidente, Jair Bolsonaro, y quien fue investigado por la Policía Federal por presuntamente haber facilitado la exportación ilegal de madera y obstruir averiguaciones por deforestación en la región. Ambos fueron electos, pero mientras Marina Silva recibió 237,000 votos, Salles logró el triple. El desempeño electoral de Salles y de otros personajes de la primera línea del gobierno de Bolsonaro revela mucho sobre el resultado de la primera vuelta en Brasil. El mandatario y el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva han pasado al balotaje, que se realizará el 30 de octubre. Lula obtuvo 48.4% de votos, un resultado impresionante para quien, hasta hace dos años, estaba preso y desacreditado políticamente. Hoy, apoyado hasta por exadversarios que le confiaron su voto para hacer frente a las amenazas golpistas de Bolsonaro, Lula ha probado que sigue siendo el político más popular de Brasil. Pero Bolsonaro no solo ha sorprendido con 43.2% (casi diez puntos más de lo que preveían algunas encuestas), sino que se reafirmó como el líder del movimiento extremista de la derecha brasileña. Si en 2018 la extrema derecha tomó por asalto la política institucional con Bolsonaro como líder de ocasión, en 2022 ya probó que su movimiento ha creado raíces profundas en la sociedad y que Bolsonaro, aún con un gobierno desastroso, los representa. Salles, llamado por sus críticos “el antiministro de Medio Ambiente”, no ha sido el único representante del fundamentalismo bolsonarista electo con una votación contundente. Tereza Cristina Corrêa, conocida como “musa del veneno” por haber impulsado un proyecto de ley, como ministra de Agricultura, para legalizar el uso de centenares de nuevos pesticidas, fue electa senadora de la República. Lo mismo la pastora evangélica Damares Alves, que actuó desde su cargo de ministra de la Mujer, Familia y Derechos Humanos de Bolsonaro para evitar que una niña de 10 años, víctima de estupro, usase su derecho legal de abortar. En Río de Janeiro, el segundo diputado federal más votado del estado ha sido el general Eduardo Pazuello, exministro de Salud de Bolsonaro que lo único que tienen en su currículo relacionado a la salud son los más de 600,000 muertos por COVID-19. Todos esos personajes tienen en común que han sido fieles a Bolsonaro tanto para ejecutar su plan de gobierno de desmantelar las políticas de fiscalización ambiental, de bienestar social, fomento a la cultura y a la diversidad, como en jamás estar en contra de sus discursos prejuiciosos hacia las mujeres, negros, homosexuales, la prensa, el sistema electoral y la democracia misma. En las elecciones, la Cámara de Diputados también quedó conformada hacia la derecha. Sumados los legisladores de los partidos Liberal (de Bolsonaro), Progresista, y el más a la derecha, União Brasil, junto al bloque “Centrão” —como se ha apodado a un grupo de partidos que controla la Cámara, con más apetito por cargos que ideología política— hay 273 diputados derechistas. Los fieles a Lula se quedaron en 138. No es imposible que Lula revierta el escenario. En su gobierno y en el de Dilma Rousseff, su sucesora, parte de ese “Centrão” fue su aliado. Bolsonaro, quien ya ha llamado a esos diputados “la flor y nata de lo peor de Brasil”, se alió a ellos en 2020 para protegerse de la posibilidad de un proceso de impugnación. A cambio de la protección, les dio el control del presupuesto nacional, un absurdo que no ha llegado a ser un escándalo popular. Hasta hoy la prensa no ha podido identificar dónde han sido invertidos 28,086 millones de reales (5,443 millones de dólares) que son llamados “el presupuesto secreto”. Pero el olor del dinero se ha sentido en las urnas con el crecimiento de la votación de los diputados y senadores electos por esos partidos. La fusión del profesionalismo político del Centrão con el conservadurismo publicitario de Bolsonaro es una bomba que se mantendrá activa los próximos años. Si Lula llega a ser electo presidente en la segunda vuelta tendrá que saber desarmar esa amenaza con destreza, pues no son aliados deseables pero tampoco se podría gobernar teniéndolos como oposición. Pero ese es un desafío para después de las siguientes cuatro semanas. Antes, Lula tiene que lograr nuevas alianzas para neutralizar la fuerza que Bolsonaro ha logrado en esta recta final. Tal vez lo más difícil para ambas campañas será frenar el crecimiento en los índices de rechazo tanto de Lula como de Bolsonaro. Aunque Lula fue liberado de su condena de cárcel, está grabado en el imaginario popular que su gobierno fue corrupto. Mientras tanto, las acusaciones a la familia Bolsonaro de haber malversado el sueldo de servidores públicos de sus oficinas parlamentarias durante décadas, y haber comprado 51 propiedades en efectivo, parece no tener efecto entre quienes lo apoyan. Bolsonaro, que entrega su primer mandato con 33 millones de personas viviendo con inseguridad alimentaria (niveles que no se veían en tres décadas), también deja como herencia un país armado (ya hay un millón de armas en manos de civiles en Brasil, gracias a sus 40 decretos presidenciales distorsionando las leyes de control armamentario). A su incompetencia política se suman sus amenazas al sistema democrático y el temor de que avance su escalada autoritaria en un segundo mandato. Sus seguidores ya hablan de buscar ampliar el número de ministros en el Supremo Tribunal Federal para armar una mayoría artificial. Los candidatos que quedaron en tercer y cuarto lugar, la senadora Simone Tebet, de centro-derecha, y el exministro Ciro Gomes, que ha estado un poco desorientado sobre su posición en el espectro ideológico, deberán anunciar a quién apoyarán en los próximos días o horas. Ambos han intentado consolidarse como una tercera vía política, pero la elección ahora se ha transformado en un referéndum sobre la democracia. Se espera de ellos que sean responsables no solo con lo que puede pasar en los próximos cuatro años, sino que con el futuro de todo Brasil. Jamileth |
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